sábado, 9 de septiembre de 2017

FIN DE SIGLO Y MILENIO

THE NEW LHORK HERALD TRIBUNE

NODO LHORK: ¡Y, DE NUEVO, EL FIN DE SIGLO Y MILENIO!



Erre que erre.– De nuevo, este sufrido articulista, víctima inocente de crueles ataques por parte de esa banda de fanzinerosos que se hacen llamar el Círculo de Lhork, toma la pluma para narrar las vicisitudes de semejante caterva de ganapanes durante su tradicional Comida de Hermandad pre-Navidad.
Escondido tras una enorme planta del restaurante (Ahora que caigo, juraría que en ese lugar no había planta alguna. Entonces, ¿detrás de qué he estado escondido?), heme aquí para narrar cómo ese grupo de inefables “artistas” de bolígrafo gordo, dieron por reunirse, como ya es costumbre en ellos, el sábado antes de Navidad, a cogerse una buena indigestión y una tajada aún mayor, y charlar de sus delirios habituales, a saber: brindis continuados por cualquier cosa que se les ocurra, trasiego de LhorkRioja por aquí y por allá,
A tan magno acontecimiento diez mil moscas acudieron, que por golosas... ¡Vaya hombre, vaya día más tonto que llevo! ¡Qué barbaridad, entre el canal KKWC y el XYZQWS, no hacen más que cruzarse y no me entero de nada! Bueno, sí, a lo que íbamos: acudieron diez más uno, y ese uno era el que suscribe, convenientemente disfrazado de pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo y cara de malo para no dar el cante y pasar desapercibido. Creo que lo conseguí, aunque más de una vez me pareció notar sobre mi humilde persona miradas de extrañeza y murmullos sospechosamente bajos.
Dio comienzo el fastuoso ágape con una emotiva y extensa alocución del Presidentísimo, tan profunda que nos hizo saltar a todos las lágrimas: “Queda inaugurada... ¡esta exposición!”. A renglón seguido, se nombró a los presentes y ausentes, brindando por todos aquellos que quisieron estar y no pudieron, con un exquisito LhorkRioja que corrió como agua por todas las gargantas. Asistieron el profesor Sartorius, el profesor Anscarius, Jojavi que... Bueno, a estas alturas ya no sabemos ni cómo ve con tanto LhorkRioja, así que omitiremos el apellido y que sea lo que Lhork quiera; Morgana de Lhork, Luigi el Condottiero, el profesor Osuya y su inseparable legionario espacial, Paconan el Bestia y la Mujercísima del Presi, alias la Primera Dama, alias la Hilaria.
Aludiendo a excusas tales como hechizos y contrahechizos supuestamente lanzados contra ella por la pobre Morgana, que ya bastante tenía con dar un buen tono y sabor a la poción mágica que había llevado a la comida para dar un hambre mágico a los comensales y que se tragaran todo lo que les echaran, algunos, como Red Sara, que aportó una sospechosa fotografía en la que aparecía con una escayola en la pierna, se disculparon por su ausencia; en el caso de la susodicha, tras analizar la citada imagen, se pudo comprobar claramente que había cogido un rotulador blanco y había pintado la pierna de la fotografía, por lo que hemos de suponer que el motivo real fue, seguramente, escaquearse de la tan anunciada batalla entre ella y Morgana, en la que aún se cruzan apuestas cada vez más altas a favor de una o de otra.
A lo largo de toda la comida, el profesor Sartorius, pesado y machacón como él solo, intentó que el personal secundara una moción de censura contra el Presi, por el simple motivo de pretender poseer a título póstumo el grado supremo de Rex Imperator. Aludió para ello poseer un título nobiliario propio, con escudo y todo, en el que se podía leer el lema “¿Rex Imperator? Non, Gratia”, pero no le sirvió de lo más mínimo: ninguno de los miembros tuvo a bien dignarse apoyarle en su insensata postura, seguramente por temor al impuesto revolucionario y las represalias del magno Jefe del Círculo, por lo que hubo de tragarse sus palabras y dedicarse a preparar un nuevo golpe de Estado, refunfuñando por lo bajo, como ya es habitual en él. Al mismo tiempo que sucedían estos lamentables hechos hubo otra larga serie de propuestas, entre las que se apoyaron, sobre todo, la de la República Independiente de Lhork y la del V Reich, con el Presi como ReichsFührer y nuestro emblemático legionario espacial como Kommadantur SS. A consecuencia de tales desvaríos y desatinos, surgidos básicamente del continuado, abusivo e indecente trasiego de LhorkRioja, las ideas aportadas fueron de mal en peor, las lenguas se trabucaron cada vez más, con lo que un grupo de Profundos infiltrados, muy molestos con el Círculo por el tratamiento que se les había dado hasta aquel momento, intentaron tomar el poder por la fuerza de ni se sabe qué.
Durante todo este tiempo, e incluso después de sofocar la rebelión de los acólitos de Cthulhu el Desheredado, algunos de los presentes demostraron un excelente nivel artístico, en concreto musical, deleitándonos con alegres e irreverentes canciones de los pretéritos tiempos de la República, con los que surgieron a su vez cachondeos varios e ideas habituales en este tipo de eventos, como la clásica de solicitar al respetable la publicación paralela de un fanzine de erotic fantasy, sugerencia que recibió, por parte del Excelentísimo, un sospechoso apoyo que más pareció el sí de los locos que otra cosa.
Tras toda esta fastuosa comida, que satisfizo la glotonería de todos los presentes (personalmente, creo que los mejillones zapateros con merluza con gabardina en salsa rojinegra se parecían peligrosamente a comida envenenada para deshacerse de los elementos subversivos del Círculo), se pasó al segundo punto de la orden del día, a saber: la marcha a un bar en el que tuvimos ocasión de degustar todo tipo de líquidos más o menos exóticos, desde el agua del manantial hasta el Tequila achampañado, y el momento más terrible del día: la hora del Censor. El Presidentísimo se dedicó a poner a todo el mundo firme, más tiesos que cirios, desde el primero al último. Y el motivo, el más simple de todos: los dislates que hasta el momento se habían escrito sobre el mundo de Lhork, un mapa imaginario de las tierras que los circuleros habitan cuando no están de vacaciones, creado para deleite de despendole de sus miembros; y para que conste, y acabar de una vez por todas con los feos rumores que han estado surgiendo una y otra vez desde la noche de los tiempos contra este grupo, el ilustre fundador y Presidente Vitalicio (Habrá que despojarle de la calidad de aforado, porque si no no habrá manera de juzgarle) aclaró con voz firme que ni el Círculo era una secta, ni el mundo de Lhork un juego de rol. ¡Acabáramos! Entre medias de esta furibunda diatriba, algún desaprensivo aprovechó el momento de despiste general para pasar al Presi un tocho de 75 páginas, para agobiarlo un poco más de lo que ya está y ver si se jubila de una dichosa vez y cede el testigo a los demás que quieren chupar del bote.
La inolvidable jornada acabó, como ya suele ser habitual, en la librería “El Aventurero”, en busca de material con que solazarse. Después de un intenso rastreo, que acabó con más de la mitad del local vacío a causa de las ansias consumistas de la peña, cada cual se recogió hacia su propio cuartel, acabándose la reunión sin más dilaciones por parte de nadie y sin ceremonia de clausura ni pamemas similares.
The Pucelan Brothers.


Nota de la redacción: En fin, qué le vamos a hacer. El pobrecillo está tan entregado a su tarea de acabar con nosotros, que ya no sabe si escribe a favor o en contra: me temo que su salud mental va de mal en peor, si es que tal cosa es posible en una persona con semejante torrija neuronal.
En esta ocasión nos ha hecho llegar el documento que acaban de leer por correo normal, aunque... Bien pensado, no debe haber sido muy normal, porque lleva un sello un tanto sorprendente: pone “Villabotijos de Tiraparriba”, y el valor marcado es de ciento veintisiete pesetas y cuarenta y dos céntimos: el matasellos de Correos viene, al parecer, de “Cañaseca de la Bodeguilla Coja”.
También es cierto que el cartero resultaba un tanto sospechoso: vestido de rojo fosforito, como los butaneros, se acercó al edificio de la redacción y exigió hablar con el jefe, porque, según sus palabras, tenía que entregar aquella carta en mano; cuando nuestro vigilante le dio el alto y le advirtió que aquello era imposible, el susodicho individuo montó en repentina e inusitada cólera y, sacándose de un bolsillo trasero una bolsa de magdalenas, intentó sobornarlo para que lo dejara pasar. En vista de que sus esfuerzos eran inútiles, utilizó la citada bolsa para agredir a nuestro empleado, abriéndole una brecha en la frente. ¿De cuándo eran esas magdalenas?
Lucharon durante unos instantes, hasta que el vigilante consiguió arrebatar al interfecto, de quien ahora no dudamos era el Sr. Sastre, tanto la carta como la bolsa. A causa de ello, nuestro antiguo articulista salió huyendo como alma que lleva el diablo, gritando cosas como que se lo iba a contar a Conan, y jurando por Crom, Mitra e Isthar. Esperamos sinceramente que aún no haya parado de correr.

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