DRAGONHEART:
TERMINAR
ANTES DE EMPEZAR
Jose
Francisco Sastre García
Se me
ocurrió la peregrina idea de ir a ver una película que llevaba por título "Dragonheart"
tras ver los reportajes que habían mostrado de ella en la TV, con la ¿ilusión?, ¿esperanza?,
de encontrarme con algo que rompiera algún molde en el mundo más bien escaso
del celuloide mágico-fantástico, pero la verdad es que salí decepcionado. Y
realmente, ¿por qué tendría que haberme llevado semejante desilusión cuando los
citados reportajes ya parecían encaminar una estructura y un desenlace de ese
tipo?
Los
personajes son planos, sin apenas profundidad; y aunque en apariencia los
actores se esfuerzan en dar una cierta credibilidad a todo el tinglado, ésta se
pierde en la nebulosa de unos diálogos que apenas si destacan por encima del
resto del film. Añadamos a esto que de por sí los caracteres están total y
completamente desaprovechados, y que se podía haber sacado mucho más partido de
ellos, y nos quedaremos tan sólo con el del dragón, el cual muestra una
interesante combinación de seriedad y cinismo más propios de un pícaro que de
semejante criatura.
Y aquí
llegamos a otra: la voz del dragón no me ha parecido la más adecuada, a pesar
de que ese rasgo cascado de la voz de Paco Rabal podría encajar con el de un
animal así; sin embargo, el tono no es de ninguna manera el apropiado. Quizás
hubiera sido mejor mantener la voz habitual de Sean Connery, esto es, la de
Constantino Romero. Y su animación... Se ve que los informáticos no se
exprimieron demasiado las meninges: es una criatura más bien cutre, sin la majestuosidad
típica de su raza, con unas alas horribles y semitransparentes de finas que
son; aparte, los efectos de las llamaradas cantan mucho a trasto lleno de
chips.
Ni
siquiera la fotografía o la banda sonora se salvan de la quema, aunque eso sí,
a destacar un argumento que podría haber dado mucho más juego con guionistas
más imaginativos y competentes y, probablemente, otros actores. Encima, sobran
algunas escenas destinadas a desatar la sensiblería y la lágrima fácil en el
espectador al final de la película.
En
resumen, se trata de un film sin la más mínima trascendencia, de algo que ni
siquiera llega a la categoría a Fantasía Epica, aunque probablemente podamos
decir en su descargo que nunca pretendió serlo, sin tan sólo algo de caballería
medieval. La magia habitual de este tipo de cine brilla prácticamente por su
casi total ausencia, lo que no sería capaz de calificar como mejora o
empeoramiento.
Conclusión:
película intrascendente, sin garra, que meramente se deja ver, un simple entretenimiento,
y, por supuesto, no recomendada para mayores de 10 años. A título personal, no le
concedo más de un 5,5. Pese a todo, me resulta sorprendente el hecho de haber
tenido un nivel de aceptación tan amplio, fenómeno que no alcanzo a entender
del todo.
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