Jose
Francisco Sastre García
Confieso
que fui a ver la película “La
Novena Puerta ” engañado; de no ser así, tal vez no me habría
acercado a la sala de cine: es una temática que, aunque interesante y que me
atrae, no me llama lo suficiente como para gastarme los cuartos en ir a verla.
En
realidad, lo que picó mi curiosidad fue un reportaje del suplemento “El
Semanal”, de “El Norte de Castilla y León”, en el que se hablaba de Johnny Deep
y su película; tanto Arturo Peréz Reverte, autor de la obra que da origen al
guión de este film, “El Club Dumas”, como el propio suplemento, cometen un
error que tuve ocasión de detectar mientras veía la película: al personaje de
Deep le llaman Lucas Corso, y al de Emmanuelle Seigner Irene Adler. Evidentemente,
cuando lo leí me quedé muy sorprendido: ¿qué tenía que ver Irene Adler,
sobradamente conocida de los lectores de Sherlock Holmes como la única mujer a
la que el célebre detective pudo considerar como una rival, con una historia
satánica de nuestros días? Ése, y no otro, fue el motivo de mi presencia en la
sala.
Imagínense
mi sorpresa cuando, después de ver la película esperando en vano oír tal nombre
o una explicación de su presencia, y tras ver los títulos de crédito del final,
que no aparecía por ningún lado: ni Seigner daba a Deep su nombre en ningún
momento de la película, ni aparecía en los anteriormente citados créditos; para
más señas, no era Lucas Corso, sino Dean, o, al menos, ése fue el nombre que se
utilizó a lo largo de todo el film. ¿Qué había pasado? Simplemente, que alguien
había metido la pata.
Aparte de
estos pequeños detalles, he de decir que “La Novena Puerta ” me
sorprendió agradablemente: se nota la mano de Polanski, y, pese a lo que digan
otros, no se trata de una película de terror, sino de una historia de intriga
en torno a unos libros que se supone sirven para invocar a un Diablo que, por
otro lado, no aparece por ningún lado excepto cuando es meramente citado por
los personajes. No hay ningún elemento de horror, ni siquiera gore, lo que la
hace aún más atractiva.
Los
personajes están bastante logrados, aunque algunos de ellos no acaban de cuajar
del todo, quedándose en un plano bastante bidimensional: los villanos se
muestran como tales casi desde el principio, haciendo temer una cierta
previsibilidad a lo largo de toda la película, cosa que, de hecho, ocurre en
algunas ocasiones, lo que le resta gancho. Corso y la mujer (prefiero omitir el
nombre que supuestamente le asignan) están mucho mejor diseñados que los demás:
de él, decir que, en realidad, el film no es más que su búsqueda de sus
demonios interiores, obligándole a evolucionar aunque no demasiado: es un
vulgar mercenario, que poco a poco se va viendo inmerso en una historia que le
desborda y al final le arrastra a un final que, por cierto, deja al espectador
un poco... cortado. Parece que, por el desarrollo, se va a ver algo más, va a
ser otra cosa, pero no... sorprende, y mucho.
En cuanto
a la mujer, no voy a desvelar el secreto de su personalidad: simplemente, que
tiene un papel que lleva a cabo muy correctamente, manteniéndose al margen de
cualquier tipo de emoción o sentimiento.
El
ambiente está muy logrado: sin ser agobiante, crea continuos cambios de
escenario en los que la omnipresencia de los libros antiguos produce un efecto
cuando menos curioso; y la fotografía gana mucho con las imágenes del exterior
del castillo, lo que, por otra parte, es casi como decir que es lo único
interesante en este tema, puesto que, como ya he dicho anteriormente, hay
muchos interiores y pocos exteriores, lo que crea una cierta dosis de
claustrofobia, aunque no demasiada.
El
argumento no es demasiado original, lo que lo hace realmente novedoso es su
desarrollo: a medida que la trama se desarrolla, si el espectador es un poco
avispado se da cuenta de la auténtica naturaleza de los libros cuya búsqueda es
el motor de toda la historia.
En cuanto
a efectos especiales, hay pocos y, pienso, que se les ha pretendido restar
protagonismo en beneficio de la historia, lo que hace que no sean demasiado espectaculares;
en ese aspecto, a resaltar la notable naturalidad con que parecen llevarse los
relacionados con Emmanuelle Seigner: si van a ver la película, estén atentos a
todos sus movimientos y se darán cuenta a lo que me refiero.
En fin,
para resumir, nos encontramos ante una película muy ambiciosa que resulta
interesante, a veces tal vez un poco pesada, pero que a buen seguro engancha al
espectador.
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