domingo, 19 de junio de 2016

ROLDÁN

ROLDÁN: ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA

José Francisco Sastre García

            De Roldán en realidad no se sabe tanto como parece: el paladín de los carolingios, muerto en glorioso combate en Roncesvalles contra una inmensa hueste de sarracenos, es un personaje histórico, de eso no parece caber la menor duda, aunque sus hechos, a tenor de lo que figura en la Canción de Roldán y, posteriormente, en el Cantar de Roncesvalles, han sido probablemente distorsionados y magnificados hasta convertirlo en un personaje legendario.
            ¿Qué hay de cierto y de exageración detrás de este mito? Veamos a continuación lo que se ha podido averiguar al respecto…

El personaje

            Conocido también como Rolando u Orlando (en francés es Roland), al parecer era sobrino del emperador Carlomagno, un noble cristiano armado con una espada conocida como Durandarte o Durandal, y un cuerno de llamada al que se denomina Oliphant. Al parecer es, si no el más fuerte, sí al menos uno de los hombres más fuertes de todo el imperio, capaz de hender las rocas con su espada o arrojar inmensos peñascos sin dificultad alguna.
            El emperador entra en la península acompañado por su sobrino y otros grandes caballeros del imperio, denominados los Doce Pares de Francia, entre los que se cuenta Ganelón, el padrastro de Roldán; conquista el terreno hasta Zaragoza, sin llegar a tomarla, donde gobierna el moro Marsín, también llamado según las fuentes Marsilis.
            Cuando los sajones atacan territorio franco, el ejército carolingio comienza la retirada hacia su propio territorio, ignorante de la traición de Ganelón que, envidioso de su hijastro, ha entrado en conversaciones con el rey sarraceno con el fin de acabar con la vida de Roldán. Éste, a la cabeza de la flor y nata de la caballería, se mantiene en la retaguardia.
            Cuando llegan al paso de Roncesvalles, tras superarlo el grueso del ejército, los rezagados sufren la emboscada de un ingente número de árabes (los cantares hablan de ¡400.000!) que se abalanzan sobre ellos, entablándose una feroz y épica batalla.
            La fuerza de los números hace imposible la defensa de los cristianos, que poco a poco van cayendo: si bien al principio Roldán y Reinaldos, merced a su temeridad, consiguen obligar a retroceder al enemigo, éste se rehace y vuelve de nuevo a la carga, dispuesto a acabar la tarea.
            A pesar de todo, los carolingios plantan cara y hacen que su derrota salga muy cara a los musulmanes: una exaltada exhortación del obispo Turpín y la lucha del héroe con Marsín, que finaliza con la pérdida del brazo por éste último obligándolo a huir, consiguen que los defensores puedan tener un breve tiempo de respiro antes de que los sarracenos vuelvan de nuevo a caer sobre ellos.
            Oliveros, Beltrán, Reinaldos, y según la versión española del Cantar de Roncesvalles, incluso Turpín, van siendo abatidos por la horda de infieles. Al comprobar la debacle, Roldán hace sonar su cuerno para llamar al ejército de su tío, que al retroceder hace huir al enemigo, pero ya es demasiado tarde para los emboscados: incluso Roldán desfallece y muere. Pero antes de ello golpea su espada contra una roca con la intención de partirla y evitar que caiga en manos enemigas, lo que tiene como resultado únicamente que la piedra se abra en lugar de quebrar el arma.
            Después de perseguir al rey moro y vencerlo en Baigant, Carlomagno regresa sobre sus pasos hacia Roncesvalles y recoge los muertos para honrarlos comme il faut en Francia, donde serán enterrados; la mujer de Roldán, doña Alda, morirá a su vez en el entierro de su amado.
De regreso en Aix, enterado de la traición de Ganelón, el emperador dicta una implacable sentencia contra él: será condenado a la ejecución por desmembramiento.
"Entonces se retiran bávaros y alemanes, potevinos, bretones y normandos. Todos están de acuerdo, y los franceses los primeros, en que Ganelón debe perecer en medio de terrible angustia.
Se traen cuatro corceles, y a ellos se atan los pies y manos de Ganelón. Los caballos son veloces y briosos. Ante ellos, cuatro sargentos los azuzan hacia un arroyo que atraviesa el campo. Ganelón ha llegado a su perdición. Todos sus nervios se distienden, todos los miembros de su cuerpo se desgarran; sobre la hierba verde se derrama clara su sangre. Ha hallado Ganelón la muerte que merece un felón probado. Cuando un hombre traiciona a otro, no es justo que saque de ello vanidad."

La dimensión mítica de Roldán fue aumentada con diversas hazañas del héroe, de las que vamos a citar una de las más conocidas, la de su enfrentamiento con el gigante Ferragut.
El escenario de esta historia se ubica cerca de Nájera, tras pasar el alto de San Antón y junto al Camino, donde existe un cerro conocido como Poyo Roldán.
Según la leyenda, Carlomagno supo de la existencia en Nájera de un gigante del linaje del bíblico Goliath, llamado Ferragut, que había llegado de las lejanas tierras de Siria con veinte mil turcos enviados por el emir de Babilonia para combatir al emperador. Este coloso no temía las lanzas ni las saetas, y poseía la fuerza de cuarenta forzudos, por lo cual acudió Carlomagno a Nájera enseguida. Apenas supo Ferragut de su llegada, salió de la ciudad y lo retó a singular combate, es decir un caballero contra otro.
“El carolingio envió en primer lugar al dacio Ogier, a quien el gigante, en cuanto lo vio solo en el campo, se acercó pausadamente y con su brazo derecho lo cogió con todas sus armas, y a la vista de todos lo llevó ligeramente a la ciudad, como si fuera una mansa oveja.
Este gigante medía casi doce codos de estatura, su cara tenía casi un codo de largo, su nariz un palmo, sus brazos y piernas cuatro codos, y los dedos tres palmos.
Luego Carlomagno mandó a combatirle a Reinaldos de Montalbán, y en seguida con un solo brazo se lo llevó a la cárcel de su ciudad. Después se envió al rey de Roma Constantino y al conde Hoel, y a los dos al mismo tiempo, uno a la derecha y otro a la izquierda, los metió a la cárcel. Por último se enviaron veinte luchadores, de dos en dos, e igualmente los encarceló.
Visto esto y en medio de la general expectación, no se atrevió Carlomagno a mandar a nadie para luchar con él. Sin embargo Rolando, apenas consiguió permiso del rey, se acercó al gigante, dispuesto a combatirle. Pero entonces el gigante lo cogió con sólo su mano derecha y lo colocó delante de él sobre su caballo. Y al llevarlo hacia la ciudad, Rolando, recobradas sus fuerzas y confiando en el Señor, lo cogió por la barba y en seguida lo echó hacia atrás sobre el caballo, y los dos al mismo tiempo cayeron derribados al suelo. E igualmente ambos se levantaron de tierra inmediatamente y montaron en sus caballos. Entonces Rolando con su espada desenvainada, pensando matar al gigante, partió por mitad de un solo tajo a su caballo. Y como Ferragut quedase desmontado y le lanzase grandes amenazas mientras blandía en su mano la desenvainada espada, Rolando, con la suya, golpeó al gigante en el brazo con que la manejaba y no lo hirió, pero le arrancó la espada de la mano. Entonces Ferragut, perdida la espada, creyendo pegarle a Rolando con el puño cerrado, golpeó en la frente a su caballo, y el animal murió al instante. Finalmente a pie y sin espadas lucharon con los puños y con piedras hasta las tres de la tarde.
Al atardecer, Ferragut consiguió treguas de Rolando hasta el día siguiente. Entonces concertaron que al otro día acudirían los dos al combate sin caballos ni lanzas. Y acordada la lucha por ambas partes, cada uno regresó a su propio albergue. Al amanecer del día siguiente llegaron a pie, cada uno por su parte, al campo de batalla, como se había acordado. Ferragut llevó consigo la espada, pero de nada le valió, pues Rolando se había llevado un bastón largo y retorcido con el que le estuvo pegando todo el día y sin embargo no le hirió. Hasta el mediodía y sin que a veces se defendiese le golpeó también con grandes y redondas piedras que abundantemente había en el campo, y no pudo herirle en modo alguno. Entonces conseguidas treguas de Rolando, vencido del sueño comenzó a dormir Ferragut. Y Rolando, como cumplido caballero que era, puso una piedra bajo su cabeza para que durmiese más a gusto. Ningún cristiano, pues, ni aun el mismo Rolando, se atrevía a matarlo entonces, porque se hallaba establecido entre ellos que si un cristiano concedía treguas a un sarraceno, o un sarraceno a un cristiano, nadie le haría daño. Y si alguien rompía deslealmente la tregua concedida, era muerto enseguida. Ferragut, pues, cuando hubo dormido bastante, se despertó, y Rolando se sentó a su lado y comenzó a preguntarle cómo era tan fuerte y robusto que no temía espadas, piedras ni bastones.
-Porque tan sólo por el ombligo puedo ser herido, contestó el gigante.
            Hablaba él en español, lengua que Rolando entendía bastante bien. Entonces el gigante comenzó a mirar a Rolando y a preguntarle así: --Y tú, cómo te llamas? --Rolando, contestó este.
-De qué linaje eres que tan esforzadamente me combates?, preguntó.
Y Rolando dijo: Soy oriundo del linaje de los francos.
            Y Ferragut instistió: De qué religión son los francos?
            Y respondió Rolando: Cristianos somos, por la gracia de Dios, y a las órdenes de Cristo estamos, por cuya fe combatimos con todas nuestras fuerzas.
Entonces, al oír el nombre de Cristo, dijo el pagano: Quién es ese Cristo en quien crees?
Y Rolando explicó: El Hijo de Dios Padre, que nació de virgen, padeció en la cruz, fue sepultado, de los infiernos resucitó al tercer día y volvió a la derecha de Dios Padre en el cielo.
[En este punto de la historia el combate se convierte en una digresión teológica sobre las virtudes del cristianismo]
-Entonces, concluyó Ferragut, lucharé contigo, a condición de que si es verdadera esa fe que sostienes, sea yo vencido, y si es falsa, lo seas tú. Y el pueblo del vencido se llene eternamente de oprobio, y el del vencedor en cambio de honor y gloria eternos.
-Sea, asintió Rolando.
Y así se reemprendió el combate con mayor vigor por ambas partes, y enseguida Rolando atacó al pagano. Entonces, roto el bastón de Rolando, se lanzó contra él el gigante y cogiéndolo ligeramente lo derribó al suelo debajo de sí. Inmediatamente conoció Rolando que ya no podía de ningún modo evadirse de aquél, y empezó a invocar en su auxilio al Hijo de la Santísima Virgen María y, gracias a Dios, se irguió un poco y se revolvió bajo el gigante, y echó mano a su puñal, se lo clavó en el ombligo y escapó de él.
Entonces el gigante comenzó a invocar a su dios con voz estentórea, diciendo: Mahoma, Mahoma, dios mío, socórreme que ya muero. Y en seguida, acudiendo los sarracenos a estas voces, le cogieron y llevaron en brazos hacia la ciudad. Rolando, empero, ya había vuelto incólume a los suyos. Entonces los cristianos, junto con los sarracenos que llevaban a Ferragut, entraron en brioso ataque en la ciudadela que estaba sobre el poblado. Y de esta manera murió el gigante, se tomó la ciudad y el castillo, y se sacó de la prisión a los luchadores.”

Datos históricos

Apenas encontramos referencias históricas sobre Roldán y Roncesvalles, y casi todas ellas son breves:

§  Una línea escrita por el sabio franco de la época, Eginardo, en una biografía que escribe sobre Carlomagno, en la que simplemente se consigna su nombre franco, Hruodlandus, su rango de prefecto o guardián de las fronteras de Bretaña y su muerte en una batalla en los Pirineos.
§  Una reseña en el manuscrito 39 de San Millán de la Cogolla: “En el año 778, el rey Carlos vino a Zaragoza: tenía en ese momento doce sobrinos y cada uno de ellos contaba con tres mil caballeros armados; entre ellos se puede mencionar a: Roldán, Bertrand, Ogier el de la espada corta, Guillermo el de la nariz corta, Olivier y el obispo Turpín. Cada uno de ellos acompañaba junto a su séquito al rey durante un mes del año. Sucedió que el rey se detuvo en Zaragoza junto a su ejército al cabo de poco tiempo: recibió el consejo de los suyos de que aceptara numerosos presentes para que el ejército no muriera de hambre y pudiera regresar a la patria. Lo que fue hecho. El rey a continuación decidió que para preservar la seguridad de los hombres del ejército, el valeroso guerrero Roldán permanecería en la retaguardia. Pero cuando el ejército cruzaba el puerto de Cisa en Roncesvalles, Roldán falleció, muerto por los Sarracenos”. A juzgar por lo que figura en el texto, se redunda en la idea de que los atacantes fueron los musulmanes, y de que uno de los doce sobrinos de Carlomagno era Roldán, datos que, aparentemente, no figuran reflejados en la obra de Eginardo, por lo que cabe sospechar que hubo una clara influencia entre este manuscrito y el Cantar de Roldán.
§  También encontramos breves referencias en los Annales Regni Francorum inde ab anno 741 usque ad 829.
§  En la Vita Karoli de Einhard, del año 830, en la que se glosa la majestad y el buen hacer de Carlomagno, figura una reseña acerca de la derrota de Roncesvalles.
§  En la Vita Hludowici Pii, del 840, de Limousin, se menciona también la batalla en la que Roldán perdió la vida.

Aparentemente en ninguna de estas citas, salvo en la de San Millán de la Cogolla, se menciona que Roldán pudiera estar emparentado con la dinastía carolingia, por lo que quizás debamos pensar, como ya se ha comentado, que el hecho de ser hijo de Gisela de Francia, hermana de Carlomagno, procede de la Canción de Roldán y, por tanto, puede ser una información espuria, insertada únicamente con la intención de dar al personaje un lustre más nobiliario y emparentarlo con la línea de realeza carolingia.
Nos ubicamos en el siglo VIII d.C., en un momento en que la invasión árabe de la península ibérica era ya un hecho consumado, y los restos de los vencidos visigodos habían de plegarse ante sus nuevos amos; en Francia, el imperio carolingio aún se mantenía fuerte y buscaba, si no la expansión, sí al menos la contención del enemigo musulmán antes de que penetrase en su territorio.
Las investigaciones históricas han concluido que la famosa batalla de Roncesvalles debió tener lugar el 15 de agosto de 778, y no precisamente entre francos y moros, sino entre francos y vascones.
Otro detalle importante acerca de esta batalla es que posiblemente no fuera tal, sino más bien, a juzgar por datos extraídos de anales y crónicas del siglo IX, una cruenta escaramuza debida a una emboscada que los vascones tendieron a la retaguardia del ejército franco en los desfiladeros de Valcarlos, en la vertiente norpirenaica, en los llanos de Roncesvalles y Burguete.
El ataque de los vascones se produce, probablemente, debido a que Carlomagno, durante su retirada del sitio de Zaragoza al tener que regresar a proteger sus fronteras de los ataques sajones, entra en Pamplona a sangre y fuego, por entonces en poder de este pueblo; en represalia por tal hecho, la columna carolingia sería emboscada y asesinada.

Conclusiones

            De nuevo nos encontramos con pequeñas reseñas históricas y una única referencia amplia acerca del personaje basada no en la historia llana y simple, sino en un romance engalanado para fortalecer el concepto del caballero cristiano puro y justo que lucha por la verdadera fe contra los descreídos seguidores de Alá y Mahoma.
            Teniendo en cuenta que el Cantar de Roldán, como la fuente del mito más elaborada es la más antigua y procede de finales del siglo XI o primeros del XII, y que los hechos se sitúan en el VIII, nos encontramos con nada menos que alrededor de 300 años de diferencia que, a no dudarlo, han contribuido sobremanera a desvirtuar la historia sobre Roldán y Roncesvalles; como hemos podido ver en los datos históricos, ni se combatió contra los musulmanes ni, probablemente, se trató de una gran batalla.
            De hecho, si nos fijamos en un detalle del manuscrito de San Millán de la Cogolla, nos daremos cuenta de la magnitud que se le ha dado al héroe y su contexto: se nos dice que Carlomagno tenía doce sobrinos, y cada uno de ellos tres mil caballeros, lo que hace un total, si no me fallan las cuentas, de un ejército de 36.000 soldados, sin pararnos a pensar en todo el bagaje añadido que un ejército comporta. Teniendo en cuenta que estamos hablando del siglo VIII y las estructuras feudales del momento, con un ejército de esa envergadura es más que probable que, por una parte, hubieran dejado totalmente desprotegido el territorio franco y, además, hubieran podido conquistar toda la península en poco tiempo. Si los sajones aprovecharon la coyuntura para atacar las fronteras del imperio, es posible que, verdaderamente, Carlomagno cometiera una torpeza de calibre mayúsculo al movilizar semejante tropa fuera de su territorio y hubiera de retroceder apresuradamente al enterarse de las noticias.
            En cualquier caso, Roldán se ha convertido en otra de esas leyendas que escapan a los rigores del tiempo para anclarse en el arquetipo más allá de cualquier consideración objetiva; no hay más que ver, por ejemplo, y como ya hemos hablado en otros artículos, la presencia de un grupo conocido como los Doce Pares de Francia, afín a nuestro personaje, o la presencia del traidor envidioso que quiere acabar con el justo. Sin embargo, en este caso no parece probable que podamos entroncarlo con la idea artúrica, la de Sigfrido o la de Jesús, puesto que en el trasfondo de esta idea no se percibe noción alguna de cambio; más bien habría que pensar en una reelaboración de los hechos a la luz de dicho arquetipo, tomando parte de las bases legendarias y adaptándolas al héroe.
            De esta manera, la dimensión mítica de Roldán trasciende hasta el punto de convertirlo en una especie de coloso sobrehumano, en un semidios capaz de partir las piedras y derrotar a cualquier enemigo que se le enfrente; esta dimensión hace que se asimilen multitud de lugares con el paso del personaje. En la geografía navarro-pirenaica podemos citar algunos de ellos, como:

§  Los “Pasos de Roldán”, entre Orreaga (Roncesvalles) y Mezkiritz.
§  Las “Rocas de Roldán”, en la costa frente a Hendaya, supuestamente arrojadas por él desde las Peñas de Aia (Aiako Harria).
§  La “Brecha de Roldán”, abertura pétrea en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido abierta, según la leyenda, por Roldán para el paso de su ejército hacia territorio galo.
§  El “Pierrondán”, supuesta huella del pie del Roldan en el término de Fuencalderas, en la comarca aragonesa de las Cinco Villas.
§  El “Salto de Roldán”, en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, en el pre-Pirineo oscense, dos peñas que según la leyenda Roldán tuvo que saltar para escapar de sus perseguidores en su regreso a Francia, muriendo el caballo por tamaña gesta y teniendo que continuar a pie, hasta llegar a Ordesa.

¿Qué hay detrás de todo este mito? Probablemente el hecho de que en el siglo VIII fue nombrado Guardián de las Marcas de Bretaña un personaje que alcanzó una cierta fama debido a sus actos en el campo de batalla y que, posteriormente, fue llamado por el emperador para entrar en territorio ibérico, donde perdería la vida en una emboscada que les tendieron los vascones. ¿Qué tal vez fuera un gran caballero y un buen cristiano? Probablemente los hechos de armas y un cierto sentido del honor hicieran más por encumbrarlo que el que rezara todos los días, aunque éstas son meras consideraciones sobre las que no hay fundamento alguno…

Bibliografía

§  Annales Regni Francorum inde ab anno 741 usque ad 829.
§  Vita Karoli. Einhard. 830.
§  Vita Hludowici Pii. Limousin. 840.
§  Cantar de Roldán. Turoldo. Entre 1086 y 1104. Es el cantar de gesta más antiguo escrito en Europa.
§  Manuscrito de Oxford. Alrededor de 1170, revisión del Cantar de Roldán escrita en anglo-normando.
§  Cantar de Roncesvalles. Siglo XIII. Según los estudios de Ramón Menéndez Pidal, probablemente se compuso en Navarra; originalmente tendría 5.500 versos, pero sólo se conserva un fragmento de un centenar en el que se narran las lamentaciones de Carlomagno por la pérdida de su sobrino y los grandes caballeros caídos en batalla. Aunque parece seguir los pasos del Cantar de Roldán, introduce cambios más o menos significativos en los personajes y la trama.
§  Orlando Enamorado. 1487. Matteo Maria Boiardo.
§  Orlando Furioso. 1516. Ludovico Ariosto.
§  Orlando. 1928. Virginia Woolf.

Filmografía y otros espectáculos audiovisuales


  • Orlando Furioso. Ópera de Vivaldi basada en la obra del mismo nombre de Ludovico Ariosto.
  • La Chanson de Roland. Película documental estrenada en España el 28 de enero de 2011. Está dirigida por Olivier van der Zee y en ella aparecen historiadores, geógrafos y demás entendidos que intentan explicar qué hay de real y de ficción en este cantar de gesta.

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