domingo, 16 de noviembre de 2014

VLAD TEPES III, EL EMPALADOR



VLAD EL EMPALADOR
DEL SADISMO HISTÓRICO AL TERROR LITERARIO

José Francisco Sastre García
           
No hay mucha gente que sepa a quién aludimos cuando mencionamos al príncipe o voivoda Vlad Tepes; sin embargo, si decimos que por obra y gracia de Bram Stoker se convirtió en el príncipe de las tinieblas, en Drácula, entonces ya no cabrá duda alguna de a quién nos estamos refiriendo.
El vampiro por excelencia, el noble consumido por la oscuridad que se levanta una y otra vez de la tumba para chupar la sangre a los vivos, parece tener su origen en un sanguinario sujeto que vivió allá por el siglo XV en las regiones de Valaquia y Transilvania, a la sazón asaltadas por los frentes oriental y occidental por los turcos y los húngaros respectivamente, un tiempo en el que no había sitio para la debilidad so pena de resultar aplastado por las guerras y conjuras que se desarrollaban en este rincón de Europa…
            Pocos personajes hay que hayan sufrido una transformación tal como la de este noble, cuya imagen ha quedado indeleblemente unida a la del vampiro más famoso de todos los tiempos. No en vano, se trató de uno de esos hombres que entraron a formar parte de la historia no precisamente por sus buenos actos, sino más bien por una actitud, por definirla de una manera suave, agresiva. Comprobemos qué hay detrás de esta figura…

El personaje

            Conocido como el Empalador (en rumano sería “Tepes”, por lo que la expresión Vlad Tepes el Empalador sería redundante) por una costumbre que ya veremos más adelante, Vladislaus o Vlad III nace en Sighisoara (en la Valaquia transilvana, Rumania) en noviembre de 1431; como uno de los tres hijos legítimos de Vlad Dracul, expresión que viene a significar tanto “dragón” como “demonio”, adquirirá el sobrenombre de Draculea, hijo de Dracul. Y, como comprobaremos, hay motivos de sobra para que cualquiera de las dos acepciones sea válida: la traducción de Dracul como demonio viene impuesta por el cristianismo, ya que en realidad esta expresión le venía dada al padre de nuestro protagonista debido a su pertenencia a una organización conocida como la Orden del Dragón, una honorífica orden de caballería creada por el emperador Segismundo en 1408. Al parecer, Vlad Tepes no llegó a pertenecer a ella.
            Durante el siglo XV Europa se vio fuertemente asediada por el imperio otomano, y en especial la región de Rumanía sufrió la dureza del yugo turco; al mismo tiempo, el reino de Hungría buscaba también expansión en estas tierras. No es de sorprender, por tanto, que hayan llegado hasta nuestros días historias acerca de las crueldades y carnicerías que unos y otros practicaron cada vez que tuvieron ocasión.
Para empezar, diremos que Vlad fue entregado a los invasores otomanos, junto con su hermano Radu, cuando contaba sólo con 13 años, y permaneció en dicha situación hasta que cumplió los 17. Fue criado por el mismo Murat II (padre de Mehmet II, el cual lo tuvo como a un hermano) en ciudades como Adrianópolis, Egniojsor, Ened y Ninfamén, con el propósito de evitar una nueva traición por parte del padre de Vlad.
Cuando volvió de este exilio supo que en 1447 su padre, Vlad Dracul, había muerto apaleado y a su hermano Mircea le habían quemado los ojos con un hierro candente antes de enterrarlo aún con vida. Ambos hechos fueron ordenados por el conde Juan Hunyadi (antiguo aliado de Vlad II) y apoyados por los boyardos (nombre genérico con el que se designaba a la aristocracia local), a los cuales Vlad tuvo desde entonces odio eterno. Con su carácter irascible y volcánico, toma el poder de Valaquia, aunque a pesar del apoyo turco resulta ser depuesto casi de inmediato; durante el tiempo que permaneció alejado estuvo viajando por los lugares limítrofes de Valaquia buscando apoyos para reconquistar el trono. Se sabe que en este tiempo contactó con su primo Esteban el Grande de Moldavia, quien lo ayudaría en el futuro contra los turcos cuando éste se convirtió en voivoda de su país. Además aprendió varias tácticas político-militares. Llegó incluso a estar en la corte de Juan Hunyadi, el cual, impresionado por su conocimiento de los turcos y su odio del sultán turco Mehmed II, lo perdonó y lo tomó como consejero. Eventualmente, se convertiría en el candidato húngaro al trono de Valaquia.
Cuando Vlad supo que los turcos habían sido rechazados por los húngaros se lanzó al ataque del poder que ostentaba Vladislav II, apoyado por los húngaros y la población de origen alemán y protegido de los turcos. Junto con un contingente de Transilvania, que lideró acompañado por un noble de la Casa de Báthory, derrotó al voivoda e hizo que lo ejecutaran en la plaza pública de Târguşor (cerca de Târgovişte, la antigua capital de Valaquia, justo donde había muerto su hermano). Una vez convertido en príncipe, en 1456, los reinos cristianos lo reconocieron como tal.
La primera parte del reinado de Vlad estuvo dominada por la idea de eliminar amenazas a su poder, especialmente de grupos de nobles como los boyardos, a los cuales, como ya se ha dicho, profesaba un odio atroz. Esto se consiguió por eliminación física, pero también reduciendo el rol económico de la nobleza: las posiciones más importantes en el Concilio de Príncipes, que iban normalmente a los más poderosos boyardos, fueron dados a individuos desconocidos, algunos de origen extranjero, pero leales a Vlad.
Para posiciones menos importantes Vlad también ignoró a los boyardos. Una de las bases del poder de la nobleza de Valaquia eran sus conexiones a las ciudades autónomas de Transilvania pobladas por gente de origen sajón. Vlad actuó contra ellas eliminando sus privilegios en relación con Valaquia y organizando ataques contra ellos. Fue despiadado y en las ciudades donde no lo aceptaban se realizaban ejecuciones por empalamiento de hombres, mujeres y niños, como en los casos de la ciudad transilvana de Kronstadt (Braşov) y Hermannstadt (Sibiu), ambas ciudades habitadas por colonos alemanes que no querían comerciar con él o que no querían pagarle tributo. En 1459 hizo que 30.000 colonos alemanes (sajones) y oficiales fueran empalados. Con ello iniciaría su carrera de brutales masacres, entre las que se le atribuyen el exterminio de entre 40.000 y 100.000 personas entre 1456 y 1462, hechos detallados en documentos y grabados de la época, que pusieron de manifiesto su gusto por la crueldad y el empalamiento; fue entonces cuando adquirió el apodo del que ya hemos hablado, Tepes, Empalador. Su justicia caía por igual sobre, enemigos, traidores, o delincuentes de todo tipo. Vlad odiaba, más que cualquier cosa, los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango; más aún, cuanto más alto era el rango del traidor, más duro era el castigo.
Una de sus acciones de empalamiento masivo fue su venganza contra los boyardos, en represalia por los asesinatos de su padre y de su hermano mayor. Vlad llevó a cabo esta venganza en la Pascua de 1459, invitando a los nobles a una gran cena de Pascua y pidiéndoles a éstos que se pusieran sus mejores galas. Cuando terminaron de cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes los obligó a ir desde Târgovişte hasta un castillo en ruinas que había en un monte cercano al río Argeş. Los boyardos fueron a pie y muchos perecieron en el camino, pero los que llegaron aún con vida fueron obligados a construir el castillo de Drácula, Poenari, y así, sus preciosas ropas de gala quedaron convertidas en harapos mientras, obligados a construir el castillo, iban muriendo de cansancio y agotamiento a través de los meses ante el deleite del Empalador.
A Vlad le gustaba organizar empalamientos multitudinarios con formas geométricas. La más común era una serie de anillos concéntricos de empalados alrededor de las ciudades a las que iba a atacar. La altitud de la estaca indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Con frecuencia, Vlad los dejaba pudriéndose durante meses.
Como ya se ha mencionado, el Día de San Bartolomé de 1459, Vlad hizo empalar a la mayoría de los sajones de Braşov, una ciudad transilvana que se había rebelado contra él, ya que habían apoyado al pretendiente Dan II junto con desleales húngaros y rumanos, y a continuación organizó un festín en el centro de este nuevo bosque de empalados aún aullantes, frente a la tarima donde un verdugo descuartizaba lentamente a los cabecillas de la sublevación y sus familias. La peculiar celebración duró hasta muy entrada la noche, cuando, para iluminarse, Vlad y su ejército prendieron fuego a la ciudad ante los ojos de sus 30.000 agonizantes ciudadanos. Incluso a los que no mandó empalar los amontonó e hizo que sus soldados los mataran a sangre fría con espadas, picas y cuchillos. Poco después atacó las ciudades de la región Ţara Bârsei, en donde también hubo varios empalamientos.
Al año siguiente arrasó las ciudades de Amlaş y Făgăraş por rebelión, resultando la gran mayoría de sus habitantes empalados, quemados o muertos en combate. Estas ciudades tardaron varias generaciones en recuperar su población, quedando desiertas algunas de ellas durante un siglo. Vlad, al firmar la paz con Transilvania, exigió que este principado no acogiera a ningún enemigo y que le pagara un tributo de 15.000 monedas.
Una vez que hubo resuelto los conflictos internos, Vlad se alió con los húngaros, especialmente con el rey de Hungría Matías Corvino (hijo de Iancu de Hunedoara). En 1459 dejó de pagarles tributos, y en 1460 se alió con Corvino y lanzó una serie de campañas contra los turcos. Aunque las campañas resultaron exitosas al principio, no le proporcionaron victorias duraderas, debido tanto al escaso apoyo del mencionado rey húngaro como a los limitados recursos de Valaquia.
En 1461, Draculea libró una de sus más famosas batallas. El Sultán turco Mehmed II, conquistador de Constantinopla, le tendió una trampa. Envió a su encuentro al colaboracionista griego Catavolinos, en calidad de embajador, para citarlo en Giurgiu, puerto danubiano cerca de Bucarest, con el fin de "solucionar un pequeño problema fronterizo". En el lugar de la cita esperaba un destacamento al mando del general Hamza Beg. Vlad Tepes fingió caer en la trampa y se presentó con parte de los tributos pendientes e incluso algunos presentes para el sultán pero, a su vez, llevó consigo a un nutrido ejército de caballería que derrotó a los turcos con relativa facilidad. Después de esta batalla, Catavolinos y Hamza Beg fueron conducidos junto al resto de los prisioneros hasta Târgovişte, donde murieron empalados, aunque otras fuentes aseguran que Hamza Beg fue abandonado con vida en la frontera tras serle cortados los pies y las manos.
Este mismo año, Mehmed II, un hombre al que no se le conocía precisamente por su repugnancia ante la efusión de sangre, retrocedió cuando pretendía invadir Târgovişte y volvió a Estambul enfermo de violentos vómitos ante la visión del Bosque de los Empalados. Este peculiar "bosque" era un valle donde se habían talado todos los árboles para obtener estacas en número suficiente como para empalar a más de 23.000 prisioneros turcos, húngaros, rumanos, búlgaros y colonos alemanes y sus familias empalados allí mismo, repartidos por todo el valle, en lo alto de los palos.
Animado por estos éxitos, Vlad III cruzó el Danubio y penetró en territorio otomano, donde derrotó a las tropas turcas. El 11 de enero de 1462 Draculea envió una misiva a Matías Corvino, informándole del recuento de las cabezas de 24.000 enemigos, a los que había que sumar los muertos en los incendios de sus casas, cuyos cadáveres no fueron recuperados. Además de la carta también envió al rey húngaro dos grandes sacos con orejas, narices y cabezas de sus víctimas. Fue tal el terror desatado entre los turcos por estas incursiones que buena parte de la población musulmana de Estambul abandonó la ciudad por miedo a que fuera conquistada por Vlad con el apoyo de los numerosos habitantes que aún echaban de menos el esplendor bizantino.
Enfurecido por el avance de los valacos, Mehmet II atacó ese año con un ejército de 150.000 hombres (según una carta que él mismo escribió a un gran visir) y una flota que ascendió por el Danubio. Estas tropas incluían a 4.000 soldados de caballería comandados por Radu el Hermoso, hermano de Vlad III. No hay acuerdo respecto a la cantidad de hombres de los que dispuso Draculea, pero diversas fuentes barajan cifras entre los 22.000 y los 30.900. Lo que sí es seguro es que Vlad III no pudo evitar que los turcos ocuparan la capital, Târgovişte (4 de junio de 1462), por lo que se sirvió de estrategias como la guerra de guerrillas y la tierra quemada para enfrentarse a los turcos durante la primavera y el verano de 1462, además de diversos ataques. El más importante tuvo lugar entre el 16 y 17 de junio, cuando Vlad y algunos de sus hombres disfrazados con ropas turcas se introdujeron en el campamento turco e intentaron asesinar a Mehmed. Además, para desmoralizar a los invasores, ordenó evacuar todas las ciudades de Valaquia y sacar de ellas cualquier objeto de valor. Éstos se retiraron tras fracasar en el asedio a la fortaleza de Chilia (al sur de Moldavia), con sus tropas diezmadas por la peste, y dejaron a Radu el Hermoso para que continuara la lucha.
Esta sería la última gran batalla de Draculea. Pese a las victorias, a Vlad se le oponía la nobleza, que apoyó a su hermano Radu. Mehmet II, una vez en Estambul logró, usando una serie de intrigas que incluyeron la falsificación de documentos, que Matías Corvino encarcelase a Vlad III en agosto de 1462.
El ejército turco, dirigido por su hermano Radu, rodeó la fortaleza de Poenari, donde se había refugiado el príncipe valaco. Un arquero lanzó una flecha a través de la ventana, avisando de que el ejército turco se acercaba. McNally y Florescu explican que el arquero era un antiguo sirviente de Vlad, que lanzó el aviso por lealtad, pese a haberse convertido al Islam para escapar de la esclavitud por los turcos. Su mujer, la princesa Cnaejna, al leer el mensaje se arrojó a un afluente del río Argeş para evitar ser apresada. De acuerdo con la leyenda, dijo que "prefería que su cuerpo se pudriera y ser comida por los peces del Argeş antes que ser apresada por los turcos". Hoy, el afluente es llamado Râul Doamnei (el río de la dama). El mismo Vlad fue recluido en la torre real cerca de Buda, tomando posesión del trono su hermano Radu, quien actuó como un títere de los turcos.
Aunque no queda demasiado claro cómo ocurrió, la cuestión es que Draculea fue liberado en torno a 1474; participó en la batalla de Vaslui (en la región de Iaşi, Moldavia), junto al príncipe Esteban Bathory de Transilvania. Juntos invadieron Valaquia con un ejército formado por transilvanos, boyardos valacos y un pequeño número de moldavos enviados por el primo de Vlad Draculea, el príncipe Esteban el Grande de Moldavia. Tras esta batalla, en 1476, Draculea recuperó el trono, pero Esteban Bathory volvió a Transilvania, dejándolo en una posición muy débil frente a sus enemigos.
Su última acción fue tres días después, cuando Vlad se lanzó a atacar a los turcos. Estos habían preparado otro gran ejército para conquistar Valaquia y poner en el poder a Basarab Laiota. Los turcos estaban apoyados por los nobles boyardos, quienes les dejaron vía libre para penetrar en Valaquia. Y fue Basarab quien se lanzó contra Vlad Dracula en una emboscada en la que murieron él y la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron diez soldados. Tras su muerte, su cara y su cabellera fueron separadas del cráneo y llevadas como trofeo a Estambul.
Tradicionalmente se ha considerado el monasterio ("la isla") de Snagov como el lugar de enterramiento de Drácula, y ciertamente se encuentra allí, junto al altar, una tumba con su nombre, aunque en su interior sólo se han hallado restos de animales. La posible explicación parece ser, como desvela el documental "Los padres de Drácula" (Bloodlines: Dracula's family tree), que los monjes griegos que se hicieron tiempo después con el monasterio no quisieron que un personaje tan despiadado estuviera enterrado en el lugar más sagrado del monasterio, así que sacaron sus restos y los enterraron en otra tumba junto a la entrada. Esa tumba se derrumbó por efecto de una riada y los restos de Drácula se perdieron en el lago. Las excavaciones de 1932 encontraron el sepulcro del voivoda vacío; no obstante, su cadáver decapitado y ataviado con la vestimenta de su rango fue hallado a unos metros. Los restos, muy mal conservados, se perdieron durante la década de 1940.
Vlad III tuvo dos hijos con la princesa Cnaejna: Vlad IV Ţepeluş (¿Significaría esta expresión hijo del Empalador?), muerto en 1500 y Minhea III (1462-1510), príncipe de Valaquia de 1508 a 1510.
           
De fe ortodoxa, posteriormente se convirtió al catolicismo. Toda su existencia fue un compendio de intrigas y luchas, tanto contra los turcos o los húngaros como contra los nobles que pretendían instalarse a sí mismos en el trono. Combatió y descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes; defendiendo lo que le convenía en cada momento; con un comportamiento más propio de un tirano que de otra cosa, luchaba contra aquél que pretendiera hacerle pagar tributos, lo que deja un tanto en el aire su pretendido patriotismo hacia la Valaquia y muestra más bien una cierta megalomanía o, sencillamente, la obsesión por convertirse en soberano independiente.
Debido a su carácter brutal y sanguinario, tanto musulmanes como cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media, obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos y a los católicos a matar ortodoxos.
El empalamiento no era el único método de tortura usado por el príncipe de Valaquia, también recurría a otros como la amputación de miembros, nariz y orejas, la extracción de ojos con ganchos, el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento, la exposición a los elementos o a fieras salvajes, la parrilla y la lenta destrucción de pechos y genitales, especialmente de las mujeres.
Veamos algunas de las anécdotas que se cuentan acerca de su cruento reinado:

§  Una de ellas tuvo lugar cuando la población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones y asaltantes en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esta situación organizó un festín en una casa de las afueras de la ciudad, al cual se invitó a pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos y pordioseros, y las grandes viandas y el vino estaban por doquier. Cuando ya todos estaban bien servidos de comida y borrachos de vino, Vlad se presentó con su guardia en la casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquél, a lo que los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día de sus vidas. Vlad mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. En una palabra, eliminó la pobreza acabando con los pobres. Esto se fue repitiendo con todos los mendigos e indigentes en cada comarca de su principado. Llegaron a morir hasta 3.600.
Hoy día esta anécdota esta considerada por muchos rumanos de una manera un tanto diferente: según ellos los invitados al festín eran bandidos de la zona, no pobres y enfermos, en un esfuerzo por crear una figura de héroe más que de cruento.
El siguiente grupo, para él improductivo, con el que quiso acabar fue el de los gitanos. Vlad reunió a los trescientos de una comarca y mandó que asaran a los tres líderes para que los demás los comieran; como alternativa a semejante acto les ofreció que se alistaran al frente turco, y si no se decantaban por ninguna de las dos todos serían asados. Los gitanos optaron por entrar en los ejércitos otomanos.
§  En cierta ocasión, se presentaron ante él unos emisarios del Sultán procedentes de Estambul. Estos iban ataviados con sus ropas tradicionales, entre ellas el turbante. Se presentaron ante él pidiendo que Valaquia se convirtiese en vasallo del imperio otomano y le pagara tributos, entre los cuales se contaban cada 4 años 500 niños menores de 3 años.
Vlad les preguntó por qué no le mostraban respeto descubriéndose la cabeza, y los turcos respondieron que no era costumbre en su país. Vlad, ofendido ante tamaña desfachatez, o posiblemente en una demostración de fuerza y arrogancia, los devolvió a Estambul con los turbantes clavados a los cráneos, para que nunca se los quitasen.
§  Un comerciante se presentó en su castillo para denunciar que le habían robado una bolsa de monedas de oro. Vlad le dijo que volviera al día siguiente. Cuando el mercader regresó, los ladrones y todos los miembros de sus familias estaban empalados en el patio del castillo. Frente a ellos, Vlad se sentaba en su trono con la bolsa robada en sus manos, que entregó al hombre. Entonces el Empalador le pidió al comerciante que contara las monedas de la bolsa para comprobar si faltaba alguna. El aterrorizado extranjero las contó cuidadosamente y musitó finalmente:
-Sobra una.
Vlad le contestó:
-Id con Dios comerciante, tu honradez te ha salvado. Si hubieras intentado quedártela, habría ordenado que tu destino fuera el mismo que el de tus ladrones.
§  Unas caravanas de comerciantes alemanes en su ruta desde Serbia hasta Hungría no pararon en Valaquia a comerciar con Vlad. Éste, al enterarse de la falta de respeto hacia él y su pueblo, mandó capturar las caravanas y asesinar a los 600 comerciantes que las componían exceptuando a dos; a uno de ellos le sacó los ojos y al otro le cortó la lengua, y los hizo volver con las cabezas de los comerciantes a Serbia. De nuevo, la arrogancia y un comportamiento más propio de un bandido que de otro tipo.
§  También puso en una fuente de la plaza de la capital de Valaquia, Târgovişte, una copa de oro para que todo el mundo bebiera en ella, pero aquel que la robara se sometería a la justicia del príncipe. Como demostración de la seguridad que había en la ciudad, o más bien del miedo, durante los años de su reinado nadie osó apropiarse de la copa de oro.
§  Vlad tuvo muchas amantes a lo largo de su vida, probablemente debido al hecho de que le duraban muy poco. Un día, una de sus amantes le dijo que estaba embarazada de él. Puesto que el voivoda no se fiaba demasiado, al pasar el tiempo le envió una matrona para que la examinase y cuando ésta le dijo que no había tal embarazo la furia del príncipe no conoció límites: rajó literalmente el vientre a su amante, gritando que quería ver el fruto de sus entrañas. Castigó duramente el adulterio y no dudó en empalar a todas aquellas mujeres que fueran acusadas de ello.
§  En el día de San Bartolomé (24 de agosto) en 1459, Vlad Draculea mandó a empalar a 30.000 mercaderes y nobles de Transilvania de la ciudad de Braşov. Para ver cómo se cumplían sus órdenes, el príncipe hizo que prepararan su mesa frente al bosque de los empalados, invitando también a los boyardos al banquete. Mientras comía, Vlad se dio cuenta que uno de los boyardos estaba cubriendo su nariz para evitar el terrible olor de vísceras y sangre. Vlad Draculea ordenó que el noble fuese empalado en una estaca más alta, para que evitara el olor del resto de los empalados.
§  Otra de sus acciones fue la muerte al voivoda usurpador Dan. Éste había intentado derrocar a Vlad. Tras su fracaso, y después de ser capturado, Vlad lo mandó ejecutar, no sin obligarlo antes a cavar su propia tumba y asistir a sus propios funerales. Ocurrió en 1460.
§  Vlad se encontró con un hombre trabajando en el campo que parecía falto de mujer por el aspecto de sus ropas. Al preguntarle si no estaba casado éste le dijo que sí. Vlad hizo traer a la mujer y le preguntó qué hacía en sus días, y ésta le dijo que lavar, hacer el pan y coser. Señalando a las ropas de su marido, Vlad no la creyó y decidió empalarla a pesar de que el marido afirmaba estar satisfecho con ella. Luego obligó a otra mujer a casarse con este hombre no sin antes amenazarla con el mismo destino si no cuidaba bien del campesino.
§  Dos monjes fueron al castillo de Vlad. Cuando este les preguntó qué les parecían los empalamientos, uno de ellos respondió que hacía muy bien en hacerlos pues era una misión divina castigar el crimen, mientras que el otro lo condenó. Uno de los monjes fue empalado y el otro fue recompensado. Según la versión tradicional rumana y la rusa premió al honesto y empaló al que lo alabó. Sin embargo, los panfletos alemanes invierten el destino de los monjes.
§  Cuando Vlad fue de visita a un pueblo de Valaquia, vio cómo dos monjes le pedían limosna. El príncipe les preguntó que por qué pedían limosna si podían vivir sin penurias colaborando en cualquier iglesia, y éstos le respondieron que mendigando podrían saber si iban a entrar o no en el reino de los cielos, a lo que Vlad, sin más miramientos, los mandó empalar y les dijo que así sus dudas quedarían resueltas de inmediato.
§  El noble polaco: Un noble polaco al servicio del rey de Hungría visitó Targoviste en 1458. Drácula lo invitó a cenar y, de repente, ordenó colocar una lanza preparada justo frente a él. Cuando le preguntó qué pensaba de aquello, este respondió que creía que era porque alguien había ofendido al príncipe y Drácula trataba de honrarlo. Drácula le dijo que así era, que se trataba de honrar al invitado polaco, cosa que hizo dándole multitud de regalos, y que de haber respondido otra cosa lo hubiera mandado empalar.

Se le considera el más duro de todos los gobernantes de la Europa Oriental de la época, siendo para unos poco menos que un sádico psicópata y para otros un heroico defensor de los intereses e independencia de su país, y un dueño justiciero, hasta el extremo de haber sido encumbrado al grado de héroe nacional en Rumanía por Nicolai Ceaucescu en 1976.
Vlad hizo y deshizo alianzas tanto con turcos como con húngaros, siempre por los intereses de su patria, Valaquia, o más bien posiblemente por los suyos propios con tal de mantenerse en el trono a toda costa e independiente de todos. Durante todo su reinado se caracterizó, al menos en la apariencia, como un auténtico patriota, y siempre defendió los intereses de su pueblo, ya que tanto húngaros como turcos miraban a sus territorios como región a conquistar. Casi siempre contó con un ejército reducido y muchas veces utilizó las tácticas de la guerrilla (utilizaba la táctica de tierra quemada, infectaba los pozos de agua, mandaba enfermos de tuberculosis a los campamentos turcos…) para luchar contra sus enemigos. Sus hechos fueron inmortalizados por el juglar alemán Michel Beheim, en su obra poética Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei en 1463.

En lo tocante al aspecto físico que el voivoda debió poseer, un delegado papal en la corte húngara lo describió así:
No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra”. (Nikolaus Modrussa)
Aunque disponemos de varias representaciones pictóricas de él, parece que la única imagen pintada en vida de este hombre que ha llegado hasta nuestros días es la que aparece en parte de un retablo del altar de la iglesia de Santa María, en Viena, del año 1460.
Posteriormente surgirán más cuadros y efigies, entre los que podemos señalar:

  • Una pintura en acuarela de Alemania, del S. XVI.
  • Un conocido grabado en el que se observa a Vlad Tepes desayunando ante unos empalados.
  • Un cuadro del castillo de Esterházy del Siglo XVII.
  • Vlad Ţepeş y los enviados turcos, de Theodor Aman (1831-1891).


Conclusiones

Nos encontramos ante dos cuestiones básicas:

§  Por una parte, la época en la que gobernó Dracula: Los historiadores que definen a Vlad III el Empalador como un héroe nacional destacan que, en aquel tiempo y lugar, el ejercicio del terror total era la única manera de mantener a raya a las fuerzas abrumadoramente superiores que, desde uno y otro lado, se disputaban las puertas de Europa y de Asia. Desde esta perspectiva, Vlad Ţepeş habría sido simplemente un hombre de su tiempo, con la moral de su tiempo e incluso dotado de un sentido de la justicia y el patriotismo poco usual para una época tan convulsa, quien hizo estrictamente lo necesario para acobardar a los masivos ejércitos extranjeros y a los desestabilizadores del interior.
        Tras la muerte de Drácula aparecen multitud de panfletos en Rusia y Alemania contando anécdotas del personaje. Mientras que en Alemania se remarca su crueldad, en Rusia se le ve más bien como alguien que tiene que actuar así para defender a su pueblo. Las coincidencias entre unos y otros han dejado bastante claro a historiadores que, al menos a grandes rasgos, estas historias han de ser razonablemente verdaderas. Por ello, podemos suponer que el carácter del voivoda no era precisamente calmo, sino más bien todo lo contrario, volcánico y presto a estallar a la menor provocación. Parece que su sadismo había sido heredado de su padre, también extremadamente cruel, aunque diríase que este último no llegó a las formidables cotas sangrientas a las que ascendió Vlad Tepes.
§  El mito del vampiro. Es seguro, evidentemente, que el príncipe valaco no se alzaba de entre los muertos una y otra vez a pesar de los esfuerzos de turcos, húngaros o boyardos, ni parece que le gustara probar el sabor de la sangre; más bien nos encontramos ante alguien que se complacía en contemplar el horror sangriento que sus empalamientos y torturas provocaban en sus víctimas.
Bram Stoker basó su novela “Drácula (publicada en 1897) sobre la figura histórica de Vlad Tepes. Lo que sabía Stoker sobre la vida y las atrocidades del voivoda valaco es confuso, ciertamente él estaba enterado de Vlad solamente por una referencia en un libro de la historia obtenido de la biblioteca de Whitby. También influyeron, seguramente, detalles como la información acerca de la tumba vacía de Snagov o las tradiciones acerca de las criaturas nocturnas que se dedicaban a chupar la sangre de los mortales, lo que pudo inflamar poderosamente la imaginación del novelista y hacer que se levantara de entre los muertos. Así, desde que lo alzó en 1897, no ha habido nadie capaz de mantenerlo sujeto en su tumba, surgiendo una y otra vez en un poderoso e imparable avance hasta nuestros días, generando una enorme multitud de copias, pastiches y películas de diverso estilo y pelaje, amén incluso de corrientes y modos de vida, en las que se pueden apreciar las características propias de este subgénero del terror como la atracción sexual, el canto de sirena del mal, las ideas acerca de la vitalidad que proporciona la sangre…
En realidad, en la novela no se menciona para nada a Vlad, lo que ha hecho dudar a algunos acerca de que se refiriera a él; sin embargo, los datos que expone a lo largo del relato son lo suficientemente claros como para poder asegurar con una certeza prácticamente absoluta que, efectivamente, el noble valaco es el vampiro. Veamos los pasajes en los que es mencionado:

o   Durante una conversación entre Jonathan Harker y Drácula en el castillo transilvano, el vampiro se extiende acerca de su estirpe:
“¿Quién fue sino uno de mi propia raza que bajo el nombre de Voivoda cruzó el Danubio y batió a los turcos en su propia tierra? ¡Este era indudablemente un Drácula! ¿Quién fue aquel que a su propio hermano indigno, cuando hubo caído, vendió su gente a los turcos y trajo sobre ellos la vergüenza de la esclavitud? ¡No fue, pues, este Drácula, quien inspiró a aquel otro de su raza que en edades posteriores llevó una y otra vez a sus fuerzas sobre el gran río y dentro de Turquía; que, cuando era derrotado regresaba una y otra vez, aunque tuviera que ir solo al sangriento campo donde sus tropas estaban siendo mortalmente destrozadas, porque sabía que sólo él podía garantizar el triunfo! Dicen que él sólo pensaba en él mismo. ¡Bah! ¿De qué sirven los campesinos sin un jefe? ¿En qué termina una guerra que no tiene un cerebro y un corazón que la dirija? Más todavía, cuando, después de la batalla de Mohacs[1], nos sacudimos el yugo húngaro, nosotros los de sangre Drácula estábamos entre sus dirigentes, pues nuestro espíritu no podía soportar que no fuésemos libres. Ah, joven amigo, los escequelios[2] (y los Drácula como la sangre de su corazón, su cerebro y sus espadas) pueden enorgullecerse de una tradición que los retoños de los hongos como los Habsburgo y los Romanoff nunca pueden alcanzar”.
o   Una vez reunido el grupo de protagonistas que se enfrentarán a Drácula, el profesor van Helsing les dará unas explicaciones:
“En realidad, debía tratarse del Voivo de Drácula que obtuvo su nobleza luchando contra los turcos, sobre el gran río que se encuentra en la frontera misma de las tierras turcas. De ser así, no se trataba entonces de un hombre común; puesto que en esa época y durante varios siglos después se habló de él como del más inteligente y sabio, así como el más valiente de los hijos de la "tierra más allá de los bosques". Ese poderoso cerebro y esa resolución férrea lo acompañaron a la tumba y se enfrentan ahora a nosotros. Los Drácula eran, según Arminius, una familia grande y noble; aunque, de vez en cuando, había vástagos que, según sus coetáneos, habían tenido tratos con el maligno. Aprendieron sus secretos en la Escolomancia[3], entre las montañas sobre el lago Hermanstadt, donde el diablo reclamaba al décimo estudiante como suyo propio. En los registros hay palabras como..., brujo, y.. Satán e infierno; y en un manuscrito se habla de este mismo Drácula como de un "wampyr", que todos comprendemos perfectamente. De esa familia surgieron muchos hombres y mujeres grandes, y sus tumbas consagraron la tierra donde sólo este ser maligno puede morar. Porque no es el menor de sus horrores que ese ser maligno esté enraizado en todas las cosas buenas, sino que no puede reposar en suelo que tenga reliquias santas."

Como podemos comprobar, en ningún momento aparece mención alguna a Vlad, aunque sí su apodo de Drácula o Draculea. E incluso la referencia a un hermano indigno que se vende a los turcos parece hacer alusión a Radu, que se coaliga con ellos para combatir al voivoda. ¿Y qué manera más fácil de convertirlo en un no muerto que aprovechar su apodo demoníaco y decir que había tenido tratos con el diablo para obtener la inmortalidad?
En cualquier caso, no debemos pensar que el mito del vampirismo surge con Stoker: este es un tema recurrente en muchas de las culturas del mundo desde los tiempos más antiguos: como un pequeño botón de muestra, diremos que en la Europa Oriental subsiste, desde tiempos inmemoriales, la creencia en criaturas como los vrukolaks o los vourdalaks, seres no muertos que se alzan de sus tumbas para beber la sangre de los vivos; para más información sobre el tema del vampirismo existe abundante documentación al respecto, entre la que se cuenta un más que interesante artículo de David Fraile en el nº 24 de esta misma revista, en el que se compendian una gran cantidad de tradiciones acerca de los chupadores de sangre.
El gran mérito del escritor dublinés, a la postre, no fue crear el mito del vampirismo, sino el del vampiro por excelencia, el de lanzar al estrellato a Drácula como paradigma de la criatura de la oscuridad que regresa una y otra vez de la muerte para atormentar a sus víctimas.

Al margen de estas consideraciones, hay un detalle que podríamos considerar curioso, o tal vez sintomático: como ya se ha mencionado en la biografía del voivoda, una de las casas con las que se relaciona a lo largo de su cruenta existencia es la de Bathory; pues bien, a esta casa perteneció Elisabeth Bathory, conocida durante el siglo XVII como la condesa sangrienta por su “sana” costumbre de sangrar a sus víctimas hasta la muerte para bañarse en el líquido elemento, tal vez con la esperanza, por aquello de que “la sangre es vida”, de mantener su lozanía y juventud por toda la eternidad. Parece ser que entre ambas casas existía algún lejano parentesco, por lo que podríamos preguntarnos si la vena sádica es un rasgo que se mantiene a través de la herencia.

Bibliografía

 

Aunque procuraremos ceñirnos a la figura de Vlad III, resulta extremadamente difícil separar al personaje histórico del mito, por lo que no se sorprendan si a lo largo de los siguientes apartados aparecen referencias a Drácula como vampiro.

 

  • Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei, Michel Beheim. 1463.
  • Vlad III Dracula, Vida y Leyenda del Empalador Príncipe de Valaquia, Matei Cazacu. 1969. Está considerada como una de las obras más completas acerca del personaje, expone la dicotomía que hemos comprobado entre el héroe y el sádico.
  • Un sueño de Drácula, Leonard Wolf. 1975.
  • Drácula, Prince of Many Faces, Radu R. Florescu y Raymond McNally. 1989.
  • The Complete Dracula, Florescu y McNally. 1992.
  • Los «Drácula». Vlad Tepes, el Empalador, y sus antepasados, Ralf-Peter Märtin. 1993.
  • In Search of Dracula, Radu R. Florescu. 1994.
  • La verdadera historia de Drácula, Julio Farrac. 1998.
  • Tras los pasos de Drácula, Fernando Martínez Laínez. 2002.
  • Vlad el Empalador. En Busca del Auténtico Drácula, M. J. Trow. 2003.
  • Vlad Drácula, the Dragon Prince, Michael Augustyn. 2004.
  • Dracula, el hijo del Dragón, Théresa Shelanu. 2008.
  • Vlad the Impaler: the Real Count Drácula, Enid A. Goldberg. Este libro forma parte de una serie de la escritora dedicada a personajes célebres como Gengis Khan o Alejandro Magno, con un carácter más elemental y divulgativo.

  • Drácula, Bram Stoker. 1897.
  • El Encuentro, Fred Saberhagen. 1978. Una curiosa reflexión, tomando como base el caso de la rata gigante de Sumatra que Conan Doyle cita en sus historias de Sherlock Holmes, para hacer que el gran detective se encuentre con el mítico vampiro y surjan hipótesis cuando menos asombrosas.
  • La Historiadora, Elisabeth Kostova. 2005. Una novela en la que se entremezclan el mito del vampiro y el personaje histórico hasta fundirse en una única figura. Considerada un best-seller, el desarrollo resulta muy lento y el final se me aparece excesivamente simple o apresurado.

Filmografía

 

  • "Vlad Ţepeş", Doru Nastase. 1979. Rodada sobre un guión de Mircea Mohor, se presenta al Empalador como un héroe nacional.
  • “Vlad, el Príncipe de la Oscuridad” ("Dark Prince: The true story of Dracula"), Joe Chappelle. 2000. Película en la que se noveliza la historia de Vlad el Empalador.
  • "Los padres de Drácula" (Bloodlines: Dracula's family tree), documental de Canal Historia. 2007.

  • Drácula”, Bela Lugosi. 1931. Considerada como uno de los grandes hitos de las películas sobre Drácula como vampiro, marcó el inicio de la gran saga de filmes sobre este personaje que crearían la Hammer o Jesús Franco entre otros, y que protagonizarían diversos actores entre los que destacó con luz propia Christopher Lee en el papel del noble no muerto.
  • "Drácula de Bram Stoker", Francis Ford Coppola. 1992. Está considerada como la adaptación más fiel a la novela.
  • "Van Helsing", Stephen Sommers. 2004. Pobre revisión del mito de Drácula, en la que se busca más el efectismo que narrar o mantener una historia bien argumentada.
  • La Maldición del Cáliz de Judas”, Jonathan Frakes. 2008. Tercera parte de la serie de películas sobre el bibliotecario, surgidas al rebufo de las sagas de Indiana Jones y de La Momia (Brendan Fraser), en la que aparece Vlad Tepes encarnando al príncipe de las tinieblas.
  • Al parecer, está previsto estrenar a lo largo del 2011 una nueva película sobre el voivoda valaco, que se llamará “Vlad”.

 

Música

 

  • Vlad Tepes, grupo de Black Metal que lleva su nombre y que ha editado 11 álbumes desde 1993 hasta 1998, año de su disolución como banda. En 2004 y 2005 han realizado otros dos álbumes de forma clandestina.
  • El grupo sueco de Black Metal Marduk dedica la segunda parte de su disco "Nightwing" a contar la historia de Vlad Tepes. El tema "Deme Quaden Thyrane" había aparecido en el tercer disco de la banda "Opus Nocturne". Además, el disco "Heaven Shall Burn... When We Are Gathered" contiene también un tema compuesto en honor del príncipe empalador: "Dracul Va Domni Din Nou In Transilvania".
  • Graveland, grupo de Black Metal polaco tiene un EP titulado "Impaler's Wolves" de 1999, que trata sobre la persona de Vlad El Empalador.
  • El grupo británico Kasabian incluyó en su disco "West Ryder Pauper Lunatic Asylum" una canción llamada "Vlad the Impaler" (Vlad El Empalador), en referencia a este personaje.
  • La banda italiana de Black Metal Opera IX incluye en su disco "Sacro culto" un tema bajo el nombre "Under the sight of the red dragon" en la que rinden homenaje a Vlad.


[1] La batalla de Mohacs tuvo lugar el 29 de agosto de 1526: Luis II de Hungría cayó derrotado ante Solimán el Magnífico. Teniendo la época a la que nos estamos refiriendo, el voivoda que participó en ella era un descendiente de Vlad.
[2] Escequelio (o szekler) es un término con el que se denomina a una rama del pueblo húngaro que habita en la región Este de Transilvania, de la que toma el nombre: Escequelia.
[3] La Escolomancia es, al parecer, la contracción del término “escuela de nigromancia”, por lo que suele ser interpretada como una escuela de magia negra, situada en este caso en medio de un lago.

4 comentarios:

  1. Gran entrada, sí, señor, sobre un tema apasionante e interesante. Mi más sincera enhorabuena. Y gracias por la bibliografía!

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    1. Muchas gracias a ti, Juan, por tus comentarios. El personaje es lo suficientemente interesante como para sacar un artículo de estas características... La información está ahí, tan sólo había que juntarla y darle un poco de orden.

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  2. "Un saquito de virtudes", el redundante Vlad, ¿no? Gracias una vez más por todo lo que nos cuentas, José Francisco.

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  3. Buenas noches, Mary Ann. Gracias a ti por tus comentarios, jejeje. La verdad es que hay que ver a Vlad desde la perspectiva de la época que le tocó vivir: con los turcos por un lado y los húngaros por el otro, tenía que ser un guerrero implacable, o lo hubieran devorado nada más comenzar... Vlad es el que más trascendió de esos tiempos, pero hubo otros que fueron tan salvajes como él, así que aunque nos parezca brutal, hay que tener en cuenta que o ganabas las continuas guerras en las que te implicaban, o te daban para el pelo...

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