sábado, 8 de agosto de 2015

LA LEY DEL PUNTO FINAL



LA LEY DEL PUNTO FINAL

Jose Francisco Sastre García

"Permitid que aquellos que lo merecen duerman el sueño de los justos, pues sólo así heredarán la inmortalidad".
(I Epístola a los Marvelios, 57, 2)

Hay una antigua, inmutable, ciega ley, que viene a decir algo así como que cuando algo se ha acabado, es inútil intentar prorrogarlo más, pues ello sólo servirá para prolongar la agonía. Es inflexible, y se cumple siempre. ¿Por qué en el mundo de los cómics habría de ser distinto?
¿Quién fue el gracioso que dijo que jamás se dibujaría la muerte de Conan en los cómics? Pues se pasó de listo, ya que llevamos asistiendo a su agonía durante mucho tiempo. Guiones flojos, dibujantes mediocres, y de cuando en cuando dando algún ocasional destello de interés, ni siquiera el regreso de los grandes ha conseguido que el cimmerio aguante las terribles heridas que le inflingieron las editoriales hace ya tiempo. Se ha remozado su imagen, convirtiéndolo ora en un superhéroe mutante, ora en una bestia sangrienta deseosa de sangre y vísceras, modificando formatos de cómics, cancelando series y abriendo otras, y todo, ¿para qué? En Estados Unidos el personaje ya no interesa, y en Europa, a pesar de la buena salud que sigue teniendo, es probable que terminen por cansarse.
Si Howard levantara la cabeza, volvería a morirse lleno de vergüenza por el pésimo interés que las editoriales han puesto en adaptar su personaje correctamente. Sólo Roy Thomas en sus buenos tiempos, Barry Smith, Buscema y algunos más, le dieron el tono heroico que el escritor de Peaster había pensado para alguien así. Pero eso no bastaba: el único objetivo era hacer dinero, dinero, y más dinero, y mantener a Conan como fuera en circulación para conseguir más beneficios. Tozudez, estulticia, falta de sentido común... Cualquiera de estas razones es suficiente como para que alguien escriba una carta como la que encabeza estas líneas, la cual procede de la hagiografía de Santo Roberto de Howard, encontrada hace tiempo en algún lugar de la meseta hybórea (perdón, ibérica). Sólo he reproducido una pequeña parte, ya que el resto es una despiadada muestra de grosería y mala educación contra esos marvelios en la que se utilizan términos que avergonzarían a una ramera zamoria y que sacarían los colores a más de uno y provocarían un gran huracán entre Estados Unidos y España: no quisiera yo ser culpable de la III Guerra Mundial, así que, con su permiso...
Lo que realmente hace ahora falta es una larga temporada de descanso, que el cimmerio aparque su enorme corpachón en una posada y se dedique a gastar el oro duramente ganado en juergas, bebida y mujeres, y más adelante, cuando se nos hayan refrescado las ideas y vuelvan a aparecer nuevos e interesantes apuntes, volver de nuevo a relanzarlo, aunque, eso sí, procurando evitar una saturación como la que ha habido durante estos años.
¿Que ahora nos vienen con la historia de un cómic europeo y, para más señas, español? La idea es de aplauso, francamente buena, pero insisto: deberíamos reservarla para mucho más adelante, cuando se haya asentado el polvo de la tormenta levantada. ¿Que nos quieren meter un Conan italiano? No sé, no sé...
En fin, que a pesar de ser nuestro cimmerio favorito (El único que yo sepa), habría que acabar inmediatamente con esta situación. Y, aparentemente, así parece ser, ya que en Estados Unidos se han cancelado las últimas colecciones. Sólo parece sobrevivir la etapa clásica, la buena, bajo la forma de los King Size. Demos una fiesta de despedida a Conan con todos los honores que se merece, y saludemos al resto de personajes de Howard, que son muchos y muy interesantes.

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