lunes, 17 de noviembre de 2014

EL REY ARTURO



LA LEYENDA DEL REY ARTURO:
REALIDAD Y FICCIÓN TRAS UN MITO LEGENDARIO

José Francisco Sastre García

            Resulta curioso comprobar cómo algunos personajes históricos o pseudohistóricos (entendido tal término como figuras de las que no hay una constancia clara de su existencia tal y como los conocemos habitualmente) escapan por completo a su propia cronología para anclarse en el nebuloso terreno de las leyendas y los mitos, yendo mucho más allá de lo que podría suponer su vida real: Federico II Barbarroja, Ricardo Corazón de León, Robin Hood, Merlín, Sigfrido... o el que nos ocupa en esta ocasión, el rey por antonomasia, Arturo de Camelot, el monarca que encarna los ideales de justicia y caballerosidad de la época medieval, aunque a juzgar por los datos de que se dispone resulta muy poco probable, por no decir imposible, que llegara a conocer los tiempos de las justas y el amor cortés.
            También resulta cuando menos sorprendente ver, a tenor de lo anteriormente comentado, el hecho de que la mayoría de los personajes que he citado pertenecen al ámbito de las islas británicas. Pienso que probablemente se debe a que los ingleses siempre han sido más propensos al estudio de la historia y al análisis de su pasado y el de otros países, aunque también parece cierto que esa tendencia es, por definirla de alguna manera, chauvinista: las investigaciones sobre las figuras de otros países suelen ser más imparciales, pero en cuanto a sus antepasados… curiosamente suelen salir de forma habitual bastante bien parados de los rastreos históricos.
            Pero volvamos a la imagen de Arturo, y comprobemos hasta dónde llega el mito y hasta dónde la realidad histórica: no es fácil deslindarlo por completo, pero es seguro que algunos datos podrían ser muy clarificadores al respecto.
            Para empezar, el germen de la leyenda del rey de Bretaña, tal y como la conocemos en la actualidad, fue compuesto por Geoffrey de Monmouth en el siglo XII, introduciendo al personaje dentro de su Historia de los Reyes de Britania, tomando para ello como base documentos anteriores a los que había conseguido tener acceso. Comencemos por un resumen de este ciclo que ha ido creciendo con el paso del tiempo…

La leyenda

            En el origen está Uther Pendragon, rey en un tiempo en que la magia aún campaba a sus anchas por el mundo, teniendo como uno de sus asesores al igualmente mítico mago Merlín.
Este monarca hizo un viaje al castillo de Tintagel, donde conoció a Ygraine, la señora de la fortaleza junto a su esposo, Gorlois, y de la que se encaprichó perdidamente. Puesto que no encontró ninguna manera de seducirla sin provocar un incidente, pidió ayuda al hechicero, que había viajado con él, quien le dio mágicamente el aspecto del castellano durante un tiempo en que éste estaba fuera; completamente engañada, la dama yació con Uther y le dio un hijo, Arturo.
Ygraine tenía tres hijas con su marido, una de las cuales sería primordial para el desarrollo del ciclo: Morgana, aunque a veces se menciona en este delicado papel a otra de ellas, Morgause.
Merlín había conseguido arrancar una promesa a su monarca: el hijo que naciera de esa ilícita unión no sería criado en el castillo de su padre como su heredero, sino que sería entregado al mago para que dispusiera de él como lo considerara conveniente, por lo que el niño fue alejado de su herencia y entregado a un caballero, sir Héctor, que tenía a su vez otro hijo, Kay, para que lo criara sin que supiera de su origen.
Al mismo tiempo, el hechicero, con los planes perfectamente trazados, tomó una espada mágica, Excalibur (de la que, en realidad, habría que plantearse si era verdaderamente mágica o no, puesto que no se dice o no se sabe nada de nada acerca de ella, prácticamente ni su origen: ni siquiera se mencionan sus poderes, tan sólo que resultaba sagrada o, al menos, muy importante para el desarrollo de los acontecimientos), guardada por Viviana/Nimueh, la Dama del Lago (antigua discípula suya, por cierto), y la clavó profundamente en una roca, lanzando la profecía de que, en un futuro, alguien llegaría que la sacaría y se convertiría en el rey legítimo.
El tiempo fue pasando y Uther murió, dejando el reino en el caos: los señores luchaban entre sí por ver quién se alzaría al trono, hasta que Merlín mostró la roca con la espada y les recordó a todos la profecía: de inmediato todos los nobles se pusieron a la tarea de arrancar el arma de la piedra, pero nadie era capaz de moverla lo más mínimo.
Durante este tiempo en que Arturo vivía ignorante de sus orígenes, conoció a su hermanastra Morgana, que por cierto también poseía poderes mágicos; no sabiendo de su parentesco con ella la sedujo, engendrando a quién sería más adelante su Némesis: Mordred.
Quiso la Providencia, o más probablemente el manejo de un tortuoso mago, que Arturo y Kay pasaran por el lugar donde se producían los intentos de alzarse con el trono; entre chanzas y bromas, al joven heredero, tomado como un vulgar campesino, se le sugirió que probara a extraer la espada, desafío que finalmente aceptó: sin el más mínimo esfuerzo la empuñó y, de un tirón, la alzó ante él, dejando a todos los que se congregaban a su alrededor atónitos. Merlín intervino entonces, anunciando que Arturo era el sucesor de Uther, el elegido para llevar al reino hacia la prosperidad.
Las semillas de la discordia estaban plantadas: nadie aceptaba tal decisión, no había pruebas de que fuera el hijo del fallecido monarca, tan sólo un advenedizo, y en cualquier caso hubiera sido un bastardo indigno de ceñirse la corona; por tanto, no tardaron en estallar de nuevo las guerras.
Parte de los nobles acabaron sometiéndose a Arturo, que creó el castillo de Camelot, mientras otros forjaban sus propias alianzas contra él: tras largos años de cruentas batallas, el rey consiguió someter a todos los señores y establecer la paz.
Uno de sus aliados era el rey de Cameliard, que tenía una hermosa hija llamada Ginebra; cuando Arturo la vio nació el amor entre ellos y se casaron, ascendiendo la princesa al trono de Camelot.
Para mantener la paz y la justicia, el monarca creó la Tabla Redonda, una enorme mesa alrededor de la cual se sentaban sus principales caballeros, doce en total (según las versiones había unos cuantos más, pero básicamente se mantiene el número doce o un múltiplo), dejando un asiento vacío al que se conocía como el “asiento peligroso” en el que nadie debía sentarse porque al parecer estaba asignado a Dios o a algún tipo de divinidad: veamos quiénes eran algunos de estos caballeros…

  1. Lanzarote del Lago (Lancelot)
  2. Galehaut (¿No será una variación de Galahad ?)
  3. Galahad (Galaad)
  4. Tristán
  5. Gawain
  6. Dagonet
  7. Perceval (Parsifal)
  8. Geraint
  9. Gareth
  10. Kay
  11. Lamorak
  12. Gaheris
  13. Bedevere
  14. Agravain
  15. Bors
  16. Sagramore
  17. Calogrenant
  18. Ywain (¿Gawain ?)
  19. Erec
  20. Pelleas
  21. Palamedes
  22. Dinadan

A partir de ese momento comienzan las aventuras de los caballeros, y entramos de lleno en el ciclo griálico, que desarrollaron Wolfram von Eschembach, Chretien de Troyes o Robert de Boron entre otros.
La dicha y la prosperidad del reino no habían de durar: mientras Arturo estaba empeñado en sus andanzas contra dragones y otras criaturas míticas y desfaciendo entuertos de todo tipo, su esposa Ginebra y Lancelot, que más que su mejor caballero era su más leal amigo, se enamoraron; y el secreto se mantuvo durante un breve tiempo. En el ínterin, Merlín decidió abandonar el reino e irse a vivir con su amante Viviana a Broceliande donde, traicionado por ésta, fue enclaustrado para no volver a ser visto jamás.
Mordred aprovechó toda esta situación para poner en marcha sus planes: puso al descubierto la infidelidad, por lo que Lancelot hubo de huir de Camelot y Ginebra fue repudiada.
El caos volvió de nuevo al reino, las luchas estallaron una vez más, y el rey consiguió pacificarlo por fin con grandes esfuerzos, hasta que apareció su hijo al frente de un gran ejército dispuesto a derrocarlo y apoderarse de todo.
Arturo y Mordred se enfrentaron en la definitiva batalla de Camlann, en la que se hirieron mutuamente de gravedad: el monarca de Camelot fue embarcado en una nave que lo llevaría a la mítica isla de Avalon, donde viviría a la espera de regresar algún día para liberar a su pueblo de la injusticia.
Excalibur fue arrojada al lago, donde la recogió la Dama del Lago, guardándola a buen recaudo hasta que el rey regresara.

El personaje

            El Rey Arturo encarna un ideal de caballería que, como ya hemos comentado, fue creado como tal en el siglo XII; es una figura totalmente idealizada, el rey justo y sabio que se rodea, a su vez, de virtuosos caballeros y consejeros con los que lleva a su reino a una época de justicia, prosperidad y felicidad rayana en la utopía, a una edad dorada.
            Entendido de esta manera podemos dictaminar que tal personaje no pudo existir: nadie real es capaz de encarnar tanta pureza de alma y espíritu, tanta justicia, siempre hay sombras detrás, más o menos tenebrosas, imposibles de esconder; por ello, y sabiendo que existen documentos en los que se menciona una figura que podría encajar, en parte, con lo que sabemos de Arturo, es factible pensar que en algún momento alguien fue capaz de unificar Gran Bretaña bajo un único mando. La cuestión es averiguar quién era y cómo se llevó a cabo tal unión, y para ello nada mejor que analizar los hechos históricos de que disponemos con el fin de localizar el motivo por el cual se creara la necesidad de la unificación.
            Detrás de este personaje subyacen otros conceptos asociados con el ideal de caballería del que ya hemos hablado: la lealtad férrea e inmutable al amigo o al Señor, el código de honor entre caballeros, la entrega a las causas nobles, e incluso el amor cortés que cantarían los trovadores a lo largo de toda la Edad Media.
            Pero aún hay más alrededor de esta figura: su apellido, Pendragon, ofrece una serie de matices interesantes de observar: el término se puede interpretar al menos de dos maneras:

  • “Hijo del Dragón”, lo cual puede llevarnos a pensar en el símbolo tradicional británico, esto es, el dragón rojo de Gales, en pugna con el dragón blanco invasor; o también en alguna forma cristiana de demonización, tal y como veremos más adelante; o incluso, apurando especulaciones, en alguna sociedad secreta o discreta que perdure a través del tiempo y llegue al menos hasta la guerra con los turcos. Pero esta última idea no parece demasiado factible por la época en que se desarrolla, a no ser que se trate de una corriente subterránea que intenta mantener las viejas costumbres a toda costa…
  • “Jefe de jefes”, lo que podría traducirse libremente como rey.

Arturo es, a su vez, otro de esos personajes históricos o pseudohistóricos que parecen encarnar un arquetipo predeterminado, la marca de un cambio de una era a otra: como ya se ha hablado en otros artículos de esta serie, hay una serie de parámetros que se repiten alrededor de estas figuras, y que parecen indicar, cuando menos, una transmisión del conocimiento de unos momentos a otros. Sin profundizar demasiado en el tema, veamos unos ejemplos:

  • Osiris es asesinado y descuartizado por su hermano Set. Cuando Isis recupera los trozos del muerto y los recompone para revivirlo, propicia el renacimiento del dios y su transmutación de divinidad de la vida hacia el dios supremo de los muertos.
  • Balder el Justo (o el Bravo), uno de los dioses del panteón nórdico, es asesinado por el ciego Hoder a instigación de Loki, el Señor de las Mentiras, lo que provocará el comienzo del Ragnarok, el fin de los tiempos.
  • Jesús es entregado por Judas Iscariote y crucificado, lo que conducirá a la aparición y ascenso imparable del cristianismo.
  • Sigfrido es asesinado por el traidor Hagen de Tronje, lo que provocará una cadena de venganzas que destruirá el reino de los burgundios.
  • Arturo es asesinado por su hijastro Mordred, lo que provocará el fin de la era dorada de Camelot.

Evidentemente, los paralelismos van más allá, pero no es éste el lugar para desarrollar todas las asociaciones que se pueden hacer entre unos y otros personajes. ¿A qué obedece esto? ¿A una tradición transmitida y reelaborada, o a un esquema cíclico que se repite cada cierto tiempo para renovar una época aparentemente agotada?

Datos históricos

Tras lo que sería la salida definitiva de las últimas legiones romanas de Britania en el año 407 de nuestra era, los britanos romanizados se vieron acosados por las tribus del norte, principalmente los pictos (de origen no celta). Mientras dichas tribus iniciaban un avance hacia el sur, el campesinado y las clases más bajas de los britanos volvían a las tradiciones celtas más arraigadas, un factor que se unía a la escasa resistencia que los britanos podían oponer. Ante la desesperada situación, los britanos trataron de buscar ayuda en el general romano Aecio, que no pudo hacer nada debido a la muy delicada situación del imperio en el continente.
Un gran contingente de sajones, así como los anglos, los jutos, los frisones y posiblemente francos, invadieron o emigraron a la isla a comienzos de la Edad Media, en la misma época en que la autoridad romana decaía en Occidente. Los sajones llevaban siglos acosando las costas oriental y meridional de Britania, lo que llevó a la construcción de una serie de fuertes costeros llamados litora Saxonica o costa sajona, y muchos sajones y otros pueblos pudieron asentarse en estas zonas como granjeros mucho antes del fin del dominio romano en Britania.
Sin embargo, según la tradición inglesa, los sajones y otras tribus llegaron a Britania por primera vez en masa tras un acuerdo para proteger a los britones de las incursiones de los pictos de las que ya hemos hablado, los irlandeses y otros. Según fuentes como la Historia Brittonum, las primeras oleadas habrían sido dirigidos por dos hermanos, Hengist y Horsa, a quienes el rey británico Vortigern, hacia el 450, permitió asentarse con su pueblo en la isla de Thanet, contratándolos como mercenarios para defender los pueblos contra los pictos. Hengist y Vortigern negociaron para que el primero recibiera más tierras y permitiera que llegasen más colonos, lo que abrió el camino al asentamiento germánico en la isla de Gran Bretaña.
Algunos autores dudan de la existencia de Hengist y Horsa, puesto que sus nombres significan «Semental» y «Caballo», por lo que pudieran tener reminiscencias más mitológicas que históricas. En lo que se refiere a la arqueología, hay testimonios de la presencia de mercenarios germánicos en los alrededores de Londres desde los primeros años del siglo V. Es muy probable que llegara con ellos la leyenda de Sigfrido, con lo que ello podría conllevar…
Los historiadores se encuentran divididos sobre lo que ocurrió entonces: algunos argumentan que los anglosajones dominaron pacíficamente el sur de la isla; no obstante, disponemos de un único relato de un britano nativo que vivió en esta época, llamado Gildas, y su descripción es de una invasión en toda regla:
“Pues el fuego... se extendió de costa a costa, avivado por las manos de nuestros enemigos en el Este, y no cesó, hasta que destruyó todas las ciudades y tierras cercanas, alcanzó el otro lado de la isla, y hundió su lengua roja y salvaje en el océano occidental. En estos asaltos... todas las columnas cayeron por los golpes del ariete, todos los granjeros se pusieron en fuga, junto con sus obispos, sacerdotes y el pueblo, mientras la espada relucía, y las llamas ardían en torno a ellos por todos lados. Era lamentable contemplar, en el medio de las calles yacían lo alto de las torres, abatidas hasta el suelo, piedras de altos muros, altares sagrados, fragmentos de cuerpos humanos, cubiertos con ropas lívidas de sangre coagulada, que parecían haber sido apretados todos juntos en una prensa; y sin ninguna posibilidad de ser enterrados, excepto en las ruinas de las casas, o en los estómagos hambrientos de las bestias salvajes y las aves; con reverencia ha de hablarse de sus almas santas, si, de hecho, hubo muchos que fueron llevados entonces, al santo cielo por los santos ángeles... Algunos, por lo tanto, de los miserables que quedaron, llevados a las montañas, fueron asesinados en gran número; otros, constreñidos por el hambre, se entregaron a la esclavitud para siempre en manos de sus enemigos, corriendo el riesgo de que los mataran inmediatamente, lo que de verdad era un gran favor que podía hacérseles: otros marcharon más allá de los mares con altas lamentaciones en lugar de la voz de la exhortación... Otros, comprometiendo la salvaguarda de sus vidas, que estaban en continuo riesgo, aún permanecieron en su país, marchando a las montañas, precipicios, los bosques densos y a las rocas del mar (aunque con corazones temblorosos)”.
Este período es bautizado por la historiografía inglesa como Dark Age, Era Oscura, debido al caos organizado por la llegada de los invasores germánicos y los problemas políticos derivados de la separación de la Bretaña romana en diversos reinos; como consecuencia de todo esto, el despoblamiento masivo, ligado a la destrucción bélica y a las epidemias derivadas de tal situación, favorecieron la germanización a partir sobre todo del siglo VI, momento en que los sajones conforman cuatro reinos al sur de la isla:

  1. Sajones del Este: crearon el reino de Essex.
  2. Sajones del Sur: liderados por Aelle, crearon el reino de Sussex.
  3. Sajones del Oeste: liderados por Cerdic, crearon el reino de Wessex.
  4. Sajones medios: crearon la provincia de Middlessex, más efímera, puesto que fue anexada a la tierra de los anglos, Anglia, para los normandos ("hombres del Norte", del reino de Nor, del "camino o ruta hacia Nor", de donde proviene "ennortarse" o "encontrar el Norte", Norway o Noruega) afincados en Francia Angleterre (Inglaterra).

Los sajones mostraron igualmente una resistencia muy fuerte al cristianismo, el cual acabó por ganar el reino de Kent a comienzos del siglo VII, bajo la influencia del misionero Paulino.

La investigación

            Empecemos por el principio, e intentemos deslindar la historia del mito:

  • La Historia de los Reyes de Bretaña, de Geoffrey de Monmouth, en el siglo XII, comienza con la fundación de Gran Bretaña por Bruto, nieto de Eneas, protagonista de La Eneida de Virgilio, y prosigue citando reyes como Lear, Cimbelina o Cole entre otros, hasta llegar a Arturo, que ocupa una quinta parte del libro. Aparecen nombres familiares para todos nosotros, pero la acción se desarrolla en el siglo V y no aparecen la Tabla Redonda, Lanzarote, Galahad o el Santo Grial.
  • La Tabla Redonda es introducida por Robert Wace, canónigo de Bayeux, en 1154, en su Roman de Brut, una transcripción de la obra de Monmouth con ampliaciones poéticas.
  • Camelot aparece en Ivain, el Caballero del León, de Chrétien de Troyes (1177). También introduce la relación amorosa entre Lanzarote y Ginebra.
  • Robert de Boron añade la historia de la juventud de Arturo alrededor de 1200, desarrollando la importancia de Merlín en su destino. Al mismo tiempo, redactó la historia más antigua que se conoce acerca de la primitiva historia del Santo Grial y su incorporación al ciclo artúrico.
  • Alrededor de 1230, Le Roman de Tristan de Leonis incorpora la leyenda de Tristán e Isolda, elaborada anteriormente por diversos autores, entre los que cabe citar Chrétien de Troyes, Thomas de Inglaterra (1160), Eilhart de Oberg (1170) o Beroul (1190), a la saga de Arturo.
  • Galahad hace su primera aparición en el ciclo Vulgata, llamado así por ser considerado la biblia de la saga artúrica, entre 1215 y 1230.

El Arturo histórico aparece en tres documentos escritos, uno de ellos contemporáneo del personaje y dos de unos 400-500 años después, lo que puede implicar un embellecimiento de la historia e incluso que falten partes importantes del texto:

  • El documento más antiguo sobre Arturo es De Excidio et Conquista Britannie (Sobre la Caída y la Conquista de Bretaña), escrito por un monje llamado Gildas con posterioridad a la batalla de Badon, en la que supuestamente Arturo derrotó de forma definitiva a los sajones estableciendo 50 años de paz, y probablemente todavía en vida del supuesto rey. No es una historia formal, sino una diatriba contra cinco reyes contemporáneos, de cuyo abominable comportamiento creía el monje que se derivaría la destrucción de la nación. Distorsionando hechos para apoyar sus tesis recoge los peores momentos de la historia britana; poco amante de mencionar nombres de personas y lugares históricos, afirma únicamente que los britanos acaudillados por Ambrosius Aurelius, una figura de la que apenas conocemos nada y a la que algunas versiones del mito aluden como hermana de Uther Pendragon, pudieron vencer gracias a la ayuda de Dios: “A partir de aquel momento, a veces vencieron los britanos y a veces el enemigo, hasta el año del sitio de Mount Baden, que fue prácticamente la última derrota de las huestes del patíbulo (los sajones)”. El hecho de mencionar esta victoria en un libro destinado a ilustrar los errores de los britanos puede dar a entender la veracidad del acontecimiento y que estaba reciente, por lo que resultaba difícil tergiversarlo. Pero también es cierto que no hay una mención expresa a Arturo, y que si se incluye en los estudios sobre el mito es porque una de las teorías que circula es, precisamente, que podría tratarse de este misterioso Ambrosius Aurelius.
  • En la Historia Brittonum, fechada alrededor del siglo IX, y atribuida a Ninnius, aunque se cuestiona esta autoría, podemos leer lo siguiente:
En aquella época aumentó el número de sajones en Gran Bretaña. Sin embargo, después de la muerte de Hengist, su hijo Octha se trasladó desde el Norte hasta la región de Cantii (Kent), y con él comenzó la dinastía de los reyes de Cantii.
Luego Arturo combatió contra ellos (sigue una lista de 12 batallas), resultando ganador en todas ellas”.
Es probable que se tratara de distintas campañas: el hijo de Hengist se llamó Oisc o Aesc, reinando en 488. Murió en 512, sucediéndole su hijo Octha. Si Arturo luchó contra Octha, el 518 de los Annales Cambriae para la batalla de Badon resultaría correcta.
En esta obra, Arturo aparece no como rey, sino como dux bellorum, una especie de jefe militar que resulta decisivo para el triunfo de Monte Badon, puesto que él solo acaba con… ¡960 enemigos!
  • En los Annales Cambriae, fechados alrededor del siglo X, encontramos dos reseñas:
·         c. 518. Batalla de Badon, en la que Arturo llevó sobre sus hombros durante tres días y tres noches la cruz de nuestro Señor Jesucristo y los britanos vencieron”. La antigua palabra galesa scuid (hombros) se parece mucho a scuit (escudo), lo que podría hacer suponer que Arturo llevó una efigie de la cruz en su escudo y que la batalla se desarrolló durante tres días.
·         c. 539. Batalla de Camlann en la que murieron Arturo y Mordred. Y hubo una epidemia en Gran Bretaña e Irlanda”.
La datación de la batalla de Badon, que hubo de resultar muy importante para los britanos, coincide con la de la Historia Brittonum, pero puede estar indicando meramente que estos Anales se basaron en el texto anterior para asignar las fechas.

            No son las únicas fuentes que suelen utilizarse para intentar probar la existencia de Arturo. Entre otras, podemos citar:

  • el poema galés Y Gododdin, de Aneirin, formado por varias composiciones elegíacas compuestas en honor de los britanos del reino de Gododdin caídos en combate contra los anglos, a finales del siglo VI. En una de sus estrofas se menciona a un héroe que "sació a los negros cuervos en las murallas de la ciudad, aunque él no era Arturo". Esta referencia resulta polémica: por un lado, existe debate acerca de la fecha del poema y, dentro del mismo, de los versos mencionados: la horquilla de fechas iría desde el siglo VII hasta el siglo IX o incluso X; por otro, se debate también hasta qué punto esta mención de Arturo puede hacer referencia a un personaje histórico, ya que también podría tratarse de un héroe mítico. En cualquier caso, la impresión general diríase la de un personaje histórico convertido en mítico: recordemos que la figura de Arturo se va engrandeciendo con el paso de los años.
  • En el libro de Taliesin se contiene un poema, Preiddeu Annwn, en el que se relata el viaje del Rey Arturo a Annwn, el inframundo galés, para llevarse de aquél lugar un caldero mágico entre cuyas propiedades se encontraba la de proporcionar comida en abundancia. Aunque el poema es atribuido a Taliesin la recopilación data del siglo XIV, por lo que no hay garantía de su autoría real y su datación histórica.
  • El Llyrf Coch Hergest (Libro Rojo de Hergesuno), escrito entre 1382 y 1410 es uno de los manuscritos medievales más importantes de la literatura galesa. Entre otros textos, cuenta con una copia en galés del Roman de Brut (1155), los relatos de Y Mabinogi, y poesías de algunos bardos medievales importantes.
  • El material más antiguo pertenecería al Llyfr Du Caerfyddin (Libro Negro de Caermarthen) (siglos XII-XIII) que incluye los poemas más antiguos en lengua celta galesa sobre el rey Arturo y el mago Merlín.
  • El manuscrito conocido como Mabinogion, del siglo XIV, contiene varias referencias a la leyenda de Arturo:
o   En el Libro Blanco de Rydderch, en sus relatos 9, 10 y 11, se deja sentir la influencia de la primitiva leyenda del rey Arturo según la versión de Geoffrey de Monmouth.
o   En el relato Lludd a Llefelys se narran las batallas del dragón rojo con un dragón blanco invasor, relato que por la vía del libro Historia Britonum, pasa a integrarse en la leyenda artúrica a través del personaje de Merlin.
§  La Crónica Anglosajona describe los sucesos desde el punto de vista anglosajón y, por lógica, no menciona a Arturo ni la batalla de Badon. Si figura en este compendio es porque resulta extraño que no mencione una importante batalla sajona acaecida entre 514 y 552, lo cual puede hacer suponer que, en efecto, a los sajones les resultó muy duro admitir esta derrota y prefirieron que no figurara en sus anales.
            Una vez comprobadas estas fuentes y visto que son escasas y no excesivamente fiables en lo tocante al asunto que nos atañe, podemos centrar la idea de que el personaje histórico, si realmente existió, hubo de hacerlo entre los siglos V y VI. ¿Quién pudo ser? Veamos las distintas interpretaciones que se han hecho al respecto.

1.- Ambrosius Aurelius

 

            Algunos investigadores han creído ver en la figura de este personaje el germen del mito de Arturo; basándose sobre todo en los datos relativos a la batalla de Badon, se ha pensado que tal vez los britanos lo tomaron como héroe debido a la decisiva campaña contra los sajones que consiguió frenarlos durante algún tiempo.

            En algunas fuentes antiguas se indica que Vortigern lo temía, y que al final de una de las campañas contra los sajones le cedió una fortaleza y le dio un poder territorial y político bastante amplio, siendo citado incluso como “rey de reyes”, lo que podría entroncar con el apelativo Pendragon que ya hemos comentado previamente.

Es una teoría sugerente y atractiva, incluso plausible, aunque planean sobre ella algunos detalles que obligan a replantearse dicha interpretación.

            Para empezar, por su nombre podemos suponer que era de origen romano o, por lo menos, romanizado, y de hecho así se le cita en estas fuentes, procedente de una familia noble romana asesinada por los invasores; así pues, la primera pregunta que surge en nuestra mente es: ¿los pueblos celtas británicos se hubieran unido para formar un frente común bajo la bandera de un romano? Cierto es que la vida hace extraños compañeros de cama, por lo que tal vez la perentoria necesidad de detener el avance de los invasores tuvo como efecto aceptar el liderazgo de un hombre versado en tácticas militares que habían funcionado a lo largo de todo el mundo conocido.

            Para continuar, nos encontramos con el escollo de su propio nombre: si en apariencia no se le da el apelativo de Hombre-Oso (Arth-Gur), puesto que en los textos contemporáneos se cita ya este apodo por un lado y a Aurelius por otro, debemos pensar que se trata de personas distintas. Cierto es que el artífice de las victorias suele ser el jefe militar, pero ¿por qué cambiarle el nombre? ¿O es que los celtas, para evitar el término romano, prefirieron renombrarlo?

            Aparentemente tampoco encaja la idea de que fue derrocado por su hijo o sobrino, puesto que no disponemos de datos al respecto como de otras interpretaciones del mito, por lo que, al menos de momento, habremos de quedarnos con esta idea como una posibilidad…

 

2.- Artorio

 

Según la teoría inicialmente propuesta por Kemp Malone, el personaje real que originó la leyenda pudo haber sido un militar romano llamado Lucio Artorio Casto (Lucius Artorius Castus), que vivió en el siglo II de nuestra era y llegó a ser praefectus de la VI Legión Victrix y dux en una expedición a Armórica. Según Malone, el antropónimo "Artorius" pudo haber evolucionado hasta convertirse en "Arthur". En 1994, Littleton y Malcor añadieron un argumento para apoyar la identificación de Arturo con Artorio: según ellos, ciertos elementos de la leyenda artúrica (por ejemplo, la espada en la roca, el Santo Grial o el regreso de la espada de Arturo al lago) podrían tener un origen escita y estar relacionados con un personaje mítico llamado Batraz, y la única época en que se sabe con certeza que hubo escitas en Gran Bretaña fue precisamente el siglo II, cuando Artorio fue el comandante de un contingente de caballería sármata. Sin embargo, los elementos supuestamente escitas mencionados por Littleton y Malcor no aparecen en la leyenda artúrica hasta fecha muy tardía: no están presentes en la obra de Geoffrey de Monmouth, y alguno de ellos sólo se inserta en la leyenda en el siglo XV, en La muerte de Arturo, de Thomas Malory. Esta teoría, por lo tanto, no ha suscitado consenso entre los estudiosos: aunque no es descartable, retrotrae en exceso el mito a momentos muy tempranos y obvia las escasas referencias del siglo VI para sustituirlas por las pocas que haya a Artorius.

 

3.- Riothamus

 

El historiador Geoffrey Ashe mantiene que el rey Riothamus (un título honorífico que vendría a significar algo así como "rey supremo"), que vivió en el siglo V, y es mencionado en la obra del historiador Jordanes, escrita a mediados del siglo VI, es el personaje que originó la leyenda de Arturo. Riothamus envió un ejército a la Galia hacia 470 para apoyar al emperador romano Antemio en su guerra contra los visigodos, pero fue derrotado por ellos. Ésta podría ser una solución al enigma, pero no explica por qué se cambia el nombre a Arturo en lugar de mantener el original para engrandecerlo.

4.- Athrwys ap Meurig

 

Los historiadores aficionados Baram Blackett y Alan Wilson han sugerido que muchas de las historias del sur de Gales asociadas con el Rey Arturo podrían referirse de hecho a Athrwys ap Meurig, posiblemente rey de Glamorgan y de Gwent. Este monarca vivió, según la opinión más extendida, durante el siglo VII; sin embargo, Blackett y Wilson consideran que vivió a comienzos del siglo VI. En el curso de sus investigaciones han hecho algunos relevantes descubrimientos arqueológicos: en 1983 descubrieron una lápida en Mynydd-y-Gaer en Glamorgan, con una inscripción que reza "Rex Artorius, Fili Mavricius", y en 1990 una cruz de electro (aleación de oro y plata) con la inscripción latina "Pro Anima Artorius" ("Por el alma de Artorio").
Por su parte, Chris Barber y David Pykitt han identificado también a Arturo con Athrwys ap Meurig utilizando un método similar. Ellos opinan, sin embargo, que emigró a Bretaña (noroeste de Francia) para convertirse en San Armel, que está enterrado en Saint-Armel-des-Boschaux.
En todo caso el vínculo de estos hallazgos arqueológicos con Athrwys es discutible debido a la endeblez de los datos y pruebas que se aportan al respecto: si las inscripciones encontradas nombran a Artorius, ¿cómo llegan a la asociación de Arturo con Athrwys? Y no sólo eso: ¿en base a qué planteamiento retrotraen su reinado en todo un siglo contra la opinión más extendida?
Además de todo esto, en la base de esta hipótesis se encuentran, al parecer, unas motivaciones tendentes a defender el vínculo del mito artúrico con la identidad galesa, de modo que otras hipótesis de origen serían vistas como "antigalesas" y, por tanto, erróneas desde su misma base.

5.- Owain Ddantgwyn

 

Otra versión del mito artúrico es la de Owain Ddantgwyn. Este personaje fue un caudillo britano descendiente de Cunneda y de sangre Votadini que reinó en Powys a finales del siglo V. Aunque a primera vista su nombre no coincida, puede ser una derivación gaélica de su apodo “el Oso” ya que en gaélico oso se pronuncia Arth. Se le podía haber conocido con el sufijo britano –gur que significa “hombre”. Esta teoría también arguye que Owain Ddantgwyn fue rey de Powys en el período que va desde la victoria britana de Badon hasta el saqueo de la capital Viroconium. Ésta llegó a ser la ciudad más importante de Britania gracias a su posición estratégica y al mandato de Owain Ddantgwyn. Curiosamente este monarca fue vencido por su sobrino Maglocunus: tal y como nos dice Gildas, “En los primeros años de tu juventud venciste al rey, tu tío, y a sus valientes tropas, mediante el fuego la lanza y la espada”. Y fue enterrado en los alrededores del estanque de Berth, cerca del pueblo Baschurch, como el resto de los reyes de Powys. Una investigación en este lugar podría desvelar, o haber desvelado, algún detalle al respecto de esta identificación.
Evidentemente, parece haber una relación entre el combate final entre Arturo y Mordred, y también en el hecho de que a Arturo se lo conoce con diversos apelativos: el Jabalí de Cornualles, y también el Oso o el Hombre-Oso, que vendría a ser la traducción de Arthur. ¿Son suficientes estos datos para asociar la leyenda con este rey? Puesto que parecen encajar la época, los apodos y algunos detalles mencionados por Geoffrey de Monmouth, tal vez…

6.- La interpretación del “Hombre-Oso”

            La reinterpretación del término Arth-gur, del que ya hemos hablado, se presta a muchas hipótesis, a cual más fascinante: una de ellas es la más obvia, que se refiriera a una persona de gran envergadura o con la ferocidad del animal, aunque algunos investigadores han planteado líneas distintas:

a)      Manteniendo la idea del personaje como un romano o celta romanizado, se baraja la posibilidad de que estuviera aludiendo a la piel de animal con la que se cubrían los yelmos de los signiferes o portaestandartes de centuria de las legiones romanas, generalmente de lobo aunque también los había de otros animales, como el oso, el zorro o el león. De esta manera, al seguir esta hipótesis nos encontraríamos ante un héroe de la batalla de Badon al que, de poco más que soldado, se lo engrandecería hasta la figura que llegó a ser.
b)      Otra especulación podría ser la del berseker, el guerrero nórdico que durante la batalla entraba en un trance de locura que lo empujaba a una absoluta temeridad y desprecio por su vida con tal de llevarse con él a la mayor cantidad posible de enemigos. Según algunas interpretaciones, el término berseker se deriva de las pieles con que se cubrían en ocasiones, tanto de oso como de lobo o venado, lo que entroncaría con la etimología gaélica del arth-gur. Sin embargo, este caso parece ser totalmente descartable, pues esta figura llega con las invasiones vikingas, de las que la primera constancia aparece en el 793 d.C., en el siglo VIII, cuando la leyenda de Arturo había comenzado ya a forjarse, a no ser que prefiramos pensar que ya andaban montando gresca en tiempos tan tempranos como los siglos V-VI.

7.- Arturo el guerrero

Arturo era un guerrero insignificante que combatía en las fronteras escocesas y que fue elevado a la fama por los britanos cuando necesitaron la ayuda psicológica de un héroe nacional. Algunas de estas batallas del norte están establecidas, pero esto no explica por qué en la leyenda ha quedado tan relacionado con Gales y la zona del Oeste, por lo que no parece demasiado probable que podamos ubicarlo como fuente del mito, además del hecho de que no parece muy probable que las victorias de estas batallas no fueran tan importantes o decisivas como para utilizar al personaje como el gran rey en que fue convertido...

8.- Arturo el héroe

La importancia de Badon se hizo patente 50 años más tarde, cuando los anglosajones gobernaban Gran Bretaña y los britanos habían sido confinados en Gales, Cornualles y Britania, soñando con un hombre que los condujese algún día a la victoria final sobre los opresores sajones. Arturo, héroe de la decisiva batalla en Badon, era el que mejor podía encarnar a esta figura, por lo que pudo haber sido el personaje al que acudir para engrandecerlo y convertirlo en el libertador de la patria.

9.- Arturo el tirano

Aquí nos encontramos con una serie de referencias que desestabilizan la idea habitual que tenemos del rey Arturo. Si analizamos las Vidas de santos, nos tropezaremos con una sorpresa:

  • Vida de San Cadoc (1100): Arturo es considerado como una persona perversa, ávida de riquezas.
  • Vida de San Padern: se menciona con desprecio un “cierto tirano llamado Arturo”.
  • Vida de San Gildas: describe a Arturo como un tirano y un Rex Rebellus (revolucionario, en el sentido de advenedizo).

¿Por qué esa animosidad por parte de la Iglesia cuando ya todo el mundo lo consideraba un héroe? Es evidente que no puede proceder de un insignificante jefe de las fronteras escocesas o un oscuro guerrillero de la zona occidental. ¿Qué fue lo que hizo para hacerse acreedor de tal censura? ¿Tal vez, como gobernante, defender el estilo de vida antiguo, intentando mantener vivo el antiguo paganismo celta a pesar de la fuerza que ya tenía el cristianismo? ¿Es posible que estemos ante el engrandecimiento de una figura que defendió contra viento y marea lo que a todas luces resultaba una herejía ante la Iglesia, y un motivo de enorgullecimiento para un pueblo que nunca dejó de reivindicar sus raíces? ¿O quizás el héroe, cuando se alzó al trono, se convirtió en un tirano para su propio pueblo? Si hubiera sido esto último resulta bastante probable que hubiera habido alguna mención de tal hecho en algún documento de la época: no olvidemos que, por ejemplo, a Vortigern se le considera un tirano en algunos escritos…

Y con esto pasamos a la muerte de Arturo, del que se dice, según la tradición habitual, que yace en la isla de Avalon esperando el momento para volver a liberar su tierra de la opresión; aunque según otras versiones, duerme en una cueva natural, bajo su país natal…
En 1191 se exhumó, supuestamente, el cadáver de Arturo en Glastonbury. ¿Por qué se llegó a semejante conclusión? En la época que nos ocupa, alrededor del siglo VI, Glastonbury estaba rodeada de pantanos, que lo convertían en una verdadera isla, por lo que los galeses lo llamaban Ynys Avallon (Isla de las Manzanas). Hasta aquí todo parece perfectamente coherente.
Para empezar, nos encontramos con cuatro relatos relativos a la exhumación del rey. Y si bien es cierto que difieren en los detalles, al menos todos parecen coincidir en dos puntos:

  • Que la tumba de Arturo se encontró entre dos pirámides de piedra (una detallada historia de Glastonbury, escrita entre 1129 y 1139 por William Malmesbury, revela que éstas eran en realidad unas cruces pertenecientes al antiguo cementerio).
  • Que dentro o debajo del “ataúd” había una cruz con la siguiente inscripción: “HIC IACET SEPULTUS INCLITUS REX ARTHURIS CUM WENNEVERIA UXORE SUA SECUNDA IN INSULA AVALLONIS” (Aquí reposa el famoso Rey Arturo, junto con su segunda mujer Ginebra, enterrados en la isla de Avalon).

Esta cruz estuvo perfectamente localizada hasta el siglo XVIII, cuando se encontraba en la cercana ciudad de Wells, pero posteriormente desapareció. Si la reproducción contenida en la sexta edición de la Britannia de Carden es una fiel copia del original, la datación epigráfica de la escritura demuestra que la cruz no es del siglo VI, en que supuestamente murió Arturo, ni del siglo XII, en que se exhumó el cadáver, sino del siglo X.
Sabemos que en el siglo X el obispo Dunstan elevó el nivel del suelo del cementerio y lo rodeó con un muro. Es muy posible que durante el transcurso de estos trabajos se encontrase la tumba de Arturo y se retirase el monumento que había encima, colocando la cruz de plomo en la tumba como identificación.

En 1962 unos arqueólogos excavaron la zona donde se decía que había estado la tumba de Arturo, encontrando pruebas de la existencia de una fosa de la que podría haberse extraído un monumento de piedra, así como un gran agujero que habría sido excavado y rellenado entre los años 1180 y 1191. Constituye pues una prueba de que los monjes de Glastonbury exhumaron un cadáver en 1191. Pero, ¿era realmente la tumba de Arturo? Se ha dicho que todo era un truco de los monjes, y de hecho la sombra del fraude para conseguir mayor afluencia turística o cualquier otro motivo que se nos pueda ocurrir planea aún sobre este descubrimiento, pero nadie ha conseguido desmentir ni categorizar con certeza que ahí estuviera realmente la tumba del más mítico monarca de las Islas Británicas...

Conclusiones

            Si hemos de dar crédito a la exposición anteriormente citada, la conclusión a la que podemos llegar es que Arturo, de existir, pudo ser un britano galés que vivió entre los siglos V y VI, que luchó contra los sajones y se convirtió en un héroe gracias a las batallas que ganó hasta la crucial derrota que infligió a sus enemigos los sajones en el Monte Badon, allá por el 518 aproximadamente. Es posible que fuera el Ambrosius Aurelius que cita Gildas, pero también lo es que pudiera tratarse de uno de sus capitanes o incluso de uno de sus portaestandartes, que aún practicaba los usos romanos del yelmo revestido de piel animal, que destacó sobremanera en los combates y que posteriormente fuera declarado poco menos que héroe nacional… También es factible pensar, aunque en la historiografía no haya rastros que permitan pensar tal cosa, que consiguiera llegar a gobernar un territorio más o menos amplio, y que tal reinado, debido a la época en que vivió, fue posiblemente muy breve, siendo destronado por su hijo o sobrino; probablemente intentó mantener la raíz celta a toda costa, enfrentándose con la Iglesia cristiana que pretendía erradicarla para imponer su propia religión, por lo que consiguió, por una parte, el apoyo del pueblo que mantenía las antiguas tradiciones, y por otra, el desprecio en el mejor de los casos, por no hablar de la excomunión o ser declarado hereje, por parte del obispado cristiano. Aunque también parece posible que no fuese el rey justo y benevolente que todos piensan, y que gobernase con mano de hierro…
            En cualquier caso, de todo esto se infieren una serie de detalles que desmitifican por completo al personaje: nada de amor cortés, nada de Santo Grial, nada de Tabla Redonda ni de tortuosos nudos novelescos en los que aparecen dragones, seres elementales del paganismo británico y otras criaturas similares; es muy probable que en la construcción de esta figura influyera otro de los personajes legendarios, Merlín el mago (Myrddin), del cual ya se ha hablado en otro artículo; y si la versión de la exhumación de la tumba de Arturo en 1191 es cierta, que Ginebra no fue su primera esposa, sino la segunda, y que fue enterrado en Glastonbury. La mayoría de sus caballeros, por no decir todos, no son sino mitos ideados para reforzar la idea general de un monarca justo e igualitario que trae la unidad y la paz al mundo; o, en el mejor de los casos, personajes reales novelados de manera que sus atributos se diluyen en un marasmo de virtudes y maravillas diseñadas para asombrar y moralizar al lector acerca de lo conveniente que resulta mantener el sentido del honor y la lealtad por encima de todo, y las bondades del amor cortés…
            Supongamos el siguiente escenario: siglo VI, el rey Vortigern ha sido derrocado por los mercenarios germánicos que contrató para unificar el Sur de la isla, y ahora éstos (anglos, sajones, jutos…) campan a sus anchas por todo el territorio, recibiendo aportes del continente y conquistándolo todo. Los pueblos celtas británicos han conseguido reunir un ejército combinado lo suficientemente potente como para enfrentar al invasor bajo el mando de un medio desconocido general llamado Ambrosius Aurelius, romano o celta romanizado a juzgar por el nombre, y poco a poco van batiendo a sus enemigos a lo largo de una serie de batallas en las que descuella un soldado, oficial o quizás noble, cuyo nombre probablemente no sea Arturo, puesto que éste parece ser un apodo (Arth-gur, Hombre-oso, lo que podría estar indicando el aspecto físico del sujeto o un carácter irascible, salvaje, o incluso, como ya hemos sugerido, un yelmo cubierto con una piel de oso) que más adelante acabará transformándose en nombre propio; por fin, en 518, en la batalla de Badon, el poderío sajón es frenado de forma definitiva (al menos hasta pasados unos cuantos años de paz), y las hazañas de este personaje lo encumbran hasta un puesto de poder, probablemente como una especie de “señor feudal”, desde donde comienza un “reinado” en el que intenta mantener las antiguas tradiciones frente a la Iglesia cristiana, empeñada en acabar con ellas; tiene dos esposas, la segunda de ellas de nombre Gwenyvere, y con el tiempo su hijo, o quizás su sobrino, lo derroca a su vez en la batalla de Camlann, en el 539; a su muerte es enterrado en una isla rodeada de pantanos… Dejo a la opinión del lector la coherencia de esta composición.
           
Bibliografía

Cuando entramos en la temática del Rey Arturo, nos metemos en un mundo casi inabarcable: desde los primeros tiempos que ya hemos comentado hasta todas las obras que han salido posteriormente retomando el tema una y otra vez, la cantidad de novela, teatro, poesía, etc., que han surgido de la pluma de los escritores ha sido inmensa, por lo que intentar abarcarla aquí por completo se convierte en misión imposible; por tanto, procuraremos dar una reseña lo más fiable posible, teniendo siempre en cuenta que es casi seguro que algunas historias se nos quedarán en el tintero.
  
  • De Excidio et Conquista Britannie (Sobre la Caída y la Conquista de Bretaña), Gildas. s.VI.
  • Y Gododdin, Aneirin. Finales del siglo VI
  • Historia Brittonum, Ninnius. Alrededor del siglo IX.
  • Annales Cambriae. Alrededor del siglo X.
  • Roman de Brut, Robert Wace. 1154.
  • Historia de los reyes de Britania, Geoffrey de Monmouth. S. XII.
  • El caballero de la carreta, El caballero del león, Erec y Enid, El cuento del Grial, Chrétien de Troyes. S. XII.
  • Le Bel Inconnu, Renaut de Beaujeu. S. XII.
  • Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, Robert de Boron. S. XII-XIII
  • Lanzalet, Ulrich von Zatzikhoven. 1194.
  • Wigalois, Wirnt von Grafenberg. S. XIII.
  • Die Krone, Heinrich von dem Türlin. S. XIII.
  • El joven Titurel, Albrecht von Scharfenberg. 1270.
  • Brut, Layamon. 1190.
  • Llyfr Du Caerfyddin (Libro Negro de Caermarthen), siglos XII-XIII.
  • Erec y Iwein, Hartmann von Aue. Alrededor de 1200.
  • Queste du Saint Graal, anónimo. 1230.
  • Parzival, Wolfram von Eschenbach. S. XIII.
  • Lanzarote-Grial, también conocido como el ciclo de La Vulgata. 1240. Comprende Lancelot (Lanzarote), y Estoire del Saint Graal (sobre José de Arimatea), Mort Artu y Estoire de Merlín.
  • Sir Gawain y el Caballero Verde, s. XIV.
  • Preiddeu Annwn, Taliesin, recopilación s. XIV.
  • Llyrf Coch Hergest (Libro Rojo de Hergesuno), escrito entre 1382 y 1410.
  • Mabinogion, siglo XIV.
  • La muerte de Arturo (Le Morte d'Arthur), Thomas Malory. 1485.
  • Life of King Arthur From Ancient Historians and Authentic Documents, Joseph Ritson. 1825.
  • Idilios del Rey (Idylls of the King) y La Dama de Shalott, Alfred Tennyson. 1856-1885.
  • Un yanqui en la corte del Rey Arturo (A Connecticut Yankee in King Arthur's Court), Mark Twain. 1889, una conocida historia de aventuras que empieza como una comedia y finaliza en tono más épico.
  • El Santo Grial, Emilia Pardo Bazán. 1899.
  • Time and the Witch Vivien, W. B. Yeats.
  • La tierra baldía, T. S. Eliot. 1922.
  • Der Erwählte, Thomas Mann. 1951.
  • Merlín e Familia, Álvaro Cunqueiro. 1955.
  • The Once and Future King, T. H. White. 1965.
  • Trilogía de Merlín: La cueva de Cristal, Las colinas huecas y El último encantamiento, Mary Stewart. 1972.
  • Sobre el mar bajo la tierra, Susan Cooper. 1972.
  • Los Hechos del Rey Arturo y sus Nobles Caballeros y la segunda parte de esta obra, El Caballero de las Dos Espadas, John Steinbeck. 1976.
  • Las nieblas de Avalón, Marion Zimmer Bradley. 1982. La historia del mito artúrico vista desde el punto de vista de las mujeres que figuran en él: Morgana, Ginebra…, y donde los personajes masculinos no es que no salgan bien parados, sino que resultan no ser un motor muy potente para el desarrollo de la leyenda.
  • El mundo es un pañuelo, David Lodge. 1988.
  • La Torre Oscura (The Dark Tower); serie de siete libros escritos por Stephen King. El Rey Arturo es representado en Mundo Medio como Arthur Eld, el primer pistolero que existió de su estirpe que protege a la Torre Oscura. 1982-2004.
  • Las 21 lecciones de Merlyn, Douglas Monroe. que narra el entrenamiento y aventuras del joven Arturo junto a su maestro Merlyn el druida. Este libro es más un manual Druida que una novela.
  • El dragón y el unicornio, A. A. Atanasio. 1997.
  • Cronicas del Señor de la Guerra, Bernard Cromwell. 1995-1997.
  • Esencia Oscura, Tim Powers. Merlín, como criatura atemporal, vive el asedio de Viena entre unos personajes únicos y extraordinarios en una aventura digna de elogio. 2000.
  • Ginebra, Reina del país del verano (2001), Lanzarote, el caballero del lago sagrado (2000) y Galahad, el Hijo del Santo Grial (2001), Rosalind Miles.
  • Artorius, César Vidal. 2006.
  • Gauriel von Muntabel, Konrad von Stoffeln. 2007.


En 1937 Harold Foster comenzó a publicar en prensa la tira de prensa Príncipe Valiente, que forma parte del imaginario moderno y que actualmente se publica en más de 300 periódicos estadounidenses.
El éxito arrollador de Las nieblas de Avalón de Marion Zimmer Bradley abriría la puerta a una innumerable secuencia de libros, tanto de ficción como de ensayo alrededor del ciclo artúrico, lo que generó un boom literario que continúa a principios del siglo XXI, en el que destacan autores como Stephen R. Lawhead (El Ciclo de Pendragon), Jack Whyte (Las Crónicas de Camulod) o T. A. Barron (Las Aventuras del Joven Merlín) entre muchos otros.
Como nota curiosa dentro de este entorno, podemos mencionar que la versión original del personaje de Marvel Comics denominado Caballero Negro se sitúa también en la corte del Rey Arturo.

Medios audiovisuales

La situación que hemos mencionado en el apartado de la bibliografía es similar en los medios audiovisuales, por lo que procuraremos abarcar un espectro lo más amplio posible, sin olvidar que siempre se pueden quedar elementos en el tintero.

Películas

  • 1949 Las Aventuras de Sir Galaad, serie de 15 episodios.
  • 1953 Los caballeros del rey Arturo; dirigida por Richard Thorpe.
  • 1954 El caballero negro; dirigida por Tay Garnett.
  • 1954 El Príncipe Valiente; dirigida por Henry Hathaway.
  • 1967 Camelot; dirigida por Joshua Logan. Se trata no tanto de una película, como de un musical.
  • 1972–1973 Arturo de Bretaña; serie británica de HTV.
  • 1974 Lancelot du Lac; dirigida por Robert Bresson.
  • 1975 Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores, también conocida como Monty Python y los caballeros de la mesa cuadrada; dirigida por Terry Gilliam y Terry Jones. Una parodia irreverente y descarnada sobre el ciclo artúrico que no consigue el éxito arrollador que tuvieron otras películas de este grupo de geniales humoristas.
  • 1981 Excalibur; dirigida por John Boorman. Posiblemente la versión más espectacular de la saga, pero también una más de las que caen en la interpretación medievalista.
  • 1995 El primer caballero, también conocido como Lancelot; dirigida por Jerry Zucker. Se trata de una variante un tanto atípica, en la que se mantiene el espíritu caballeresco y la ambientación no parece tan medievalista como en la mayoría.
  • 1998 Merlín; filme de Hallmark Entertainment.
  • 2001 Las brumas de Avalón; miniserie de TNT basada en la obra de Marion Zimmer Bradley.
  • 2004 El rey Arturo: La verdadera historia que inspiró la leyenda; dirigida por Antoine Fuqua, en la que se apoya la tesis del romano Artorio Casto como inspirador del mito, aunque hay detalles extraños, como una Ginebra de origen picto.
  • 2007 La última legión; dirigida por Doug Lefler. En esta película se introducen detalles como el origen de Excalibur, aunque el mito se altera, adaptándolo a la tesis de Ambrosius Aurelius.
  • 2008 Merlín, también conocida como Las aventuras de Merlín; serie de BBC One. Acerca de esta serie ya he hablado en el artículo sobre este hechicero, así que lo único que puedo comentar es la conclusión que expuse en su momento: cualquier parecido con el ciclo artúrico es pura coincidencia.
  • 2005–2009 Kaamelott; serie francesa de M6.

Animación

  • 1963 Merlín el encantador, también conocida como La espada en la piedra; película animada de Walt Disney Pictures, en la que se narran las peripecias del joven Arturo.
  • 1966 Arthur! and the Square Knights of the Round Table; serie animada australiana.
  • 1979 El rey Arturo; anime de Toei Animation.
  • 1992 El rey Arturo y los caballeros de la justicia; serie animada de Golden Films, C&D Entertainment y Bohbot Entertainment.
  • 1998 La espada mágica - en busca de Camelot; película animada de Warner Bros.
  • 2005 Los desastres del rey Arturo; serie animada británica.

 

Ópera

 

  • Henry Purcell: King Arthur (1691), libreto de John Dryden
  • Richard Wagner: Tristan und Isolde (1865), libreto del compositor
  • Richard Wagner: Parsifal (1882), libreto del compositor
  • Hubert Parry: Guinevere (1886)
  • Amadeu Vives: Arthús (1897), primera ópera del autor.
  • Isaac Albéniz. Merlín, ópera, 1897-1902, pero estrenada parcialmente en 1950 y completa en 2003.
  • Ernest Chausson: Le Roi Arthus (1903)
  • Rutland Boughton: The Birth of Arthur (1909), libreto de Reginald Buckley
  • Harrison Birtwhistle: Gawain (1991), libreto de David Harsent

Curiosidades en torno al mito

  • De Eduardo I. “El Confesor” se puede decir, entre otras cosas, que era un entusiasta de las leyendas artúricas hasta el extremo de otorgar a muchas ciudades el privilegio de usar escudos en los que aparece el emblema que representaba heráldicamente al Rey Arturo, es decir, las tres coronas. Ésta es la razón por la que se populariza este emblema en Inglaterra, encontrándose actualmente incluso en el escudo de la Universidad de Oxford.
  • La obsesión por Arturo y su descendencia (de la cual, que se sepa, no hay constancia alguna, por lo que difícilmente nadie puede declarar ser descendiente directo suyo) llegaron a tales extremos en las monarquías británicas que el primer monarca de la casa Tudor, Enrique VII, insistió a toda costa en su reclamación como heredero directo del mítico monarca, hasta el punto de que los investigadores de la época identificaron Winchester como Camelot y el Rey hizo nacer allí a su primer hijo, al que hizo bautizar como Arturo. Este Príncipe de Gales no llegó siquiera a reinar, siendo sucedido por Enrique VIII.

2 comentarios:

  1. ¡Fantástico!, una información digna de valorar. ¡Gracias José Francisco!

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    1. Buenas noches, Fernando, y muchas gracias por tus palabras. Me alegro de que el artículo te haya gustado, he procurado exponer todas las hipótesis, o al menos la mayoría de las que andan por ahí...

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