VLAD EL EMPALADOR
DEL SADISMO HISTÓRICO AL TERROR LITERARIO
José Francisco Sastre García
No hay mucha gente que sepa a quién aludimos
cuando mencionamos al príncipe o voivoda Vlad Tepes; sin embargo, si
decimos que por obra y gracia de Bram Stoker se convirtió en el príncipe
de las tinieblas, en Drácula, entonces ya no cabrá duda alguna de a
quién nos estamos refiriendo.
El vampiro por excelencia, el noble
consumido por la oscuridad que se levanta una y otra vez de la tumba para
chupar la sangre a los vivos, parece tener su origen en un sanguinario sujeto
que vivió allá por el siglo XV en las regiones de Valaquia y Transilvania, a la
sazón asaltadas por los frentes oriental y occidental por los turcos y los
húngaros respectivamente, un tiempo en el que no había sitio para la debilidad
so pena de resultar aplastado por las guerras y conjuras que se desarrollaban
en este rincón de Europa…
Pocos
personajes hay que hayan sufrido una transformación tal como la de este noble,
cuya imagen ha quedado indeleblemente unida a la del vampiro más famoso de
todos los tiempos. No en vano, se trató de uno de esos hombres que entraron a
formar parte de la historia no precisamente por sus buenos actos, sino más bien
por una actitud, por definirla de una manera suave, agresiva. Comprobemos qué
hay detrás de esta figura…
El personaje
Conocido
como el Empalador (en rumano sería “Tepes”, por lo que la expresión Vlad Tepes
el Empalador sería redundante) por una costumbre que ya veremos más adelante,
Vladislaus o Vlad III nace en Sighisoara (en la Valaquia transilvana,
Rumania) en noviembre de 1431; como uno de los tres hijos legítimos de
Vlad Dracul, expresión que viene a significar tanto “dragón” como
“demonio”, adquirirá el sobrenombre de Draculea, hijo de Dracul. Y, como
comprobaremos, hay motivos de sobra para que cualquiera de las dos acepciones
sea válida: la traducción de Dracul como demonio viene impuesta por el
cristianismo, ya que en realidad esta expresión le venía dada al padre de
nuestro protagonista debido a su pertenencia a una organización conocida como la Orden del Dragón,
una honorífica orden de caballería creada por el emperador Segismundo en 1408.
Al parecer, Vlad Tepes no llegó a pertenecer a ella.
Durante el siglo XV Europa se vio
fuertemente asediada por el imperio otomano, y en especial la región de Rumanía
sufrió la dureza del yugo turco; al mismo tiempo, el reino de Hungría buscaba
también expansión en estas tierras. No es de sorprender, por tanto, que hayan
llegado hasta nuestros días historias acerca de las crueldades y carnicerías
que unos y otros practicaron cada vez que tuvieron ocasión.
Para empezar, diremos que Vlad fue entregado
a los invasores otomanos, junto con su hermano Radu, cuando contaba sólo
con 13 años, y permaneció en dicha situación hasta que cumplió los 17. Fue criado por el mismo Murat II (padre de Mehmet II, el cual lo tuvo
como a un hermano) en ciudades como Adrianópolis, Egniojsor, Ened y Ninfamén,
con el propósito de evitar una nueva traición por parte del padre de Vlad.
Cuando volvió de este exilio supo que en 1447 su padre, Vlad Dracul,
había muerto apaleado y a su hermano Mircea le habían quemado los ojos con un
hierro candente antes de enterrarlo aún con vida. Ambos hechos fueron ordenados
por el conde Juan Hunyadi (antiguo
aliado de Vlad II) y apoyados por los boyardos
(nombre genérico con el que se designaba a la aristocracia local), a los cuales
Vlad tuvo desde entonces odio eterno. Con
su carácter irascible y volcánico, toma el poder de Valaquia, aunque a pesar
del apoyo turco resulta ser depuesto casi de inmediato; durante el tiempo que
permaneció alejado estuvo viajando por los lugares limítrofes de
Valaquia buscando apoyos para reconquistar el trono. Se sabe que en este tiempo
contactó con su primo Esteban el Grande de Moldavia, quien lo ayudaría en el
futuro contra los turcos cuando éste se convirtió en voivoda de su país. Además
aprendió varias tácticas político-militares. Llegó incluso a estar en la corte de Juan Hunyadi, el cual,
impresionado por su conocimiento de los turcos y su odio del sultán turco Mehmed
II, lo perdonó y lo tomó como consejero. Eventualmente, se convertiría en el
candidato húngaro al trono de Valaquia.
Cuando Vlad supo que los turcos habían sido rechazados por los húngaros
se lanzó al ataque del poder que ostentaba Vladislav II, apoyado por los
húngaros y la población de origen alemán y protegido de los turcos. Junto con
un contingente de Transilvania, que lideró acompañado por un noble de la Casa de Báthory, derrotó al voivoda e hizo que lo ejecutaran en la plaza
pública de Târguşor (cerca de Târgovişte, la antigua capital de
Valaquia, justo donde había muerto su hermano). Una vez convertido en príncipe,
en 1456, los reinos cristianos lo reconocieron como tal.
La primera parte del reinado de Vlad estuvo dominada por la idea de
eliminar amenazas a su poder, especialmente de grupos de nobles como los boyardos,
a los cuales, como ya se ha dicho, profesaba un odio atroz. Esto se consiguió
por eliminación física, pero también reduciendo el rol económico de la nobleza:
las posiciones más importantes en el Concilio de Príncipes, que iban
normalmente a los más poderosos boyardos, fueron dados a individuos
desconocidos, algunos de origen extranjero, pero leales a Vlad.
Para posiciones menos importantes Vlad también ignoró a los boyardos.
Una de las bases del poder de la nobleza de Valaquia eran sus conexiones a las
ciudades autónomas de Transilvania pobladas por gente de origen sajón. Vlad
actuó contra ellas eliminando sus privilegios en relación con Valaquia y
organizando ataques contra ellos. Fue despiadado y en las ciudades donde no lo
aceptaban se realizaban ejecuciones por empalamiento de hombres, mujeres y
niños, como en los casos de la ciudad transilvana de Kronstadt (Braşov) y Hermannstadt (Sibiu), ambas ciudades habitadas por colonos alemanes que no
querían comerciar con él o que no querían pagarle tributo. En 1459 hizo que 30.000
colonos alemanes (sajones) y oficiales fueran empalados. Con ello iniciaría su
carrera de brutales masacres, entre las que se le atribuyen el exterminio de
entre 40.000 y 100.000 personas entre 1456 y 1462, hechos detallados en
documentos y grabados de la época, que pusieron de manifiesto su gusto por la crueldad
y el empalamiento; fue entonces cuando adquirió el apodo del que ya hemos
hablado, Tepes, Empalador. Su justicia caía por igual sobre, enemigos,
traidores, o delincuentes de todo tipo. Vlad odiaba, más que cualquier cosa,
los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango; más
aún, cuanto más alto era el rango del traidor, más duro era el castigo.
Una de sus acciones de empalamiento masivo fue su venganza contra los boyardos,
en represalia por los asesinatos de su padre y de su hermano mayor. Vlad llevó
a cabo esta venganza en la
Pascua de 1459, invitando a los nobles a una gran cena de Pascua
y pidiéndoles a éstos que se pusieran sus mejores galas. Cuando terminaron de
cenar, Vlad mandó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes los
obligó a ir desde Târgovişte hasta un castillo en ruinas que había en un monte
cercano al río Argeş. Los boyardos fueron a pie y muchos perecieron en el
camino, pero los que llegaron aún con vida fueron obligados a construir el
castillo de Drácula, Poenari, y así, sus preciosas ropas de gala quedaron
convertidas en harapos mientras, obligados a construir el castillo, iban
muriendo de cansancio y agotamiento a través de los meses ante el deleite del
Empalador.
A Vlad le gustaba organizar empalamientos multitudinarios con formas
geométricas. La más común era una serie de anillos concéntricos de empalados
alrededor de las ciudades a las que iba a atacar. La altitud de la estaca
indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Con frecuencia, Vlad los
dejaba pudriéndose durante meses.
Como ya se ha mencionado, el Día de San Bartolomé de 1459, Vlad hizo
empalar a la mayoría de los sajones de Braşov, una ciudad transilvana que se
había rebelado contra él, ya que habían apoyado al pretendiente Dan II junto
con desleales húngaros y rumanos, y a continuación organizó un festín en el
centro de este nuevo bosque de empalados aún aullantes, frente a la tarima
donde un verdugo descuartizaba lentamente a los cabecillas de la sublevación y
sus familias. La peculiar celebración duró hasta muy entrada la noche, cuando,
para iluminarse, Vlad y su ejército prendieron fuego a la ciudad ante los ojos
de sus 30.000 agonizantes ciudadanos. Incluso a los que no mandó empalar los
amontonó e hizo que sus soldados los mataran a sangre fría con espadas, picas y
cuchillos. Poco después atacó las ciudades de la región Ţara Bârsei, en donde
también hubo varios empalamientos.
Al año siguiente arrasó las ciudades de Amlaş y Făgăraş por rebelión,
resultando la gran mayoría de sus habitantes empalados, quemados o muertos en
combate. Estas ciudades tardaron varias generaciones en recuperar su población,
quedando desiertas algunas de ellas durante un siglo. Vlad, al firmar la paz
con Transilvania, exigió que este principado no acogiera a ningún enemigo y que
le pagara un tributo de 15.000 monedas.
Una vez que hubo resuelto los conflictos internos, Vlad se alió con los
húngaros, especialmente con el rey de Hungría Matías Corvino (hijo de Iancu de
Hunedoara). En 1459 dejó de pagarles tributos, y en 1460 se alió con Corvino y
lanzó una serie de campañas contra los turcos. Aunque las campañas resultaron
exitosas al principio, no le proporcionaron victorias duraderas, debido tanto
al escaso apoyo del mencionado rey húngaro como a los limitados recursos de
Valaquia.
En 1461, Draculea libró una de sus más famosas batallas. El Sultán
turco Mehmed II, conquistador de Constantinopla, le tendió una trampa. Envió a
su encuentro al colaboracionista griego Catavolinos, en calidad de embajador,
para citarlo en Giurgiu, puerto danubiano cerca de Bucarest, con el fin de
"solucionar un pequeño problema fronterizo". En el lugar de la cita
esperaba un destacamento al mando del general Hamza Beg. Vlad Tepes fingió caer
en la trampa y se presentó con parte de los tributos pendientes e incluso
algunos presentes para el sultán pero, a su vez, llevó consigo a un nutrido
ejército de caballería que derrotó a los turcos con relativa facilidad. Después
de esta batalla, Catavolinos y Hamza Beg fueron conducidos junto al resto de
los prisioneros hasta Târgovişte, donde murieron empalados, aunque otras
fuentes aseguran que Hamza Beg fue abandonado con vida en la frontera tras
serle cortados los pies y las manos.
Este mismo año, Mehmed II, un hombre al que no se le conocía
precisamente por su repugnancia ante la efusión de sangre, retrocedió cuando
pretendía invadir Târgovişte y volvió a Estambul enfermo de violentos vómitos
ante la visión del Bosque de los Empalados. Este peculiar "bosque"
era un valle donde se habían talado todos los árboles para obtener estacas en
número suficiente como para empalar a más de 23.000 prisioneros turcos, húngaros,
rumanos, búlgaros y colonos alemanes y sus familias empalados allí mismo,
repartidos por todo el valle, en lo alto de los palos.
Animado por estos éxitos, Vlad III cruzó el Danubio y penetró en
territorio otomano, donde derrotó a las tropas turcas. El 11 de enero de 1462
Draculea envió una misiva a Matías Corvino, informándole del recuento de las
cabezas de 24.000 enemigos, a los que había que sumar los muertos en los
incendios de sus casas, cuyos cadáveres no fueron recuperados. Además de la
carta también envió al rey húngaro dos grandes sacos con orejas, narices y
cabezas de sus víctimas. Fue tal el terror desatado entre los turcos por estas
incursiones que buena parte de la población musulmana de Estambul abandonó la
ciudad por miedo a que fuera conquistada por Vlad con el apoyo de los numerosos
habitantes que aún echaban de menos el esplendor bizantino.
Enfurecido por el avance de los valacos, Mehmet II atacó ese año con un
ejército de 150.000 hombres (según una carta que él mismo escribió a un gran
visir) y una flota que ascendió por el Danubio. Estas tropas incluían a 4.000
soldados de caballería comandados por Radu el Hermoso, hermano de Vlad III. No
hay acuerdo respecto a la cantidad de hombres de los que dispuso Draculea, pero
diversas fuentes barajan cifras entre los 22.000 y los 30.900. Lo que sí es
seguro es que Vlad III no pudo evitar que los turcos ocuparan la capital,
Târgovişte (4 de junio de 1462), por lo que se sirvió de estrategias como la
guerra de guerrillas y la tierra quemada para enfrentarse a los turcos durante
la primavera y el verano de 1462, además de diversos ataques. El más importante
tuvo lugar entre el 16 y 17 de junio, cuando Vlad y algunos de sus hombres
disfrazados con ropas turcas se introdujeron en el campamento turco e
intentaron asesinar a Mehmed. Además, para desmoralizar a los invasores, ordenó
evacuar todas las ciudades de Valaquia y sacar de ellas cualquier objeto de
valor. Éstos se retiraron tras fracasar en el asedio a la fortaleza de Chilia
(al sur de Moldavia), con sus tropas diezmadas por la peste, y dejaron a Radu
el Hermoso para que continuara la lucha.
Esta sería la última gran batalla de Draculea. Pese a las victorias, a
Vlad se le oponía la nobleza, que apoyó a su hermano Radu. Mehmet II, una vez
en Estambul logró, usando una serie de intrigas que incluyeron la falsificación
de documentos, que Matías Corvino encarcelase a Vlad III en agosto de 1462.
El ejército turco, dirigido por su hermano Radu, rodeó la fortaleza de Poenari,
donde se había refugiado el príncipe valaco. Un arquero lanzó una flecha a
través de la ventana, avisando de que el ejército turco se acercaba. McNally y
Florescu explican que el arquero era un antiguo sirviente de Vlad, que lanzó el
aviso por lealtad, pese a haberse convertido al Islam para escapar de la
esclavitud por los turcos. Su mujer, la princesa Cnaejna, al leer el mensaje se
arrojó a un afluente del río Argeş para evitar ser apresada. De acuerdo con la
leyenda, dijo que "prefería que su
cuerpo se pudriera y ser comida por los peces del Argeş antes que ser apresada
por los turcos". Hoy, el afluente es llamado Râul Doamnei (el río de
la dama). El mismo Vlad fue recluido en la torre real cerca de Buda, tomando
posesión del trono su hermano Radu, quien actuó como un títere de los turcos.
Aunque no queda demasiado claro cómo ocurrió, la cuestión es que Draculea
fue liberado en torno a 1474; participó en la batalla de Vaslui (en la región
de Iaşi, Moldavia), junto al príncipe Esteban Bathory de Transilvania. Juntos
invadieron Valaquia con un ejército formado por transilvanos, boyardos valacos
y un pequeño número de moldavos enviados por el primo de Vlad Draculea, el
príncipe Esteban el Grande de Moldavia. Tras esta batalla, en 1476, Draculea
recuperó el trono, pero Esteban Bathory volvió a Transilvania, dejándolo en una
posición muy débil frente a sus enemigos.
Su última acción fue tres días después, cuando Vlad se lanzó a atacar a
los turcos. Estos habían preparado otro gran ejército para conquistar Valaquia
y poner en el poder a Basarab Laiota. Los turcos estaban apoyados por los
nobles boyardos, quienes les dejaron vía libre para penetrar en Valaquia. Y fue
Basarab quien se lanzó contra Vlad Dracula en una emboscada en la que murieron
él y la mayoría de su guardia personal de moldavos, de los que sólo quedaron
diez soldados. Tras su muerte, su cara y su cabellera fueron separadas del
cráneo y llevadas como trofeo a Estambul.
Tradicionalmente se ha considerado el monasterio ("la isla")
de Snagov como el lugar de
enterramiento de Drácula, y ciertamente se encuentra allí, junto al altar, una
tumba con su nombre, aunque en su interior sólo se han hallado restos de
animales. La posible explicación parece ser, como desvela el documental "Los padres de Drácula" (Bloodlines:
Dracula's family tree), que los monjes griegos que se hicieron tiempo
después con el monasterio no quisieron que un personaje tan despiadado
estuviera enterrado en el lugar más sagrado del monasterio, así que sacaron sus
restos y los enterraron en otra tumba junto a la entrada. Esa tumba se derrumbó
por efecto de una riada y los restos de Drácula se perdieron en el lago. Las
excavaciones de 1932 encontraron el sepulcro del voivoda vacío; no obstante, su
cadáver decapitado y ataviado con la vestimenta de su rango fue hallado a unos
metros. Los restos, muy mal conservados, se perdieron durante la década de
1940.
Vlad III tuvo dos hijos con la princesa Cnaejna: Vlad IV Ţepeluş (¿Significaría
esta expresión hijo del Empalador?), muerto en 1500 y Minhea III (1462-1510),
príncipe de Valaquia de 1508
a 1510.
De fe ortodoxa, posteriormente se
convirtió al catolicismo. Toda su existencia fue un compendio de intrigas y
luchas, tanto contra los turcos o los húngaros como contra los nobles que
pretendían instalarse a sí mismos en el trono. Combatió y
descargó toda su brutalidad tanto contra cristianos como contra musulmanes; defendiendo
lo que le convenía en cada momento; con un comportamiento más propio de un
tirano que de otra cosa, luchaba contra aquél que pretendiera hacerle pagar
tributos, lo que deja un tanto en el aire su pretendido patriotismo hacia la Valaquia y muestra más
bien una cierta megalomanía o, sencillamente, la obsesión por convertirse en soberano
independiente.
Debido a su carácter brutal y sanguinario, tanto musulmanes como
cristianos lo tenían por maldito, quedándose él en una posición media,
obligando a musulmanes de su país a luchar contra los musulmanes turcos y a los
católicos a matar ortodoxos.
El empalamiento no era el único método de tortura usado por el príncipe
de Valaquia, también recurría a otros como la amputación de miembros, nariz y
orejas, la extracción de ojos con ganchos, el estrangulamiento, la hoguera, la
castración, el desollamiento, la exposición a los elementos o a fieras
salvajes, la parrilla y la lenta destrucción de pechos y genitales,
especialmente de las mujeres.
Veamos algunas de las anécdotas que se cuentan acerca de su cruento
reinado:
§ Una de ellas tuvo lugar cuando la población se quejaba de los continuos
robos que sufrían por parte de ladrones y asaltantes en sus territorios, además
de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar esta
situación organizó un festín en una casa de las afueras de la ciudad, al cual
se invitó a pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos y pordioseros, y las
grandes viandas y el vino estaban por doquier. Cuando ya todos estaban bien
servidos de comida y borrachos de vino, Vlad se presentó con su guardia en la
casa y preguntó a todos los allí reunidos si querían una vida sin privaciones
ni preocupaciones y que todos los días se dieran festines como aquél, a lo que
los mendigos y demás personas respondieron que sí y que había sido el mejor día
de sus vidas. Vlad mandó a sus soldados que cerraran todas las puertas de la
casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. En una palabra, eliminó
la pobreza acabando con los pobres. Esto se fue repitiendo con todos los
mendigos e indigentes en cada comarca de su principado. Llegaron a morir hasta 3.600.
Hoy
día esta anécdota esta considerada por muchos rumanos de una manera un tanto
diferente: según ellos los invitados al festín eran bandidos de la zona, no
pobres y enfermos, en un esfuerzo por crear una figura de héroe más que de
cruento.
El
siguiente grupo, para él improductivo, con el que quiso acabar fue el de los gitanos.
Vlad reunió a los trescientos de una comarca y mandó que asaran a los tres
líderes para que los demás los comieran; como alternativa a semejante acto les ofreció
que se alistaran al frente turco, y si no se decantaban por ninguna de las dos todos
serían asados. Los gitanos optaron por entrar en los ejércitos otomanos.
§ En cierta ocasión, se presentaron ante él unos emisarios del Sultán
procedentes de Estambul. Estos iban ataviados con sus ropas tradicionales,
entre ellas el turbante. Se presentaron ante él pidiendo que Valaquia se
convirtiese en vasallo del imperio otomano y le pagara tributos, entre los
cuales se contaban cada 4 años 500 niños menores de 3 años.
Vlad
les preguntó por qué no le mostraban respeto descubriéndose la cabeza, y los
turcos respondieron que no era costumbre en su país. Vlad, ofendido ante tamaña
desfachatez, o posiblemente en una demostración de fuerza y arrogancia, los
devolvió a Estambul con los turbantes clavados a los cráneos, para que nunca se
los quitasen.
§ Un comerciante se presentó en su castillo para denunciar que le habían
robado una bolsa de monedas de oro. Vlad le dijo que volviera al día siguiente.
Cuando el mercader regresó, los ladrones y todos los miembros de sus familias
estaban empalados en el patio del castillo. Frente a ellos, Vlad se sentaba en
su trono con la bolsa robada en sus manos, que entregó al hombre. Entonces el
Empalador le pidió al comerciante que contara las monedas de la bolsa para
comprobar si faltaba alguna. El aterrorizado extranjero las contó
cuidadosamente y musitó finalmente:
-Sobra una.
Vlad le contestó:
-Id con Dios
comerciante, tu honradez te ha salvado. Si hubieras intentado quedártela,
habría ordenado que tu destino fuera el mismo que el de tus ladrones.
§ Unas caravanas de comerciantes alemanes en su ruta desde Serbia hasta Hungría
no pararon en Valaquia a comerciar con Vlad. Éste, al enterarse de la falta de
respeto hacia él y su pueblo, mandó capturar las caravanas y asesinar a los 600
comerciantes que las componían exceptuando a dos; a uno de ellos le sacó los
ojos y al otro le cortó la lengua, y los hizo volver con las cabezas de los
comerciantes a Serbia. De nuevo, la arrogancia y un comportamiento más propio
de un bandido que de otro tipo.
§ También puso en una fuente de la plaza de la capital de Valaquia, Târgovişte,
una copa de oro para que todo el mundo bebiera en ella, pero aquel que la
robara se sometería a la justicia del príncipe. Como demostración de la
seguridad que había en la ciudad, o más bien del miedo, durante los años de su
reinado nadie osó apropiarse de la copa de oro.
§ Vlad tuvo muchas amantes a lo largo de su vida, probablemente debido al
hecho de que le duraban muy poco. Un día, una de sus amantes le dijo que estaba
embarazada de él. Puesto que el voivoda no se fiaba demasiado, al pasar el
tiempo le envió una matrona para que la examinase y cuando ésta le dijo que no
había tal embarazo la furia del príncipe no conoció límites: rajó literalmente
el vientre a su amante, gritando que quería ver el fruto de sus entrañas.
Castigó duramente el adulterio y no dudó en empalar a todas aquellas mujeres
que fueran acusadas de ello.
§ En el día de San Bartolomé (24 de agosto) en 1459, Vlad Draculea mandó
a empalar a 30.000 mercaderes y nobles de Transilvania de la ciudad de Braşov.
Para ver cómo se cumplían sus órdenes, el príncipe hizo que prepararan su mesa
frente al bosque de los empalados, invitando también a los boyardos al
banquete. Mientras comía, Vlad se dio cuenta que uno de los boyardos estaba
cubriendo su nariz para evitar el terrible olor de vísceras y sangre. Vlad
Draculea ordenó que el noble fuese empalado en una estaca más alta, para que
evitara el olor del resto de los empalados.
§ Otra de sus acciones fue la muerte al voivoda usurpador Dan. Éste había
intentado derrocar a Vlad. Tras su fracaso, y después de ser capturado, Vlad lo
mandó ejecutar, no sin obligarlo antes a cavar su propia tumba y asistir a sus
propios funerales. Ocurrió en 1460.
§ Vlad se encontró con un hombre trabajando en el campo que parecía falto
de mujer por el aspecto de sus ropas. Al preguntarle si no estaba casado éste
le dijo que sí. Vlad hizo traer a la mujer y le preguntó qué hacía en sus días,
y ésta le dijo que lavar, hacer el pan y coser. Señalando a las ropas de su
marido, Vlad no la creyó y decidió empalarla a pesar de que el marido afirmaba
estar satisfecho con ella. Luego obligó a otra mujer a casarse con este hombre
no sin antes amenazarla con el mismo destino si no cuidaba bien del campesino.
§ Dos monjes fueron al castillo de Vlad. Cuando este les preguntó qué les
parecían los empalamientos, uno de ellos respondió que hacía muy bien en
hacerlos pues era una misión divina castigar el crimen, mientras que el otro lo
condenó. Uno de los monjes fue empalado y el otro fue recompensado. Según la
versión tradicional rumana y la rusa premió al honesto y empaló al que lo
alabó. Sin embargo, los panfletos alemanes invierten el destino de los monjes.
§ Cuando Vlad fue de visita a un pueblo de Valaquia, vio cómo dos monjes
le pedían limosna. El príncipe les preguntó que por qué pedían limosna si
podían vivir sin penurias colaborando en cualquier iglesia, y éstos le
respondieron que mendigando podrían saber si iban a entrar o no en el reino de
los cielos, a lo que Vlad, sin más miramientos, los mandó empalar y les dijo
que así sus dudas quedarían resueltas de inmediato.
§ El noble polaco: Un noble polaco al servicio del rey de Hungría visitó
Targoviste en 1458. Drácula lo invitó a cenar y, de repente, ordenó colocar una
lanza preparada justo frente a él. Cuando le preguntó qué pensaba de aquello,
este respondió que creía que era porque alguien había ofendido al príncipe y
Drácula trataba de honrarlo. Drácula le dijo que así era, que se trataba de
honrar al invitado polaco, cosa que hizo dándole multitud de regalos, y que de
haber respondido otra cosa lo hubiera mandado empalar.
Se le considera el más duro de todos
los gobernantes de la Europa Oriental
de la época, siendo para unos poco menos que un sádico psicópata y para otros
un heroico defensor de los intereses e independencia de su
país, y un dueño justiciero, hasta el extremo de haber sido encumbrado al grado
de héroe nacional en Rumanía por Nicolai Ceaucescu en 1976.
Vlad hizo y deshizo alianzas tanto con turcos como con húngaros,
siempre por los intereses de su patria, Valaquia, o más bien posiblemente por
los suyos propios con tal de mantenerse en el trono a toda costa e
independiente de todos. Durante todo su reinado se caracterizó, al menos en la
apariencia, como un auténtico patriota, y siempre defendió los intereses de su
pueblo, ya que tanto húngaros como turcos miraban a sus territorios como región
a conquistar. Casi siempre contó con un ejército reducido y muchas veces
utilizó las tácticas de la guerrilla (utilizaba la táctica de tierra quemada,
infectaba los pozos de agua, mandaba enfermos de tuberculosis a los campamentos
turcos…) para luchar contra sus enemigos. Sus hechos fueron inmortalizados por
el juglar alemán Michel Beheim, en
su obra poética Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei
en 1463.
En lo tocante al aspecto físico que el voivoda debió poseer, un
delegado papal en la corte húngara lo describió así:
“No era muy alto, pero sí corpulento y
musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz
aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas
muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las
cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus
pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una
cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas
una ensortijada melena negra”. (Nikolaus Modrussa)
Aunque
disponemos de varias representaciones pictóricas de él, parece que la única
imagen pintada en vida de este hombre que ha llegado hasta nuestros días es la
que aparece en parte de un retablo del altar de la iglesia de Santa María, en
Viena, del año 1460.
Posteriormente
surgirán más cuadros y efigies, entre los que podemos señalar:
- Una pintura en acuarela de Alemania, del S. XVI.
- Un conocido grabado en el que se observa a Vlad Tepes desayunando ante unos empalados.
- Un cuadro del castillo de Esterházy del Siglo XVII.
- Vlad Ţepeş y los enviados turcos, de Theodor Aman (1831-1891).
Conclusiones
Nos encontramos ante dos cuestiones básicas:
§ Por una parte, la época en la que gobernó Dracula: Los historiadores
que definen a Vlad III el Empalador como un héroe nacional destacan que, en
aquel tiempo y lugar, el ejercicio del terror total era la única manera de
mantener a raya a las fuerzas abrumadoramente superiores que, desde uno y otro
lado, se disputaban las puertas de Europa y de Asia. Desde esta perspectiva,
Vlad Ţepeş habría sido simplemente un hombre de su tiempo, con la moral de su
tiempo e incluso dotado de un sentido de la justicia y el patriotismo poco
usual para una época tan convulsa, quien hizo estrictamente lo necesario para
acobardar a los masivos ejércitos extranjeros y a los desestabilizadores del
interior.
Tras la muerte de Drácula aparecen multitud de panfletos en Rusia y Alemania
contando anécdotas del personaje. Mientras que en Alemania se remarca su
crueldad, en Rusia se le ve más bien como alguien que tiene que actuar así para
defender a su pueblo. Las coincidencias entre unos y otros han dejado bastante
claro a historiadores que, al menos a grandes rasgos, estas historias han de
ser razonablemente verdaderas. Por ello, podemos suponer que el carácter del
voivoda no era precisamente calmo, sino más bien todo lo contrario, volcánico y
presto a estallar a la menor provocación. Parece que su sadismo había sido
heredado de su padre, también extremadamente cruel, aunque diríase que este
último no llegó a las formidables cotas sangrientas a las que ascendió Vlad
Tepes.
§ El mito del vampiro. Es seguro, evidentemente, que el príncipe valaco
no se alzaba de entre los muertos una y otra vez a pesar de los esfuerzos de
turcos, húngaros o boyardos, ni parece que le gustara probar el sabor de la
sangre; más bien nos encontramos ante alguien que se complacía en contemplar el
horror sangriento que sus empalamientos y torturas provocaban en sus víctimas.
Bram
Stoker basó su novela “Drácula”
(publicada en 1897) sobre la figura histórica de Vlad Tepes.
Lo que sabía Stoker
sobre la vida y las atrocidades del voivoda valaco es confuso,
ciertamente él estaba enterado de Vlad solamente por una referencia en un libro
de la historia obtenido de la biblioteca de Whitby. También influyeron,
seguramente, detalles como la información acerca de la tumba vacía de Snagov o
las tradiciones acerca de las criaturas nocturnas que se dedicaban a chupar la
sangre de los mortales, lo que pudo inflamar poderosamente la imaginación del
novelista y hacer que se levantara de entre los muertos. Así, desde que lo alzó
en 1897, no ha habido nadie capaz de mantenerlo sujeto en su tumba, surgiendo
una y otra vez en un poderoso e imparable avance hasta nuestros días, generando
una enorme multitud de copias, pastiches y películas de diverso estilo y
pelaje, amén incluso de corrientes y modos de vida, en las que se pueden
apreciar las características propias de este subgénero del terror como la
atracción sexual, el canto de sirena del mal, las ideas acerca de la vitalidad
que proporciona la sangre…
En
realidad, en la novela no se menciona para nada a Vlad, lo que ha hecho dudar a
algunos acerca de que se refiriera a él; sin embargo, los datos que expone a lo
largo del relato son lo suficientemente claros como para poder asegurar con una
certeza prácticamente absoluta que, efectivamente, el noble valaco es el
vampiro. Veamos los pasajes en los que es mencionado:
o
Durante una
conversación entre Jonathan Harker y Drácula en el castillo transilvano, el
vampiro se extiende acerca de su estirpe:
“¿Quién
fue sino uno de mi propia raza que bajo el nombre de Voivoda cruzó el Danubio y
batió a los turcos en su propia tierra? ¡Este era indudablemente un Drácula!
¿Quién fue aquel que a su propio hermano indigno, cuando hubo caído, vendió su
gente a los turcos y trajo sobre ellos la vergüenza de la esclavitud? ¡No fue,
pues, este Drácula, quien inspiró a aquel otro de su raza que en edades
posteriores llevó una y otra vez a sus fuerzas sobre el gran río y dentro de
Turquía; que, cuando era derrotado regresaba una y otra vez, aunque tuviera que
ir solo al sangriento campo donde sus tropas estaban siendo mortalmente
destrozadas, porque sabía que sólo él podía garantizar el triunfo! Dicen que él
sólo pensaba en él mismo. ¡Bah! ¿De qué sirven los campesinos sin un jefe? ¿En
qué termina una guerra que no tiene un cerebro y un corazón que la dirija? Más
todavía, cuando, después de la batalla de Mohacs[1], nos
sacudimos el yugo húngaro, nosotros los de sangre Drácula estábamos entre sus
dirigentes, pues nuestro espíritu no podía soportar que no fuésemos libres. Ah,
joven amigo, los escequelios[2] (y
los Drácula como la sangre de su corazón, su cerebro y sus espadas) pueden
enorgullecerse de una tradición que los retoños de los hongos como los Habsburgo
y los Romanoff nunca pueden alcanzar”.
o
Una vez
reunido el grupo de protagonistas que se enfrentarán a Drácula, el profesor van
Helsing les dará unas explicaciones:
“En realidad, debía
tratarse del Voivo de Drácula que obtuvo su nobleza luchando contra los turcos,
sobre el gran río que se encuentra en la frontera misma de las tierras turcas.
De ser así, no se trataba entonces de un hombre común; puesto que en esa época
y durante varios siglos después se habló de él como del más inteligente y sabio,
así como el más valiente de los hijos de la "tierra más allá de los
bosques". Ese poderoso cerebro y esa resolución férrea lo acompañaron a la
tumba y se enfrentan ahora a nosotros. Los Drácula eran, según Arminius, una
familia grande y noble; aunque, de vez en cuando, había vástagos que, según sus
coetáneos, habían tenido tratos con el maligno. Aprendieron sus secretos en la
Escolomancia[3],
entre las montañas sobre el lago Hermanstadt, donde el diablo reclamaba al
décimo estudiante como suyo propio. En los registros hay palabras como...,
brujo, y.. Satán e infierno; y en un manuscrito se habla de este mismo Drácula
como de un "wampyr", que todos comprendemos perfectamente. De esa
familia surgieron muchos hombres y mujeres grandes, y sus tumbas consagraron la
tierra donde sólo este ser maligno puede morar. Porque no es el menor de sus
horrores que ese ser maligno esté enraizado en todas las cosas buenas, sino que
no puede reposar en suelo que tenga reliquias santas."
Como
podemos comprobar, en ningún momento aparece mención alguna a Vlad, aunque sí
su apodo de Drácula o Draculea. E incluso la referencia a un hermano indigno
que se vende a los turcos parece hacer alusión a Radu, que se coaliga con ellos
para combatir al voivoda. ¿Y qué manera más fácil de convertirlo en un no
muerto que aprovechar su apodo demoníaco y decir que había tenido tratos con el
diablo para obtener la inmortalidad?
En
cualquier caso, no debemos pensar que el mito del vampirismo surge con Stoker:
este es un tema recurrente en muchas de las culturas del mundo desde los
tiempos más antiguos: como un pequeño botón de muestra, diremos que en la Europa Oriental subsiste, desde
tiempos inmemoriales, la creencia en criaturas como los vrukolaks o los vourdalaks,
seres no muertos que se alzan de sus tumbas para beber la sangre de los vivos;
para más información sobre el tema del vampirismo existe abundante
documentación al respecto, entre la que se cuenta un más que interesante
artículo de David Fraile en el nº 24 de esta misma revista, en el que se
compendian una gran cantidad de tradiciones acerca de los chupadores de sangre.
El
gran mérito del escritor dublinés, a la postre, no fue crear el mito del
vampirismo, sino el del vampiro por excelencia, el de lanzar al estrellato a
Drácula como paradigma de la criatura de la oscuridad que regresa una y otra
vez de la muerte para atormentar a sus víctimas.
Al margen de estas consideraciones, hay un detalle que podríamos
considerar curioso, o tal vez sintomático: como ya se ha mencionado en la biografía
del voivoda, una de las casas con las que se relaciona a lo largo de su cruenta
existencia es la de Bathory; pues bien, a esta casa perteneció Elisabeth
Bathory, conocida durante el siglo XVII como la condesa sangrienta por su
“sana” costumbre de sangrar a sus víctimas hasta la muerte para bañarse en el
líquido elemento, tal vez con la esperanza, por aquello de que “la sangre es
vida”, de mantener su lozanía y juventud por toda la eternidad. Parece ser que
entre ambas casas existía algún lejano parentesco, por lo que podríamos
preguntarnos si la vena sádica es un rasgo que se mantiene a través de la
herencia.
Bibliografía
Aunque procuraremos ceñirnos a la figura de Vlad III, resulta extremadamente difícil separar al personaje histórico del mito, por lo que no se sorprendan si a lo largo de los siguientes apartados aparecen referencias a Drácula como vampiro.
- Von ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei, Michel Beheim. 1463.
- Vlad III Dracula, Vida y Leyenda del Empalador Príncipe de Valaquia, Matei Cazacu. 1969. Está considerada como una de las obras más completas acerca del personaje, expone la dicotomía que hemos comprobado entre el héroe y el sádico.
- Un sueño de Drácula, Leonard Wolf. 1975.
- Drácula, Prince of Many Faces, Radu R. Florescu y Raymond McNally. 1989.
- The Complete Dracula, Florescu y McNally. 1992.
- Los «Drácula». Vlad Tepes, el Empalador, y sus antepasados, Ralf-Peter Märtin. 1993.
- In Search of Dracula, Radu R. Florescu. 1994.
- La verdadera historia de Drácula, Julio Farrac. 1998.
- Tras los pasos de Drácula, Fernando Martínez Laínez. 2002.
- Vlad el Empalador. En Busca del Auténtico Drácula, M. J. Trow. 2003.
- Vlad Drácula, the Dragon Prince, Michael Augustyn. 2004.
- Dracula, el hijo del Dragón, Théresa Shelanu. 2008.
- Vlad the Impaler: the Real Count Drácula, Enid A. Goldberg. Este libro forma parte de una serie de la escritora dedicada a personajes célebres como Gengis Khan o Alejandro Magno, con un carácter más elemental y divulgativo.
- Drácula, Bram Stoker. 1897.
- El Encuentro, Fred Saberhagen. 1978. Una curiosa reflexión, tomando como base el caso de la rata gigante de Sumatra que Conan Doyle cita en sus historias de Sherlock Holmes, para hacer que el gran detective se encuentre con el mítico vampiro y surjan hipótesis cuando menos asombrosas.
- La Historiadora, Elisabeth Kostova. 2005. Una novela en la que se entremezclan el mito del vampiro y el personaje histórico hasta fundirse en una única figura. Considerada un best-seller, el desarrollo resulta muy lento y el final se me aparece excesivamente simple o apresurado.
Filmografía
- "Vlad Ţepeş", Doru Nastase. 1979. Rodada sobre un guión de Mircea Mohor, se presenta al Empalador como un héroe nacional.
- “Vlad, el Príncipe de la Oscuridad” ("Dark Prince: The true story of Dracula"), Joe Chappelle. 2000. Película en la que se noveliza la historia de Vlad el Empalador.
- "Los padres de Drácula" (Bloodlines: Dracula's family tree), documental de Canal Historia. 2007.
- “Drácula”, Bela Lugosi. 1931. Considerada como uno de los grandes hitos de las películas sobre Drácula como vampiro, marcó el inicio de la gran saga de filmes sobre este personaje que crearían la Hammer o Jesús Franco entre otros, y que protagonizarían diversos actores entre los que destacó con luz propia Christopher Lee en el papel del noble no muerto.
- "Drácula de Bram Stoker", Francis Ford Coppola. 1992. Está considerada como la adaptación más fiel a la novela.
- "Van Helsing", Stephen Sommers. 2004. Pobre revisión del mito de Drácula, en la que se busca más el efectismo que narrar o mantener una historia bien argumentada.
- “La Maldición del Cáliz de Judas”, Jonathan Frakes. 2008. Tercera parte de la serie de películas sobre el bibliotecario, surgidas al rebufo de las sagas de Indiana Jones y de La Momia (Brendan Fraser), en la que aparece Vlad Tepes encarnando al príncipe de las tinieblas.
- Al parecer, está previsto estrenar a lo largo del 2011 una nueva película sobre el voivoda valaco, que se llamará “Vlad”.
Música
- Vlad Tepes, grupo de Black Metal que lleva su nombre y que ha editado 11 álbumes desde 1993 hasta 1998, año de su disolución como banda. En 2004 y 2005 han realizado otros dos álbumes de forma clandestina.
- El grupo sueco de Black Metal Marduk dedica la segunda parte de su disco "Nightwing" a contar la historia de Vlad Tepes. El tema "Deme Quaden Thyrane" había aparecido en el tercer disco de la banda "Opus Nocturne". Además, el disco "Heaven Shall Burn... When We Are Gathered" contiene también un tema compuesto en honor del príncipe empalador: "Dracul Va Domni Din Nou In Transilvania".
- Graveland, grupo de Black Metal polaco tiene un EP titulado "Impaler's Wolves" de 1999, que trata sobre la persona de Vlad El Empalador.
- El grupo británico Kasabian incluyó en su disco "West Ryder Pauper Lunatic Asylum" una canción llamada "Vlad the Impaler" (Vlad El Empalador), en referencia a este personaje.
- La banda italiana de Black Metal Opera IX incluye en su disco "Sacro culto" un tema bajo el nombre "Under the sight of the red dragon" en la que rinden homenaje a Vlad.
[1] La batalla de Mohacs tuvo lugar el 29 de agosto de 1526: Luis II de
Hungría cayó derrotado ante Solimán el Magnífico. Teniendo la época a la que
nos estamos refiriendo, el voivoda que participó en ella era un descendiente de
Vlad.
[2] Escequelio (o szekler) es un término con el que se denomina a una rama
del pueblo húngaro que habita en la región Este de Transilvania, de la que toma
el nombre: Escequelia.
[3] La Escolomancia
es, al parecer, la contracción del término “escuela de nigromancia”, por lo que
suele ser interpretada como una escuela de magia negra, situada en este caso en
medio de un lago.
Gran entrada, sí, señor, sobre un tema apasionante e interesante. Mi más sincera enhorabuena. Y gracias por la bibliografía!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Juan, por tus comentarios. El personaje es lo suficientemente interesante como para sacar un artículo de estas características... La información está ahí, tan sólo había que juntarla y darle un poco de orden.
Eliminar"Un saquito de virtudes", el redundante Vlad, ¿no? Gracias una vez más por todo lo que nos cuentas, José Francisco.
ResponderEliminarBuenas noches, Mary Ann. Gracias a ti por tus comentarios, jejeje. La verdad es que hay que ver a Vlad desde la perspectiva de la época que le tocó vivir: con los turcos por un lado y los húngaros por el otro, tenía que ser un guerrero implacable, o lo hubieran devorado nada más comenzar... Vlad es el que más trascendió de esos tiempos, pero hubo otros que fueron tan salvajes como él, así que aunque nos parezca brutal, hay que tener en cuenta que o ganabas las continuas guerras en las que te implicaban, o te daban para el pelo...
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