sábado, 7 de marzo de 2015

CIENCIA FICCIÓN EN EL CINE



LA CIENCIA FICCIÓN EN EL CINE

José Francisco Sastre García

            Ciencia Ficción. La expresión evoca en nuestra mente imágenes de naves espaciales, pistolas de rayos, seres extraterrestres… Si bien es cierto que en buena parte ésa es la temática que se trata tanto en la literatura como en el cine, también lo es que no se trata de un género que se limite a combates intergalácticos, sino que abarca más aspectos, como son mostrarnos el futuro tal y como el autor pensaba que acabaría por desarrollarse, o hablarnos de la exploración espacial tal y como piensan que se producirá o debiera producirse, etc.
            El mundo del celuloide ha tratado este género con gran asiduidad, con infinidad de películas de todo tipo y pelaje, con mayor o menor fortuna y mayor o menor presupuesto, hasta conformar un tapiz de historias y  remakes a lo largo de un siglo en el que se entremezclan los diversos hilos conductores hasta perder de vista el detalle para quedarnos tan sólo con el conjunto.
            Durante todo este tiempo ha habido muchos cambios en el tratamiento de las ideas expuestas en las películas, una evolución que poco a poco ha ido dando lugar a una nueva manera de enfocar estos temas, hasta el extremo de llegar a aventurarse planteamientos peregrinos y no tan peregrinos acerca del motivo de mostrar determinados argumentos en cada momento, como si una mano oculta pretendiera convencernos o implicarnos en algo…
            Veamos esta evolución desglosada en las diferentes temáticas que abarca la ciencia ficción.

1.- Cuando la humanidad entra en contacto con criaturas del espacio.

            Ésta es la idea más reiterativa del género: la posibilidad de que seres de otros mundos lleguen o hayan llegado a nuestro planeta o entren en contacto con nosotros. ¿Cuáles serían sus intenciones? Básicamente dos: pacíficas u hostiles.
            Si bien en la literatura el género data de hace varios siglos (podrían incluso considerarse pertenecientes a este género el Mahabbarata o el Ramayana entre otras obras a causa de toda la tecnología que aparentemente despliegan), en el cine su gran auge se desata a partir de 1947, cuando se produce el legendario avistamiento de platillos volantes sobre el monte Rainier por parte de Kenneth Arnold. Ya había habido algunas incursiones previas, dictadas por el pensamiento lógico de creer que no estamos solos en el universo.
            Debido a nuestra mentalidad tendemos a olvidar que la nuestra no tiene por qué ser la única forma de vida posible, y de forma científica intentamos encontrar en otros mundos más o menos lejanos (Sistema Solar, Alpha Centauri, Constelación del Cisne…) señales de entidades basadas en el carbono y las condiciones medioambientales de nuestro planeta: de cara, ya partimos de la base de que una especie sólo se puede desarrollar a una distancia concreta de su estrella o estrellas, ni demasiado calor ni demasiado frío, y bajo las condiciones biológicas que impone el carbono: enzimas, ADN, ARN, etc; cierto es que nuestra tecnología sólo nos permite investigar en esa línea, pero también es igualmente cierto que en otros mundos la vida se puede haber desarrollado de otras maneras, basada por ejemplo en el silicio o en el boro, bajo formas y mentalidades que nada tengan que ver con la humana…
            Estos detalles se tuvieron en cuenta desde el principio, dando lugar a películas en las que, salvo algunas excepciones, la idea era clara: los alienígenas tenían el ojo puesto en nuestro planeta y lo querían para ellos. De esta manera, nos encontramos con títulos como los de la saga del Profesor Quatermass (El Experimento del Doctor Quatermass (1956), El Experimento del Doctor Quatermass 2 (1957), ¿Qué Sucedió Entonces? (1967) y The Quatermass Conclusión (1979)), obras clásicas como El Enigma de Otro Mundo (de 1951; en 1982 se hizo una versión con el título de La Cosa, con una muy buena acogida por parte del público), El Terror del Espacio Exterior (1958), La Tierra contra los Platillos Volantes (1956), La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (1956), El Día de los Trífidos (1963, con una nueva versión en 2009, ambas basadas en una obra del mismo título de John Wyndham) o La Guerra de los Mundos (versión en cine de 1953 de la obra del mismo título de Herbert George Wells y que fue a su vez emitida por la radio por Orson Welles, dando lugar a un pánico generalizado, y de la que no hace demasiado tiempo (2005) se hizo un remake protagonizado por Tom Cruise que no resultó demasiado bueno), Invasores de Marte (1953) o la serie Galáctica (1978), de la que recientemente se realizó un remake con bastante acierto (2003).
            De la misma manera, en la década de los 70 se recuperó la idea de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y se remakeó con Donald Sutherland como protagonista en La Invasión de los Ultracuerpos (1978).
            En medio de este maremágnum de guerras interestelares se producen pequeños destellos de pacifismo: mientras aún estábamos con la fiebre de los años 40 y 50, surgieron pequeñas joyas como Ultimátum a la Tierra (originalmente realizada en 1951, se ha hecho recientemente un remake con no demasiado acierto) o Vinieron del Espacio (1953), en las que los recién llegados sólo pretenden advertirnos del peligro nuclear (tan en boga en aquella época) o arreglar la nave y marcharse, respectivamente. Después de un paréntesis en el que rebrota con fuerza el militarismo contra el enemigo exterior (durante la guerra fría los malvados alienígenas representaban a los abominables comunistas), en los 70 aparece un director que se convierte en abanderado del contacto pacífico con el espacio exterior, Steven Spielberg: presenta una obra maestra, Encuentros en la Tercera Fase (1977), que marcará un antes y un después en nuestra forma de mirar al firmamento. Más tarde, ya en los 80, volverá a dar la campanada, con un pequeño destello al producir Nuestros Maravillosos Aliados (1987), y sobre todo con ET (1982), una nueva película sobre el género que se convertirá en hito. Coetánea de ésta, en una línea similar aunque no igual, nos encontraremos con Cocoon (1985), una deliciosa parábola acerca de la juventud y la tercera edad. A lo largo de esta época de los 70 y 80 nos encontraremos con otros títulos emblemáticos relativos a la temática de los alienígenas amistosos como Abyss (1989), Enemigo Mío (1985), Solaris (1972, basada en la novela del mismo nombre de Stanislas Lem) o la legendaria Starman (1984). Ya entrados en los 90, Contact (1997) marcará una nueva forma de interpretar la vida en el universo.
            Sin embargo, la idea del pacifismo no se mantiene durante demasiado tiempo: de ello se encargarían, entre otras, series de películas como la de la exitosa Alien, el Octavo Pasajero (1977, 1986, 1992,1997,2004 y 2007), o las de Depredador (1987).
            Durante estas últimas décadas se ha mantenido la tónica, salvo las excepciones de que ya hemos hablado, de la hostilidad declarada de los extraterrestres; y ya no sólo desde el hecho de que vengan a invadirnos, sino incluso de atacarnos en cuanto nos ven; de esta manera, surgen títulos como la oscura y pésima Pitch Black (2000), la apocalíptica Titan A.E. (2000) en formato de animación, Perdidos en el Espacio (de 1998, basada en una serie del mismo nombre de 1965) con un guión malo y tendente a la aventura fácil, ramplona y sin complicaciones o una excelente Stargate (1994), en la que se trata el tema de los dioses antiguos como entidades de otros mundos.
            Más recientemente nos encontraremos con Star Ship Troopers (1997), basada en el relato “Tropas del Espacio” de Robert A. Heinlein, con un fuerte componente belicista, Independence Day (1996) o Señales (2002), de Syamalan, una “explicación” al misterio de los círculos de las cosechas que, para ser sinceros, no resulta nada convincente, puesto que comienza con dicho enigma para dar paso a una película típica de invasión alien sin mayor trascendencia. Y en plan parodia, que más tarde o más temprano algo en esa línea habíamos de encontrarnos al respecto, tenemos la irreverente Mars Attacks (1996) o Men In Black (1997) y su secuela de 2002.
            No podía faltar en esta recopilación de invasiones alienígenas una historia de conspiraciones gubernamentales como es la de las películas basadas en la exitosa serie de televisión Expediente X: Expediente X, La Película (1998) y su continuación, Creer es la Clave (2008), ambas con un resultado más que discreto, puesto que su argumento y desarrollo se limitan a convertirlas en un episodio más de la serie, eso sí, más largo. Los seguidores de Mulder y Scully quedaron muy decepcionados al comprobar que no aportaban nada de interés a la trama televisiva…
            Por último, reseñar un reciente regreso a la idea de los extraterrestres pacíficos, Avatar (2009), aunque en este caso el argumento hace un profundo hincapié en la conquista y colonialismo de los pueblos “inferiores”: no hace falta mucha imaginación para convertir a los aborígenes de Pandora en indios americanos, hindúes o pueblos precolombinos, por citar sólo algunos casos, y a los humanos en vaqueros y soldados del Oeste, ingleses del siglo XIX o españoles del imperio de Felipe II…
            Es evidente que atraen más al público, y hoy en día aún más que antes, la hostilidad y los efectos especiales de los disparos y explosiones a mansalva que los mensajes de paz y amor. Y si además se generan expectativas alrededor de ciertos argumentos por parte de investigadores, o pseudoinvestigadores, no hace falta nada más para conseguir taquillazos.
            Me explico: de un tiempo a esta parte hay una tendencia general a interpretar cualquier cosa en términos de conspiraciones y manipulaciones gubernamentales con fines inconfesables, y el cine no se iba a escapar de ello; así que resulta que algunos pretenden que desde los gobiernos están intentando mentalizarnos para el supuesto o posible contacto con seres de otros mundos a través de estas películas. Stephen Hawking, el famoso científico, ya ha dado una voz de alarma al respecto, y no le falta su parte de razón: una civilización de otro planeta no tiene por qué tener nuestros mismos parámetros mentales, por lo que sus vagabundeos por el espacio podrían ser potencialmente hostiles. ¿Qué puede haber de cierto en estos rumores?
            A todo esto hemos de añadir la evolución que la propia ciencia ha obligado a mantener a la ciencia ficción: si al principio los aliens venían de Marte, poco a poco las distancias se han ido ampliando y, aunque en parte se sigue manteniendo esa tónica de los marcianos conquistadores, ya se alude a mundos más lejanos, como Alpha Centauri, Andrómeda, o mundos inventados en el espacio profundo…

2.- Los viajes de exploración

            La humanidad ha dado el salto al espacio, y comienza la exploración de otros astros a lo largo y ancho del universo… De momento hemos de conformarnos con el conocimiento más o menos profundo de la Luna y Marte, y con enviar sondas de investigación hacia el exterior del Sistema Solar que nos suministren información de los planetas por los que pasan.
            Puesto que la imaginación no tiene límites y soñar es gratis, tanto en la literatura como en el cine nos hemos volcado en viajar hasta los mundos más lejanos: tan pronto aterrizábamos en planetas con peligros desconocidos, como Planeta Prohibido (realizada en 1956, con el entrañable robot Robby y un jovencísimo Leslie Nielsen), como seguíamos a Julio Verne en sus visiones y nos acercábamos a nuestro satélite en De la Tierra a la Luna (1958). Y antes incluso que estos títulos, algunos directores ya coquetearon con la idea de la exploración espacial: así, Georges Mélies en 1902 colocó un cohete en uno de los ojos de Selene en su cinta Viaje a la Luna, y Fritz Lang, en 1929, en la que fue su última película muda, La Mujer en la Luna, nos ofreció la posibilidad de que estuviera llena de oro…
            Sin embargo, no podíamos contentarnos tan sólo con esto, habíamos de buscar otra vuelta de tuerca y crear una de las sagas de películas y series más exitosas de la ciencia ficción: Star Trek (1979).
            Aunque esté incluida en este apartado, esta colección de filmes reúne en ella partes de otros apartados: el enfrentamiento con alienígenas hostiles, el encuentro con otros pacíficos, incluso con una nave-robot con una formidable inteligencia artificial, el futuro o el pasado de la humanidad, los viajes por todo el universo e incluso por el tiempo… Las aventuras de los diferentes capitanes de la nave interestelar Enterprise han cautivado a mucha gente a lo largo de los años, creando la corriente conocida como trekkies, aunque la calidad haya sido un tanto irregular.
            Mención aparte merece una de las obras más emblemáticas de la ciencia ficción: 2001: Una Odisea Estelar (1968), creada al mismo tiempo que Arthur C. Clarke escribía el libro, una historia en la que al misterio de la exploración de un enigmático monolito negro de la superficie de Titán, una de las lunas de Saturno, se le une la maestría de Kubrick para reflejar las cuestiones derivadas de una inteligencia artificial que cobra conciencia propia y las emociones y pensamientos de un ser humano enfrentado a la inmensidad de lo desconocido; posteriormente se lanzaría al mercado 2010: Odisea 2 (1984), pero aunque mantiene una buena calidad no llega al nivel de la primera.
            Y no podíamos cerrar este apartado sin echar una ojeada a la exploración no ya del cosmos, sino de otros mundos, cuyo ejemplo más conocido sería Viaje Alucinante (1966), la historia de una micronave que se introduce en el cerebro de un profesor para intentar eliminar un coágulo que podría acabar con su vida, basada en relatos de Isaac Asimov y la novela de Otto Klement y Jay Lewis Bixby.

3.- Profetizando el futuro de la humanidad

            Muchas han sido las películas que se han dedicado a predecir lo que va a ocurrirle a la humanidad, cuál será el camino por el que se dirija nuestra civilización, y en general todas han sido bastante sombrías y oscuras; dentro de ellas podríamos separar las que han convertido este mundo en una escombrera en la que se sobrevive a duras penas de las que se limitan a mostrar una sociedad deshumanizada, individualista, hedonista, en la que se ha aplastado el espíritu soñador o imaginativo de la raza humana.

a) El Apocalipsis ya está aquí

            Una de las primeras referencias a este futuro catastrófico fue El Último Hombre Vivo (1964, con Vincent Price), basado en la novela “Soy Leyenda”, de Richard Matheson; más adelante, en 1971, se adaptaría este argumento con Charlton Heston como protagonista en un mundo en el que la humanidad ha sido contaminada por una plaga y exterminada casi por completo; los supervivientes, en su casi totalidad, han sido convertidos en unos albinos hostiles a los seres humanos normales, cuyo final inevitable por la enfermedad es la muerte. Sólo sobrevive un hombre que los da caza sin piedad, y que más tarde encontrará a un grupo de niños sin infectar, a los que ayudará creando un suero con su propia sangre, dando lugar a la esperanza de la humanidad. Esta versión es la que ha pasado a la historia del cine, pues la original no llegó a cuajar a pesar del buen hacer de su protagonista. En fechas recientes (2007) se ha hecho una versión protagonizada por Will Smith bajo el mismo título de la obra que dio origen a la historia: Soy Leyenda
            Herbert George Wells, como novelista de anticipación, ha dado bastante juego al cine de ciencia ficción: si ya habíamos visto anteriormente que sirvió de base para la película La Guerra de los Mundos, ahora podemos comprobar que otra de sus obras más conocidas, “La Máquina del Tiempo”, fue utilizada para rodar El Tiempo en sus Manos (1960), con Rod Taylor como protagonista llegando hasta un lejano futuro en el que la especie humana se ha dividido en dos razas, los morlocks depredadores y los eloi víctimas. Ya en 2002 se efectuó un remake de la obra, alterando notablemente el hilo argumental y estropeando lo que podría haber sido una más que interesante película.
            Posteriormente, Charlton Heston protagonizó otra de las series que más marcaron el desarrollo del cine de ciencia ficción: El Planeta de los Simios (1968), basada más o menos libremente en la novela del mismo título de Pierre Boulle. Cada una de las continuaciones era peor que la anterior, hasta degenerar en un batiburrillo de ideas y argumentos que poco o nada tenían que ver con el concepto original; en tiempos más recientes (2001) Tim Burton recogió el testigo e hizo un remake, pero no resultó excesivamente afortunado: los giros temporales hacían que la trama se complicase en demasía, estropeando el argumento original.
            Durante este tiempo proliferaron los títulos en los que se trataba esta temática de destrucción y Armagedón: junto con la conocida película de culto 1997 Rescate en Nueva York (1981) aparecían historias de menor tirón como Runaway (1984) o Stalker (1979).
            Más adelante llegó Mel Gibson con otra celebrada trilogía, la de Mad Max (Mad Max (1979), El Guerrero de la Carretera (1981) y Más Allá de la Cúpula del Trueno (1985)). De nuevo, la destrucción más absoluta se ha cernido sobre el planeta y los supervivientes, a bordo de todo tipo de vehículos, luchan ferozmente entre sí por el agua y el combustible.
            Y entonces apareció Terminator (1984), con el inefable Arnold Schwarzenagger, para meternos en el cuerpo el miedo a las máquinas y a lo que podría suceder si en algún momento llegaban a adquirir conciencia propia; esta película tuvo tal éxito que se han hecho a posteriori otras tres películas (1991, 2003, 2009) y al menos una serie de televisión, con una fortuna bastante irregular: si bien el segundo filme puede ser salvado, desde luego el tercero no.
            No acaba aquí el catastrofismo: si con Mad Max nos habíamos quedado sin agua, Kevin Costner en Waterworld (1995) prácticamente nos ahogó en un planeta asolado por una inundación monumental que dejó a los continentes bajo el mar y a los supervivientes correteando de un lado a otro en una infumable tropelía de disparos y explosiones a bordo de lanchas y plataformas marinas.
            Por estas épocas seguían surgiendo obras que mantenían el tono apocalíptico con mayor o menor fortuna, aunque de vez en cuando se podían contemplar destellos de interés como Doce Monos (1995) o La Isla (2005).
            Ya más recientemente, en 2010, ha aparecido una película que podría ser considerada un remake de la primera que hemos citado en este bloque: La Carretera, basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, en la que una catástrofe no desvelada convierte el mundo en un lugar yermo en el que sobreviven un hombre y su hijo frente a una humanidad reconvertida en criaturas hostiles.

b) Una humanidad sin libertad ni imaginación
           
            Uno de los mayores temores de los autores de ciencia ficción ha sido siempre que la humanidad acabase cayendo en un estado de dictadura sin cadenas, en un mundo en el que no existiese el pensamiento libre y que todos estuviéramos condicionados y vigilados para evitar que pudiésemos obrar de forma distinta a la que el sistema nos imponga; mediante la ciencia o una lógica retorcida, o ambas, el poder nos mantendría controlados, aletargados, aborregados, para evitar que pudiésemos siquiera pensar que el sistema es erróneo y hay que cambiarlo…
            Éste es el negro panorama que reflejan algunas películas como 1984 (irónicamente de 1984), basada en la novela homónima de George Orwell, Un Mundo Feliz (1998, con una posible adaptación en 2011), igualmente surgida de la obra de Aldous Huxley, la conocida La Fuga de Logan (1976), la paródica Brazil de los Monty pitón (1982), Fahrenheit 451 (1966), basada en una novela de Ray Bradbury, THX 1138 (1971), un de los primeros filmes de George Lucas con claras reminiscencias de la inmortal obra de Orwell, o Gattaca (1997). En esta misma línea se encuadraría la que puede ser considerada la obra maestra de Fritz Lang, Metrópolis (1926), de la que además se puede aventurar sin demasiado temor a equivocarnos que es una evocación del Golem de Gustav Meyrinck.
            Sin embargo, no todo es tan gris: en ciertas ocasiones los argumentos cinematográficos han dado un pequeño giro a la idea general y, en lugar de bloquear la personalidad por completo han permitido que las personas puedan tener un criterio propio, aunque eso sí, controlado para evitar los desmanes que, más tarde o más temprano, habrán de producirse; así, nos encontramos con títulos emblemáticos como La Naranja Mecánica de Kubrick (1971), con su ultraviolencia gratuita, Soylent Green. Cuando el Destino nos Alcance (1973), en la que la empresa que da nombre a la película oculta un terrible secreto, Robocop (1987), la inmortal Blade Runner (1982), con un Harrison Ford impresionante y un Rutger Hauer aún mejor en una historia creada a partir de la obra de Philip K. Dick “¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?” o Desafío Total (1990), con un Schwarzenagger en su mejor momento.
            En una línea similar a la del policía cyborg nos encontramos con títulos más recientes como Judge Dredd (1995), protagonizada por Sylvester Stallone, o Minority Report (2002), del omnipresente Steven Spielberg, con Tom Cruise ejerciendo de policía en una historia en la que el simple hecho de pensar en un delito te convierte automáticamente en convicto.
            En este sentido el manga japonés ha sido un referente de estas antiutopías con títulos como Akira (1988) o Ghost in the Shell (1995), por citar tan sólo un par de ellas. Y en una cierta estética entre los filmes del austríaco culturista de nombre impronunciable, este manga del que acabamos de hablar y un thriller renovado, podemos citar la interesante El Quinto Elemento (1997), con un Bruce Willis que aunque no trabaja demasiado mal, tampoco es que descuelle demasiado.
            Pero quizás la mejor manera de controlar a una población adocenada no sea implantarnos órdenes, sino desviar nuestra atención hacia temas más intrascendentes o banales, lo que habitualmente se conoce como pan y circo, esto es, distraernos de lo que es importante con menudencias que nos tengan ocupados: cuanto menos pensemos, más felices viviremos. Y ésa es, precisamente, la premisa de una impresionante película, Almas de Metal (1973), y de su continuación, Mundo Futuro (1976), con un Yul Brinner apoteósico en su actuación como robot vaquero asesino en un parque temático dedicado a diversas épocas históricas: la antigua Roma, la Edad Media y el Salvaje Oeste.

4.- Space Opera
           
Guerras espaciales, rayos láser por todas partes, aventuras en el espacio, naves y planetas explotando… Es lo que se ha dado en llamar Space Opera, una especie de subgénero de la ciencia ficción en el que cabe prácticamente de todo, desde las figuras caballerescas hasta los pícaros más entrañables.
Una de las primeras películas que podrían encuadrarse en este género es Barbarella, de 1968, una película de culto basada en un cómic francés con una enorme insistencia en lucir las curvas femeninas y, en especial, las de su protagonista, Jane Fonda; más adelante llegaría un clásico como Flash Gordon, de 1980, basado en el cómic del mismo nombre de 1934, de Alex Raymond, con las aventuras del protagonista en el planeta Mongo en su lucha contra el malvado Ming. Y antes de pasar a comentar la serie que marcó, con gran diferencia, el hito del Space Opera, mencionar un título reciente, de 2005: Serenity, una obra que hereda, al menos en parte, el argumento de la saga más representativa de este género: evidentemente estamos hablando de Star Wars, La Guerra de las Galaxias, cuyos títulos, aunque sobradamente conocidos, son hasta el momento 7 sin contar las series realizadas para televisión tanto en formato de animación como digital:

I: La Amenaza Fantasma (1999)
II: El Ataque de los Clones (2002)
III: La Venganza de los Sith (2005)
III B: Las Guerras Clon (2008)
IV: Una Nueva Esperanza (1977)
V: El Imperio Contraataca (1980)
VI: El Retorno del Jedi (1983)

            ¿Merece la pena volver sobre la historia? Tras acabar, al menos aparentemente, con los siniestros Señores Sith, la República vive una larga temporada de calma y paz, rota al fin por la ambición del Senador Palpatine, uno de los supervivientes de la oscura sociedad; merced a sus turbios manejos, provoca una guerra entre las distintas facciones con el objetivo de ser nombrado Canciller de la República y, como segundo paso, eliminar la orden de los Jedi, tarea que prácticamente cumple librándose de tal destino tan sólo Obi Wan Kenobi, el Maestro Yoda y Annakin Skywalker, éste último manipulado y atraído a las tinieblas bajo el nombre de Darth Vader (episodios I, II, III y III B). Nadie sabe que ha tenido dos hijos con la princesa Amidala, que serán los que, posteriormente, darán cumplimiento a un futuro en que el Imperio de Palpatine caerá ante las fuerzas rebeldes lideradas por ambos y el pícaro Han Solo (episodios IV, V y VI).
            Esta saga ha resultado ser un caso verdaderamente curioso: los tres últimos episodios fueron los primeros que se rodaron y emitieron, con una calidad bastante alta y un seguimiento enorme, a pesar de ciertas concesiones a la ñoñería con la aparición de los ewoks en la última entrega; no ha sido hasta más tarde cuando George Lucas decidió contar la historia del origen de Darth Vader con más pena que gloria; a pesar de la gran acogida que han tenido, estas películas son mucho más flojas y no tienen el encanto de las primeras, con el añadido de que se han metido en camisa de once varas, convirtiendo a Annakin en una especie de Mesías que nace como Jesús, sin la intervención de un hombre entre otras barbaridades.
            Asimismo, se han realizado sesudos estudios acerca principalmente de la trilogía inicial del ciclo, en los que se ha comprobado, al menos en apariencia, que hay componentes relacionados con las experiencias iniciáticas, las teorías acerca de la energía interior y exterior (ki, chi, prana, etc.) y su canalización, el ciclo artúrico, el Santo Grial, y muchas otras referencias que resultaría prolijo citar…

5.- Otros temas

            En el cine de ciencia ficción se han tocado otras temáticas no directamente relacionadas con los apartados ya esbozados, argumentos que se salen, al menos en parte, de una descripción simplista y directa; entre estos títulos podemos citar Zardoz (1973), la película Dune (1984), basada en las obras del escritor Frank Herbert, o la inclasificable Tron (de 1982, y de la que se tiene previsto efectuar un remake), una historia de realidad virtual de la que podríamos aventurar como una predecesora de Matrix (1999), otro de los hitos del cine de ciencia ficción de los últimos tiempos, con sus secuelas de mayor o menor fortuna: Matrix Reloaded (2001) y Matrix Revolutions (2005).
            A caballo entre el thriller y el terror, cintas como Cube (1997), de argumento presidiario, u Horizonte Final (1997), con una historia entre lo onírico y lo científico, ofrecen una atmósfera inquietante, tensa, mientras que Atmósfera Cero (1981) se va casi más hacia la intriga del cine negro.

6.- Las últimas tendencias en la ciencia ficción

Últimamente se ha podido comprobar que en el mundo cinematográfico, el género de la ciencia ficción ha sufrido una cierta renovación y, aunque no ha abandonado sus orígenes más clásicos, ha creado un giro en sus argumentos mediante el que ha hecho más hincapié en la idea de la inteligencia artificial de las máquinas y su evolución hacia una conciencia y una vida propia adquiridas. Así, siguiendo a escritores como Isaac Asimov, han tomado algunas de sus novelas y en base a ellas se han dirigido películas como Yo Robot (2004), AI Inteligencia Artificial (2001) o El Hombre Bicentenario (1999).

A modo de resumen

            Evidentemente no están todas las que son, pero sí son todas las que están. Es probable que se echen de menos algunos títulos, o que otros no se consideren pertenecientes al género; sin embargo, el espectro es tan amplio y a la vez tan ambiguo, que resulta complicado deslindar los diferentes géneros; así, por ejemplo, Alien podría ser considerado tanto dentro de la ciencia ficción como del terror con monstruo. He procurado hacer un muestreo lo más representativo posible del género para mostrar la evolución que la ciencia ficción ha ido sufriendo en el cine desde sus orígenes.

2 comentarios:

  1. Un repaso genial al cine de ciencia ficción, me ha encantado!!! Y han salido algunas películas que no he visto, y que pienso ver jejjee

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    1. Muchas gracias por tu comentario, José Antonio... No soy un seguidor fiel de la ciencia ficción, pero desde luego sí que he procurado recopilar las películas de culto de las series B y Z, las grandes sagas galácticas excepto Star Trek, de la que la primera es la única que realmente me encantó... Es un tema que me resulta muy interesante por lo que puede conllevar de profético...

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