UNA DE
MUTANTES
Jose
Francisco Sastre García
Una vez
más, y sin que sirva de precedente, los personajes de las páginas de los cómics
saltan a la gran pantalla: si en su momento fueron Superman, Spiderman, Batman
o el Capitán América, en esta ocasión les ha tocado el turno a los mutantes de
X-Men, unos personajes más singulares de la habitual debido al origen de sus
superpoderes, un origen totalmente natural, debido a la evolución, y no a unos
experimentos de biogenética o accidentes con molestos bichos. Y si acaso
alguien tiene algo que objetar respecto a Lobezno en este sentido, le aconsejo
que se consiga el vídeo de la película y esté bien atento a los diálogos.
Personalmente,
no creo que en este caso concreto estemos ante una mala película, aunque, para
ser sinceros, tampoco es una de esas obras de arte que suelen permanecer para
la posteridad enmarcadas en cuadros dorados y etiquetadas como grandes
clásicos. Y, sin embargo, creo notar en ella un algo indefinible, que no sabría
decir qué es, un cierto... tal vez estilo, que hace que el film enganche más de
lo habitual en este tipo de películas; hay algo que podría ser el indicativo de
que nos encontramos ante el nacimiento de una nueva película de culto. Puesto
que no he leído apenas nada sobre estos personajes, no puedo efectuar una
comparación efectiva entre el cómic y la película, aunque hay algo que sí que
puedo decir: en lo poco que leí, la doctora no se llamaba Gina Grey, sino Jane
Grey.
En fin,
hablemos más en concreto: de los efectos especiales, no hace falta comentario
alguno: como viene siendo habitual en este género de películas salidos de las
factorías norteamericanas con gran presupuesto, se trabaja sobre aparatosos
golpes de efecto, aunque no se desdeña la búsqueda de “trampas” más suaves pero
igualmente efectivas.
Sobre los
actores, me resultan francamente contradictorios: frente a la cuidada
personalidad de Lobezno, Pícara o Magneto, el resto son fríos, planos, sin
carta alguna de identidad definitoria: secos, limitados a cumplir con un papel
estéril, impasibles como indios... Sus expresiones, fuera de los momentos de
tensión de los combates, se reducen a lo que podríamos llamar estilo
Schwarzenager. ¿Y qué contar de los uniformes? Lejos de los colorines del
cómic, por demás estridentes, se ha optado por huir al extremo contrario y
convertirlos en una especie de macarras: sólo les faltan las Harley para
quedarse con el personal. Cierto es que es más lógico que unos humanos
perseguidos se camuflen bajo vestiduras normales, pero de ahí al cuero de la
película... En fin, que casi destacan tanto como si llevaran sus uniformes
oficiales.
El
argumento no está nada mal: la toma de posiciones en torno a la figura del
humano normal, decidiéndose unos a convivir con él y los otros a convertirlo en
mutante para dejar de ser perseguidos, resulta una idea atractiva, lógica,
perfectamente coherente con el talante pretendidamente verosímil que se
pretende dar a la actitud de las distintas facciones: el miedo de los humanos a
los mutantes y el miedo de éstos a aquéllos, que los lleva a extremos tan
radicales como el de Magneto. Lástima que en ocasiones este hilo se diluya en
divagaciones que, por otra parte, aportan algunos detalles interesantes a lo
que es la idea en sí: el origen del actual Lobezno es un buen ejemplo de ello:
de unos poderes iniciales, un experimento le convierte en lo que es en estos
momentos.
Como de
costumbre, se peca del habitual patrioterismo norteamericano, representado por la Estatua de la Libertad y el combate
tanto en su interior como en su cabeza: el sagrado símbolo de los Estados
Unidos mancillado por los malvados villanos de turno, y liberado por los
superhéroes dispuestos a evitar una catástrofe mundial.
Y, con
todo, pienso que lo mejor de la película, con diferencia, es el final: un final
poco menos que inesperado, a pesar de haber imaginado previamente que debía
terminar así, con el malvado encerrado o muerto, pero, evidentemente, sin
sospechar la carga final que el director pretende endosarnos.
En fin,
supongo que se puede decir que X-Men es una película que se deja ver bastante
bien, obviando evidentemente los fallos que se puedan encontrar en ella; y si
me equivoco o no en lo de que termine siendo una película de culto, como lo son
las de Superman o Flash Gordon, eso sólo el tiempo lo decidirá; o, más que el
tiempo, el público y los seguidores de los cómics, que, según tengo entendido,
son legión
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