sábado, 17 de enero de 2015

EL HOBBIT 3



EL HOBBIT 3:
LA BATALLA DE LOS CINCO EJÉRCITOS

José Francisco Sastre García


Ayer por fin me acerqué al cine a ver la tercera película de Peter Jackson dedicada al libro de Tolkien El Hobbit, y la única palabra que se me ocurre para definirla es: espectacular.
Suponía que habría de ser así, ya que tenía que reflejar la batalla que iba a decidir el destino de Erebor y de los reinos enanos, y la verdad es que no me defraudó: prácticamente desde el minuto uno, la cinta derrocha acción a raudales.
El ataque de Smaug a la población humana de Lago, su aniquilación por parte de Bardo en un duelo épico, que recuerda en cierto modo a los más clásicos ajustes de cuentas del salvaje oeste en mitad de la calle del pueblo, la pelea de Elrond, Saruman y Galadriel con los nazgûl para liberar a Gandalf, y para finalizar el épico asalto conocido como la batalla de los cinco ejércitos para decidir quién sería el futuro dueño de Erebor… Todo se aúna para, condimentado con los correspondientes dosis de romance, recrear un conjunto monumental, que no desmerece en lo más mínimo a la gran batalla de Minas Tirith en El Retorno del Rey.
Este colofón de la revisión del libro de Tolkien adolece de algunas libertades que se han tomado con el texto original, al igual que las dos entregas anteriores: como ya se ha comentado más de una vez, de 200 páginas es imposible sacar una trilogía de películas de más de dos horas cada una de ellas, así que el bueno de Jackson ha decidido añadir detalles extraídos de otras obras, como el Silmarillion, y extractos de su propia cosecha para mostrar el nexo entre este libro y la trilogía más mítica del escritor galés: en esta obra ya se van viendo situaciones como: la evolución de los pensamientos de Saruman, como va comprendiendo el poderío de la Sombra y la posibilidad de alistarse en el bando que cree vencedor; la aparición de Legolas, que refuerza el entramado cuando su padre, Thranduil, lo envía al Norte para buscar a los Dunedain, y entre ellos al hijo de Arathorn, un humano conocido como Trancos; la primera aparición de los reyes espectros, los humanos que aceptaron los anillos de poder que creó Sauron y se convirtieron en fantasmas a su servicio, siendo desterrados en una primera instancia por Elrond y Saruman, y de inmediato alzados por su Oscuro Señor como los temibles Nazgül…
La locura que se apropia de la mente de Thorin ante la riqueza abandonada por Smaug en su antiguo hogar, los sentimientos que se van despertando entre uno de sus enanos, Fili, y una elfa, Tauriel (otro añadido para darle un poco de variedad a la historia), la evolución que ya hemos comentado de Saruman, la actitud de Thranduil… Se me hace casi imposible encontrar un solo personaje que pueda calificar de plano, quizás, si acaso, otro de esos detalles a mayores: el consejero del gobernador de Lago, que si no me engaño, conseguirá huir del horror de la batalla (y la pregunta sería cómo, porque en medio de ese maremagno es prácticamente imposible pasar desapercibido, jejeje) y viajar hasta las Marcas de Rohan, donde se convertirá en Grima, el consejero del rey Theoden. Pero ésta es en principio una mera conjetura…
En cuanto a la batalla en sí… Más de uno se habrá preguntado por qué se llamó Batalla de los cinco Ejércitos, cuando en realidad sólo había cuatro: enanos, humanos, elfos y orcos… La explicación es que Thorin y los suyos conformaron el quinto ejército, negándose a parlamentar con ninguno de los otros bandos, aguantando todo lo que pudieron hasta que llegó su primo con los enanos de las Colinas de Hierro, esperando que con semejante presencia se solucionase la comprometida situación en la que se hallaba… El desprecio de Thranduil hacia las otras razas, el deseo de Bardo de que Thorin cumpliera su promesa para con los humanos, hacen que todo el conjunto se convierta en un cúmulo de desatinos entre unos y otros, que amenazan con barrer del mapa a los enanos de Erebor hasta que aparece el contingente orco, con un nuevo añadido como son los Devoradores de la Tierra, que para el caso podían haberse ahorrado, porque no intervienen para nada en la batalla, simplemente se dejan ver durante unos instantes y después… si te he visto no me acuerdo.
Este combate ha sido mucho más desarrollado que en el libro: si bien ya es épico de por sí en la letra impresa, en la gran pantalla adquiere tintes aún más grandiosos al mostrar las tácticas que Azog el Poderoso muestra para batir sin piedad a sus enemigos: una primera oleada para distraer a elfos, enanos y humanos, una segunda oleada que penetra en la ciudad de Valle desde otra dirección para rodear a los aliados y aplastarlos, y una terca oleada que llega desde el Norte, desde Dungabad, cuyo objetivo sería acabar con las últimas resistencias en una marea tan implacable como letal. Por suerte para los defensores, la llegada de las Águilas llamadas por Radagast, y que traen consigo a Beorn, el metamorfo que se convierte en un sanguinario oso, evita que elfos, enanos y humanos, ya mermados y agotados por la dura pugna que han tenido que sufrir, sean arrasados…
Además, Jackson se recrea en los combates individuales: muestra las proezas bélicas de Thranduil, de Bardo, de Thorin… Y remata la excelente faena cuando Escudo de Roble y sus tres más fieles se lanzan a la búsqueda de la cabeza del ejército invasor, el cruel Azog… Tras una exposición de cada uno de ellos, acaba por centrarse en las dos peleas más cruentas: la de Thorin con Azog, absolutamente brutal, y la de Legolas con el segundo orco, también excelente.
Peros que podría poner a esta película: los enanos de las Colinas de Hierro se presentan con armaduras muy similares a las orcas, por lo que cuando se produce el enfrentamiento entre ambos ejércitos no resulta fácil distinguir quién es quién; la extrañeza que me produce que los elfos no barran la primera oleada de orcos de la faz de la tierra con sus poderosos arcos…
En mi opinión, el conjunto es absolutamente excepcional: para los seguidores de la fantasía épica y de Tolkien, a pesar de las libertades que se han tomado, es una excelente historia a tener en cuenta para disfrutar de ella. Y, por supuesto, tal y como la ha dejado Peter Jackson, da una extraña sensación, como si tuviera la intención de introducir un episodio de transición entre El Hobbit y El Señor de los Anillos

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