LA LEY DEL PUNTO FINAL
Jose
Francisco Sastre García
"Permitid que aquellos que lo merecen duerman el sueño de los justos,
pues sólo así heredarán la inmortalidad".
(I Epístola a los Marvelios, 57, 2)
Hay una
antigua, inmutable, ciega ley, que viene a decir algo así como que cuando algo
se ha acabado, es inútil intentar prorrogarlo más, pues ello sólo servirá para
prolongar la agonía. Es inflexible, y se cumple siempre. ¿Por qué en el mundo
de los cómics habría de ser distinto?
¿Quién fue
el gracioso que dijo que jamás se dibujaría la muerte de Conan en los cómics? Pues
se pasó de listo, ya que llevamos asistiendo a su agonía durante mucho tiempo.
Guiones flojos, dibujantes mediocres, y de cuando en cuando dando algún
ocasional destello de interés, ni siquiera el regreso de los grandes ha
conseguido que el cimmerio aguante las terribles heridas que le inflingieron
las editoriales hace ya tiempo. Se ha remozado su imagen, convirtiéndolo ora en
un superhéroe mutante, ora en una bestia sangrienta deseosa de sangre y
vísceras, modificando formatos de cómics, cancelando series y abriendo otras, y
todo, ¿para qué? En Estados Unidos el personaje ya no interesa, y en Europa, a
pesar de la buena salud que sigue teniendo, es probable que terminen por
cansarse.
Si Howard
levantara la cabeza, volvería a morirse lleno de vergüenza por el pésimo
interés que las editoriales han puesto en adaptar su personaje correctamente.
Sólo Roy Thomas en sus buenos tiempos, Barry Smith, Buscema y algunos más, le
dieron el tono heroico que el escritor de Peaster había pensado para alguien
así. Pero eso no bastaba: el único objetivo era hacer dinero, dinero, y más
dinero, y mantener a Conan como fuera en circulación para conseguir más beneficios.
Tozudez, estulticia, falta de sentido común... Cualquiera de estas razones es
suficiente como para que alguien escriba una carta como la que encabeza estas
líneas, la cual procede de la hagiografía de Santo Roberto de Howard,
encontrada hace tiempo en algún lugar de la meseta hybórea (perdón, ibérica).
Sólo he reproducido una pequeña parte, ya que el resto es una despiadada
muestra de grosería y mala educación contra esos marvelios en la que se
utilizan términos que avergonzarían a una ramera zamoria y que sacarían los
colores a más de uno y provocarían un gran huracán entre Estados Unidos y
España: no quisiera yo ser culpable de la III Guerra Mundial, así que, con su permiso...
Lo que
realmente hace ahora falta es una larga temporada de descanso, que el cimmerio aparque
su enorme corpachón en una posada y se dedique a gastar el oro duramente ganado
en juergas, bebida y mujeres, y más adelante, cuando se nos hayan refrescado
las ideas y vuelvan a aparecer nuevos e interesantes apuntes, volver de nuevo a
relanzarlo, aunque, eso sí, procurando evitar una saturación como la que ha
habido durante estos años.
¿Que ahora
nos vienen con la historia de un cómic europeo y, para más señas, español? La idea
es de aplauso, francamente buena, pero insisto: deberíamos reservarla para
mucho más adelante, cuando se haya asentado el polvo de la tormenta levantada.
¿Que nos quieren meter un Conan italiano? No sé, no sé...
En fin,
que a pesar de ser nuestro cimmerio favorito (El único que yo sepa), habría que
acabar inmediatamente con esta situación. Y, aparentemente, así parece ser, ya
que en Estados Unidos se han cancelado las últimas colecciones. Sólo parece
sobrevivir la etapa clásica, la buena, bajo la forma de los King Size. Demos
una fiesta de despedida a Conan con todos los honores que se merece, y
saludemos al resto de personajes de Howard, que son muchos y muy interesantes.
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