LA CIENCIA FICCIÓN EN EL CINE
José Francisco Sastre García
Ciencia Ficción. La expresión evoca
en nuestra mente imágenes de naves espaciales, pistolas de rayos, seres
extraterrestres… Si bien es cierto que en buena parte ésa es la temática que se
trata tanto en la literatura como en el cine, también lo es que no se trata de
un género que se limite a combates intergalácticos, sino que abarca más
aspectos, como son mostrarnos el futuro tal y como el autor pensaba que
acabaría por desarrollarse, o hablarnos de la exploración espacial tal y como
piensan que se producirá o debiera producirse, etc.
El mundo del celuloide ha tratado
este género con gran asiduidad, con infinidad de películas de todo tipo y
pelaje, con mayor o menor fortuna y mayor o menor presupuesto, hasta conformar
un tapiz de historias y remakes a lo
largo de un siglo en el que se entremezclan los diversos hilos conductores
hasta perder de vista el detalle para quedarnos tan sólo con el conjunto.
Durante todo este tiempo ha habido
muchos cambios en el tratamiento de las ideas expuestas en las películas, una
evolución que poco a poco ha ido dando lugar a una nueva manera de enfocar
estos temas, hasta el extremo de llegar a aventurarse planteamientos peregrinos
y no tan peregrinos acerca del motivo de mostrar determinados argumentos en
cada momento, como si una mano oculta pretendiera convencernos o implicarnos en
algo…
Veamos esta evolución desglosada en
las diferentes temáticas que abarca la ciencia ficción.
1.- Cuando la humanidad entra en contacto con criaturas
del espacio.
Ésta es la idea más reiterativa del
género: la posibilidad de que seres de otros mundos lleguen o hayan llegado a
nuestro planeta o entren en contacto con nosotros. ¿Cuáles serían sus
intenciones? Básicamente dos: pacíficas u hostiles.
Si bien en la literatura el género
data de hace varios siglos (podrían incluso considerarse pertenecientes a este
género el Mahabbarata o el Ramayana entre otras obras a causa de
toda la tecnología que aparentemente despliegan), en el cine su gran auge se desata
a partir de 1947, cuando se produce el legendario avistamiento de platillos
volantes sobre el monte Rainier por parte de Kenneth Arnold. Ya había habido
algunas incursiones previas, dictadas por el pensamiento lógico de creer que no
estamos solos en el universo.
Debido a nuestra mentalidad tendemos
a olvidar que la nuestra no tiene por qué ser la única forma de vida posible, y
de forma científica intentamos encontrar en otros mundos más o menos lejanos
(Sistema Solar, Alpha Centauri, Constelación del Cisne…) señales de entidades
basadas en el carbono y las condiciones medioambientales de nuestro planeta: de
cara, ya partimos de la base de que una especie sólo se puede desarrollar a una
distancia concreta de su estrella o estrellas, ni demasiado calor ni demasiado
frío, y bajo las condiciones biológicas que impone el carbono: enzimas, ADN,
ARN, etc; cierto es que nuestra tecnología sólo nos permite investigar en esa
línea, pero también es igualmente cierto que en otros mundos la vida se puede
haber desarrollado de otras maneras, basada por ejemplo en el silicio o en el
boro, bajo formas y mentalidades que nada tengan que ver con la humana…
Estos detalles se tuvieron en cuenta
desde el principio, dando lugar a películas en las que, salvo algunas
excepciones, la idea era clara: los alienígenas tenían el ojo puesto en nuestro
planeta y lo querían para ellos. De esta manera, nos encontramos con títulos
como los de la saga del Profesor Quatermass (El Experimento del Doctor Quatermass (1956), El Experimento del Doctor Quatermass 2 (1957), ¿Qué Sucedió Entonces? (1967)
y The Quatermass Conclusión (1979)),
obras clásicas como El Enigma de Otro
Mundo (de 1951; en 1982 se hizo
una versión con el título de La Cosa, con una muy buena
acogida por parte del público), El Terror
del Espacio Exterior (1958), La Tierra contra los Platillos
Volantes (1956), La Invasión de los Ladrones
de Cuerpos (1956), El Día de los
Trífidos (1963, con una nueva versión en 2009, ambas basadas en una obra
del mismo título de John Wyndham) o La Guerra de los Mundos (versión en cine de 1953
de la obra del mismo título de Herbert George Wells y que fue a su vez emitida
por la radio por Orson Welles, dando lugar a un pánico generalizado, y de la
que no hace demasiado tiempo (2005) se hizo un remake protagonizado por Tom
Cruise que no resultó demasiado bueno), Invasores
de Marte (1953) o la serie Galáctica (1978), de la que recientemente se realizó un remake con bastante acierto
(2003).
De la misma manera, en la década de
los 70 se recuperó la idea de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y se remakeó
con Donald Sutherland como protagonista en La
Invasión de los
Ultracuerpos (1978).
En medio de este maremágnum de guerras interestelares se producen
pequeños destellos de pacifismo: mientras aún estábamos con la fiebre de los
años 40 y 50, surgieron pequeñas joyas como Ultimátum
a la Tierra (originalmente
realizada en 1951, se ha hecho recientemente un remake con no demasiado acierto)
o Vinieron del Espacio (1953), en las que los recién llegados sólo
pretenden advertirnos del peligro nuclear (tan en boga en aquella época) o
arreglar la nave y marcharse, respectivamente. Después de un paréntesis en el
que rebrota con fuerza el militarismo contra el enemigo exterior (durante la
guerra fría los malvados alienígenas representaban a los abominables
comunistas), en los 70 aparece un director que se convierte en abanderado del
contacto pacífico con el espacio exterior, Steven Spielberg: presenta una obra
maestra, Encuentros en la Tercera Fase (1977), que marcará un antes y un después en
nuestra forma de mirar al firmamento. Más tarde, ya en los 80, volverá a dar la
campanada, con un pequeño destello al producir Nuestros Maravillosos Aliados (1987), y sobre todo con ET
(1982), una nueva película sobre
el género que se convertirá en hito. Coetánea de ésta, en una línea similar
aunque no igual, nos encontraremos con Cocoon
(1985), una deliciosa parábola
acerca de la juventud y la tercera edad.
A lo largo de esta época de los 70 y 80 nos encontraremos con otros títulos
emblemáticos relativos a la temática de los alienígenas amistosos como Abyss (1989), Enemigo Mío (1985), Solaris
(1972, basada en la novela del mismo nombre de Stanislas Lem) o la
legendaria Starman (1984). Ya entrados en los 90, Contact (1997) marcará una nueva forma
de interpretar la vida en el universo.
Sin embargo, la idea del pacifismo
no se mantiene durante demasiado tiempo: de ello se encargarían, entre otras,
series de películas como la de la exitosa Alien,
el Octavo Pasajero (1977, 1986, 1992,1997,2004 y 2007), o las de Depredador (1987).
Durante estas últimas décadas se ha
mantenido la tónica, salvo las excepciones de que ya hemos hablado, de la
hostilidad declarada de los extraterrestres; y ya no sólo desde el hecho de que
vengan a invadirnos, sino incluso de atacarnos en cuanto nos ven; de esta
manera, surgen títulos como la oscura y pésima Pitch Black (2000), la apocalíptica Titan A.E. (2000) en formato de
animación, Perdidos en el Espacio (de
1998, basada en una serie del mismo nombre de 1965) con un guión malo y tendente a la aventura fácil, ramplona y sin
complicaciones o una excelente Stargate (1994),
en la que se trata el tema de los dioses antiguos como entidades de otros
mundos.
Más recientemente nos encontraremos
con Star Ship Troopers (1997), basada en el relato “Tropas del
Espacio” de Robert A. Heinlein, con un fuerte componente belicista, Independence Day (1996) o Señales
(2002), de Syamalan, una “explicación” al misterio de los círculos de las
cosechas que, para ser sinceros, no resulta nada convincente, puesto que
comienza con dicho enigma para dar paso a una película típica de invasión alien
sin mayor trascendencia. Y en plan parodia, que más tarde o más temprano algo
en esa línea habíamos de encontrarnos al respecto, tenemos la irreverente Mars Attacks (1996) o Men In Black (1997) y su secuela de 2002.
No podía faltar en esta recopilación
de invasiones alienígenas una historia de conspiraciones gubernamentales como
es la de las películas basadas en la exitosa serie de televisión Expediente X: Expediente X, La Película (1998) y su
continuación, Creer es la Clave
(2008), ambas con un resultado más que discreto, puesto que su argumento y
desarrollo se limitan a convertirlas en un episodio más de la serie, eso sí,
más largo. Los seguidores de Mulder y Scully quedaron muy decepcionados al
comprobar que no aportaban nada de interés a la trama televisiva…
Por último, reseñar un reciente
regreso a la idea de los extraterrestres pacíficos, Avatar (2009), aunque en
este caso el argumento hace un profundo hincapié en la conquista y colonialismo
de los pueblos “inferiores”: no hace falta mucha imaginación para convertir a
los aborígenes de Pandora en indios americanos, hindúes o pueblos
precolombinos, por citar sólo algunos casos, y a los humanos en vaqueros y
soldados del Oeste, ingleses del siglo XIX o españoles del imperio de Felipe
II…
Es evidente que atraen más al
público, y hoy en día aún más que antes, la hostilidad y los efectos especiales
de los disparos y explosiones a mansalva que los mensajes de paz y amor. Y si
además se generan expectativas alrededor de ciertos argumentos por parte de
investigadores, o pseudoinvestigadores, no hace falta nada más para conseguir
taquillazos.
Me explico: de un tiempo a esta parte
hay una tendencia general a interpretar cualquier cosa en términos de
conspiraciones y manipulaciones gubernamentales con fines inconfesables, y el
cine no se iba a escapar de ello; así que resulta que algunos pretenden que
desde los gobiernos están intentando mentalizarnos para el supuesto o posible
contacto con seres de otros mundos a través de estas películas. Stephen
Hawking, el famoso científico, ya ha dado una voz de alarma al respecto, y no
le falta su parte de razón: una civilización de otro planeta no tiene por qué
tener nuestros mismos parámetros mentales, por lo que sus vagabundeos por el
espacio podrían ser potencialmente hostiles. ¿Qué puede haber de cierto en
estos rumores?
A todo esto hemos de añadir la
evolución que la propia ciencia ha obligado a mantener a la ciencia ficción: si
al principio los aliens venían de Marte, poco a poco las distancias se han ido
ampliando y, aunque en parte se sigue manteniendo esa tónica de los marcianos
conquistadores, ya se alude a mundos más lejanos, como Alpha Centauri,
Andrómeda, o mundos inventados en el espacio profundo…
2.- Los viajes de exploración
La humanidad ha dado el salto al
espacio, y comienza la exploración de otros astros a lo largo y ancho del
universo… De momento hemos de conformarnos con el conocimiento más o menos
profundo de la Luna
y Marte, y con enviar sondas de investigación hacia el exterior del Sistema
Solar que nos suministren información de los planetas por los que pasan.
Puesto que la imaginación no tiene
límites y soñar es gratis, tanto en la literatura como en el cine nos hemos
volcado en viajar hasta los mundos más lejanos: tan pronto aterrizábamos en
planetas con peligros desconocidos, como Planeta
Prohibido (realizada en 1956, con el entrañable robot Robby y un jovencísimo
Leslie Nielsen), como seguíamos a
Julio Verne en sus visiones y nos acercábamos a nuestro satélite en De la Tierra a la Luna (1958). Y antes incluso que estos
títulos, algunos directores ya coquetearon con la idea de la exploración
espacial: así, Georges Mélies en 1902 colocó un cohete en uno de los ojos de Selene
en su cinta Viaje a la Luna, y Fritz Lang, en
1929, en la que fue su última película muda, La Mujer en la Luna, nos ofreció la posibilidad de que
estuviera llena de oro…
Sin embargo, no podíamos
contentarnos tan sólo con esto, habíamos de buscar otra vuelta de tuerca y crear
una de las sagas de películas y series más exitosas de la ciencia ficción: Star Trek (1979).
Aunque esté incluida en este
apartado, esta colección de filmes reúne en ella partes de otros apartados: el
enfrentamiento con alienígenas hostiles, el encuentro con otros pacíficos,
incluso con una nave-robot con una formidable inteligencia artificial, el
futuro o el pasado de la humanidad, los viajes por todo el universo e incluso
por el tiempo… Las aventuras de los diferentes capitanes de la nave
interestelar Enterprise han cautivado a mucha gente a lo largo de los años, creando
la corriente conocida como trekkies, aunque la calidad haya sido un tanto
irregular.
Mención aparte merece una de las
obras más emblemáticas de la ciencia ficción: 2001: Una Odisea Estelar (1968), creada al mismo tiempo que Arthur
C. Clarke escribía el libro, una historia en la que al misterio de la
exploración de un enigmático monolito negro de la superficie de Titán, una de
las lunas de Saturno, se le une la maestría de Kubrick para reflejar las
cuestiones derivadas de una inteligencia artificial que cobra conciencia propia
y las emociones y pensamientos de un ser humano enfrentado a la inmensidad de lo
desconocido; posteriormente se lanzaría al mercado 2010: Odisea 2 (1984), pero aunque mantiene una buena calidad no
llega al nivel de la primera.
Y no podíamos cerrar este apartado
sin echar una ojeada a la exploración no ya del cosmos, sino de otros mundos,
cuyo ejemplo más conocido sería Viaje
Alucinante (1966), la historia de una micronave que se introduce en el
cerebro de un profesor para intentar eliminar un coágulo que podría acabar con
su vida, basada en relatos de Isaac Asimov y la novela de Otto Klement y Jay
Lewis Bixby.
3.- Profetizando el futuro de la humanidad
Muchas han sido las películas que se
han dedicado a predecir lo que va a ocurrirle a la humanidad, cuál será el
camino por el que se dirija nuestra civilización, y en general todas han sido
bastante sombrías y oscuras; dentro de ellas podríamos separar las que han
convertido este mundo en una escombrera en la que se sobrevive a duras penas de
las que se limitan a mostrar una sociedad deshumanizada, individualista,
hedonista, en la que se ha aplastado el espíritu soñador o imaginativo de la
raza humana.
a) El Apocalipsis ya está
aquí
Una de las primeras referencias a
este futuro catastrófico fue El Último
Hombre Vivo (1964, con Vincent Price),
basado en la novela “Soy Leyenda”, de Richard Matheson; más adelante, en
1971, se adaptaría este argumento con Charlton Heston como protagonista en un
mundo en el que la humanidad ha sido contaminada por una plaga y exterminada
casi por completo; los supervivientes, en su casi totalidad, han sido convertidos
en unos albinos hostiles a los seres humanos normales, cuyo final inevitable
por la enfermedad es la muerte. Sólo sobrevive un hombre que los da caza sin
piedad, y que más tarde encontrará a un grupo de niños sin infectar, a los que
ayudará creando un suero con su propia sangre, dando lugar a la esperanza de la
humanidad. Esta versión es la que ha pasado a la historia del cine, pues la
original no llegó a cuajar a pesar del buen hacer de su protagonista. En fechas
recientes (2007) se ha hecho una versión protagonizada por Will Smith bajo el
mismo título de la obra que dio origen a la historia: Soy Leyenda…
Herbert George Wells, como novelista
de anticipación, ha dado bastante juego al cine de ciencia ficción: si ya
habíamos visto anteriormente que sirvió de base para la película La Guerra de los Mundos, ahora podemos comprobar
que otra de sus obras más conocidas, “La Máquina del Tiempo”, fue utilizada para rodar El Tiempo en sus Manos (1960), con Rod
Taylor como protagonista llegando hasta un lejano futuro en el que la especie
humana se ha dividido en dos razas, los morlocks depredadores y los eloi
víctimas. Ya en 2002 se efectuó un remake de la obra, alterando notablemente el
hilo argumental y estropeando lo que podría haber sido una más que interesante
película.
Posteriormente, Charlton Heston
protagonizó otra de las series que más marcaron el desarrollo del cine de
ciencia ficción: El Planeta de los Simios
(1968), basada más o menos libremente en la novela del mismo título de
Pierre Boulle. Cada una de las continuaciones era peor que la anterior, hasta
degenerar en un batiburrillo de ideas y argumentos que poco o nada tenían que
ver con el concepto original; en tiempos más recientes (2001) Tim Burton
recogió el testigo e hizo un remake, pero no resultó excesivamente afortunado:
los giros temporales hacían que la trama se complicase en demasía, estropeando
el argumento original.
Durante este tiempo proliferaron los
títulos en los que se trataba esta temática de destrucción y Armagedón: junto
con la conocida película de culto 1997
Rescate en Nueva York (1981) aparecían historias de menor tirón como Runaway (1984) o Stalker (1979).
Más adelante llegó Mel Gibson con
otra celebrada trilogía, la de Mad Max (Mad
Max (1979), El Guerrero de la
Carretera (1981) y Más Allá de la Cúpula del Trueno (1985)).
De nuevo, la destrucción más absoluta se ha cernido sobre el planeta y los
supervivientes, a bordo de todo tipo de vehículos, luchan ferozmente entre sí
por el agua y el combustible.
Y entonces apareció Terminator (1984), con el inefable
Arnold Schwarzenagger, para meternos en el cuerpo el miedo a las máquinas y a
lo que podría suceder si en algún momento llegaban a adquirir conciencia
propia; esta película tuvo tal éxito que se han hecho a posteriori otras tres
películas (1991, 2003, 2009) y al menos una serie de televisión, con una
fortuna bastante irregular: si bien el segundo filme puede ser salvado, desde
luego el tercero no.
No acaba aquí el catastrofismo: si
con Mad Max nos habíamos quedado sin agua, Kevin Costner en Waterworld (1995) prácticamente nos
ahogó en un planeta asolado por una inundación monumental que dejó a los
continentes bajo el mar y a los supervivientes correteando de un lado a otro en
una infumable tropelía de disparos y explosiones a bordo de lanchas y
plataformas marinas.
Por estas épocas seguían surgiendo
obras que mantenían el tono apocalíptico con mayor o menor fortuna, aunque de
vez en cuando se podían contemplar destellos de interés como Doce Monos (1995) o La Isla
(2005).
Ya más recientemente, en 2010, ha
aparecido una película que podría ser considerada un remake de la primera que
hemos citado en este bloque: La Carretera, basada
en la novela homónima de Cormac McCarthy, en la que una catástrofe no desvelada
convierte el mundo en un lugar yermo en el que sobreviven un hombre y su hijo frente
a una humanidad reconvertida en criaturas hostiles.
b) Una humanidad sin libertad
ni imaginación
Uno de los mayores temores de los
autores de ciencia ficción ha sido siempre que la humanidad acabase cayendo en un
estado de dictadura sin cadenas, en un mundo en el que no existiese el
pensamiento libre y que todos estuviéramos condicionados y vigilados para
evitar que pudiésemos obrar de forma distinta a la que el sistema nos imponga;
mediante la ciencia o una lógica retorcida, o ambas, el poder nos mantendría
controlados, aletargados, aborregados, para evitar que pudiésemos siquiera
pensar que el sistema es erróneo y hay que cambiarlo…
Éste es el negro panorama que
reflejan algunas películas como 1984 (irónicamente
de 1984), basada en la novela
homónima de George Orwell, Un Mundo Feliz
(1998, con una posible adaptación en 2011), igualmente surgida de la obra
de Aldous Huxley, la conocida La
Fuga de Logan (1976),
la paródica Brazil de los Monty pitón
(1982), Fahrenheit 451 (1966), basada en una novela de Ray Bradbury, THX 1138 (1971), un de los primeros filmes de George Lucas con
claras reminiscencias de la inmortal obra de Orwell, o Gattaca (1997). En
esta misma línea se encuadraría la que puede ser considerada la obra maestra de
Fritz Lang, Metrópolis (1926), de la que además se puede aventurar sin
demasiado temor a equivocarnos que es una evocación del Golem de Gustav
Meyrinck.
Sin embargo, no todo es tan gris: en
ciertas ocasiones los argumentos cinematográficos han dado un pequeño giro a la
idea general y, en lugar de bloquear la personalidad por completo han permitido
que las personas puedan tener un criterio propio, aunque eso sí, controlado
para evitar los desmanes que, más tarde o más temprano, habrán de producirse;
así, nos encontramos con títulos emblemáticos como La Naranja Mecánica de Kubrick (1971), con su
ultraviolencia gratuita, Soylent Green.
Cuando el Destino nos Alcance (1973),
en la que la empresa que da nombre a la película oculta un terrible
secreto, Robocop (1987), la inmortal Blade Runner (1982), con un Harrison
Ford impresionante y un Rutger Hauer aún mejor en una historia creada a partir
de la obra de Philip K. Dick “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?” o Desafío Total (1990), con un
Schwarzenagger en su mejor momento.
En una línea similar a la del policía
cyborg nos encontramos con títulos más recientes como Judge Dredd (1995), protagonizada por Sylvester Stallone, o Minority Report (2002), del omnipresente
Steven Spielberg, con Tom Cruise ejerciendo de policía en una historia en la
que el simple hecho de pensar en un delito te convierte automáticamente en
convicto.
En este sentido el manga japonés ha
sido un referente de estas antiutopías con títulos como Akira (1988) o Ghost in the
Shell (1995), por citar tan sólo un par de ellas. Y en una cierta estética
entre los filmes del austríaco culturista de nombre impronunciable, este manga
del que acabamos de hablar y un thriller renovado, podemos citar la interesante
El Quinto Elemento (1997), con un
Bruce Willis que aunque no trabaja demasiado mal, tampoco es que descuelle
demasiado.
Pero quizás la mejor manera de
controlar a una población adocenada no sea implantarnos órdenes, sino desviar
nuestra atención hacia temas más intrascendentes o banales, lo que
habitualmente se conoce como pan y circo, esto es, distraernos de lo que es
importante con menudencias que nos tengan ocupados: cuanto menos pensemos, más
felices viviremos. Y ésa es, precisamente, la premisa de una impresionante
película, Almas de Metal (1973), y de
su continuación, Mundo Futuro (1976), con un Yul Brinner apoteósico en su
actuación como robot vaquero asesino en un parque temático dedicado a diversas
épocas históricas: la antigua Roma, la Edad
Media y el Salvaje Oeste.
4.- Space Opera
Guerras
espaciales, rayos láser por todas partes, aventuras en el espacio, naves y
planetas explotando… Es lo que se ha dado en llamar Space Opera, una especie de
subgénero de la ciencia ficción en el que cabe prácticamente de todo, desde las
figuras caballerescas hasta los pícaros más entrañables.
Una
de las primeras películas que podrían encuadrarse en este género es Barbarella, de 1968, una película de
culto basada en un cómic francés con una enorme insistencia en lucir las curvas
femeninas y, en especial, las de su protagonista, Jane Fonda; más adelante
llegaría un clásico como Flash Gordon,
de 1980, basado en el cómic del mismo nombre de 1934, de Alex Raymond, con las
aventuras del protagonista en el planeta Mongo en su lucha contra el malvado
Ming. Y antes de pasar a comentar la serie que marcó, con gran diferencia, el
hito del Space Opera, mencionar un título reciente, de 2005: Serenity, una obra que hereda, al menos
en parte, el argumento de la saga más representativa de este género:
evidentemente estamos hablando de Star
Wars, La Guerra
de las Galaxias, cuyos títulos, aunque sobradamente conocidos, son hasta el
momento 7 sin contar las series realizadas para televisión tanto en formato de
animación como digital:
I: La Amenaza Fantasma (1999)
II: El Ataque de los Clones
(2002)
III: La Venganza de los Sith
(2005)
III B: Las Guerras Clon (2008)
IV: Una Nueva Esperanza (1977)
V: El Imperio Contraataca
(1980)
VI: El Retorno del Jedi (1983)
¿Merece la pena volver sobre la historia?
Tras acabar, al menos aparentemente, con los siniestros Señores Sith, la República vive una larga
temporada de calma y paz, rota al fin por la ambición del Senador Palpatine,
uno de los supervivientes de la oscura sociedad; merced a sus turbios manejos,
provoca una guerra entre las distintas facciones con el objetivo de ser
nombrado Canciller de la
República y, como segundo paso, eliminar la orden de los
Jedi, tarea que prácticamente cumple librándose de tal destino tan sólo Obi Wan
Kenobi, el Maestro Yoda y Annakin Skywalker, éste último manipulado y atraído a
las tinieblas bajo el nombre de Darth Vader (episodios I, II, III y III B).
Nadie sabe que ha tenido dos hijos con la princesa Amidala, que serán los que,
posteriormente, darán cumplimiento a un futuro en que el Imperio de Palpatine
caerá ante las fuerzas rebeldes lideradas por ambos y el pícaro Han Solo
(episodios IV, V y VI).
Esta saga ha resultado ser un caso
verdaderamente curioso: los tres últimos episodios fueron los primeros que se
rodaron y emitieron, con una calidad bastante alta y un seguimiento enorme, a
pesar de ciertas concesiones a la ñoñería con la aparición de los ewoks en la
última entrega; no ha sido hasta más tarde cuando George Lucas decidió contar
la historia del origen de Darth Vader con más pena que gloria; a pesar de la
gran acogida que han tenido, estas películas son mucho más flojas y no tienen
el encanto de las primeras, con el añadido de que se han metido en camisa de
once varas, convirtiendo a Annakin en una especie de Mesías que nace como
Jesús, sin la intervención de un hombre entre otras barbaridades.
Asimismo, se han realizado sesudos
estudios acerca principalmente de la trilogía inicial del ciclo, en los que se
ha comprobado, al menos en apariencia, que hay componentes relacionados con las
experiencias iniciáticas, las teorías acerca de la energía interior y exterior
(ki, chi, prana, etc.) y su canalización, el ciclo artúrico, el Santo Grial, y
muchas otras referencias que resultaría prolijo citar…
5.- Otros temas
En el cine de ciencia ficción se han
tocado otras temáticas no directamente relacionadas con los apartados ya
esbozados, argumentos que se salen, al menos en parte, de una descripción
simplista y directa; entre estos títulos podemos citar Zardoz (1973), la película Dune
(1984), basada en las obras del
escritor Frank Herbert, o la
inclasificable Tron (de 1982, y de la
que se tiene previsto efectuar un remake), una historia de realidad virtual de
la que podríamos aventurar como una predecesora de Matrix (1999), otro de los hitos del cine de ciencia ficción de los
últimos tiempos, con sus secuelas de mayor o menor fortuna: Matrix Reloaded (2001) y Matrix
Revolutions (2005).
A caballo entre el thriller y el
terror, cintas como Cube (1997), de
argumento presidiario, u Horizonte Final
(1997), con una historia entre lo onírico y lo científico, ofrecen una
atmósfera inquietante, tensa, mientras que Atmósfera
Cero (1981) se va casi más hacia la intriga del cine negro.
6.- Las últimas tendencias en la ciencia ficción
Últimamente
se ha podido comprobar que en el mundo cinematográfico, el género de la ciencia
ficción ha sufrido una cierta renovación y, aunque no ha abandonado sus
orígenes más clásicos, ha creado un giro en sus argumentos mediante el que ha
hecho más hincapié en la idea de la inteligencia artificial de las máquinas y
su evolución hacia una conciencia y una vida propia adquiridas. Así, siguiendo
a escritores como Isaac Asimov, han tomado algunas de sus novelas y en base a
ellas se han dirigido películas como Yo
Robot (2004), AI Inteligencia
Artificial (2001) o El Hombre Bicentenario (1999).
A modo de resumen
Evidentemente no están todas las que
son, pero sí son todas las que están. Es probable que se echen de menos algunos
títulos, o que otros no se consideren pertenecientes al género; sin embargo, el
espectro es tan amplio y a la vez tan ambiguo, que resulta complicado deslindar
los diferentes géneros; así, por ejemplo, Alien
podría ser considerado tanto dentro de la ciencia ficción como del terror con
monstruo. He procurado hacer un muestreo lo más representativo posible del
género para mostrar la evolución que la ciencia ficción ha ido sufriendo en el
cine desde sus orígenes.
Un repaso genial al cine de ciencia ficción, me ha encantado!!! Y han salido algunas películas que no he visto, y que pienso ver jejjee
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, José Antonio... No soy un seguidor fiel de la ciencia ficción, pero desde luego sí que he procurado recopilar las películas de culto de las series B y Z, las grandes sagas galácticas excepto Star Trek, de la que la primera es la única que realmente me encantó... Es un tema que me resulta muy interesante por lo que puede conllevar de profético...
Eliminar