Erre que erre.- Según los nuevos datos recogidos por nuestros
reporteros, estamos en condiciones de ofrecerles nuevas informaciones sobre el
"contubernio judeomasónico", la conspiración que esa asociación que
se autodenomina Círculo de Lhork, está llevando a cabo contra la confiada
Humanidad.
A medida que vamos profundizando en las intrigas y
relaciones que el Círculo mantiene, vamos tropezando cada vez con más y más
personajes históricos empeñados en una causa común con esa infame asociación
que pretende dominar el mundo (Aunque no sabemos bien cuál es el sistema
empleado para llevar a cabo tal dictadura). Entre otros, podemos citar algunos
de estos nuevos personajes:
Juana la Lhorka. Pobre mujer... Cuando su marido, Felipe
el Hermoso, le arrebató todos los fanzines del Círculo para impedirle que
siguiera leyendo aquellas publicaciones tan subversivas (Que, por cierto, leía
él con gran asiduidad), se volvió completamente majareta, y hubo de ser
recluida a perpetuidad en Tordesillas. A raíz de la muerte de su esposo, cosa
que la produjo una gran alegría a causa del odio que había llegado a cogerle,
ordenó que se registrarán las habitaciones en busca de las publicaciones del
Círculo. Cuando resultó evidente que no aparecían por ninguna parte, cogió tal
mosqueo que decidió que no volvería a comprar ningún número.
El general Custer, el hombre que se hizo famoso por
masacrar indios y, más tarde, por el descalabro monumental que sufrió en Little
Big Lhork. Al parecer, según los datos recogidos, este soldado
"ejemplar" odiaba a muerte a Toro Sentado, otro de los miembros del
Círculo (al que, por cierto, apodaba despectivamente Vaca Tumbada), porque
había entrado a formar parte de una asociación a la que decía que no tenía
derecho a pertenecer. Al parecer, sus últimas palabras en el campo de batalla
fueron: "Siento dejar este mundo sin echar del Círculo a ese indio
inmundo".
Hércules Poilhork, el famoso detective belga
inmortalizado por Agatha Christie. Por lo visto, este engreído cabeza de huevo
despreciaba a todo aquel que estuviese no tan sólo por debajo de su excelsa
inteligencia, sino que, con mayor alevosía, se negaba en redondo a tratar
todos aquellos casos en los que su cliente no pertenecía al Círculo de Lhork.
Salhorkmon. Este famoso sabio de la antigüedad
(famoso, entre otras cosas, porque tuvo la salvaje idea de partir un niño por
la mitad y repartirlo entre sus supuestas madres, a sabiendas que la auténtica
no se encontraba en aquel momento en la sala del juicio.) tuvo en tan alta
estima al Círculo y a su fundador, Lhork, que edificó un templo en su honor.
En contra de lo que la gente cree, este conocido edificio, conocido como el
Templo de Salhorkmon, no estaba consagrado a Dios, sino a Lhork, el cual, según
fidedignas fuentes de crédito, se aparecía a sus fieles durante las ceremonias
bajo el aspecto de un personaje enfundado en una tintineante cota de malla y
cubierto con un casco con cimera de halcón y una tela que le tapaba las
facciones.
El famosísimo marqués de Roquelhork, inventor de un
exquisito queso que lleva su mismo nombre. Poca gente sabe que la idea se le
ocurrió a este buen hombre durante un sueño en el que ordeñaba una vaca y se
bebía la leche. En ese momento, vio el logotipo del Círculo (Posteriormente
renovado por otro más bonito y épico), y pensó en el queso. Se rumorea que
despertó gritando: "¡Eureka! Por Lhork, ¡je l'ai trouvé!"
Las investigaciones en curso siguen aportando a esta
redacción un aluvión de datos sobre los personajes implicados en este siniestro
complot. En este preciso momento, una noticia de última hora me informa de un
terrible hecho: los principales miembros del Círculo, entre los que parecen
encontrarse los jefes de este periódico, han ofrecido 10.000 dólares de
recompensa por aquél que me encuentre y me entregue. Hasta ahora he conseguido
esconderme y escapar de la cárcel de máxima seguridad en la que había sido
confinado (en Lhorkatraz, para ser más exactos), pero no tengo esperanzas de
mantenerme permanentemente así. De hecho, me ha parecido oír ruidos cerca de la
mesa en la que estoy escribiendo. Si ello es posible, procuraré mantenerles
informados de los últimos datos que me vayan llegando.
Creo que me han encontrado,... Vienen a por mí...
Quiera el cielo que sólo pretendan detenerme... Dios mío, esa sombra..., son ellos...
Jose Francisco Sastre García
Nota de la redacción: Hemos de pedir unas sinceras disculpas por el
tono de este artículo, con el que no nos sentimos identificados de ninguna
manera. Lamentamos profundamente tener que comunicarles que nuestro periodista,
el sr. Sastre, tras fugarse de la cárcel en la que había sido internado, se
presentó en las oficinas del periódico a altas horas de
la madrugada, a escondidas, con la evidente intención de escribir este
reportaje. Y hubiera conseguido hacerlo y escapar sin ser visto, si hubiera
decidido optar por el método tradicional de utilizar el bolígrafo. Pero no pudo
evitar la tentación de usar el ordenador (Es un obseso de esos trastos
diabólicos), por lo que nuestro guarda de seguridad le localizó al oír el
tableteo frenético y desesperado del teclado. Según la declaración del citado
guarda, al verse descubierto saltó de la silla en la que se sentaba y sacó de
un bolsillo un plátano que se aplicó inmediatamente en las sienes, amenazando
con disparar si intentaban atraparle. Nuestro hombre, heroicamente, le redujo
tras una breve pero feroz pelea (Dan fe del salvajismo del Sr. Sastre los
ligeros cortes que el guarda tenía en la cara, ocasionados, según el detenido,
por la maquinilla eléctrica de afeitar que nuestro empleado había usado por la
mañana), y le ató fuertemente mientras llamaba a la policía. Personados éstos
en el lugar de los hechos, pudieron constatar el fuerte olor a alcohol que
surgía del aliento de nuestro periodista, así como un extraño aparato en su
bolsillo que llamó CD-LHORK, algo similar al CD-ROM pero mucho más grande.
Momentáneamente consiguió liberarse y esgrimir un nuevo carnet del Círculo de
Lhork, que Dios sabe dónde habría conseguido, ya que en él figuraba el nombre
de otra persona. Amenazó a todos con cortarse las venas con el citado carnet,
lo que hizo que a todos los presentes nos entraran tantas ganas de reír que el
pobrecillo se quedó mudo de asombro e ira. Intentó saltar por la ventana
gritando como un poseso cosas acerca de ese misterioso Círculo con el que no
hace más que meterse, como "¡Por Lhork, que me las pagaréis,
canallas!", "¡Viva Lhork!", "¡Volveré como el vengador de
Lhork!", "Beba el mejor vino, LhorkRioja" (No se nos ocurre a
qué venían estos extemporáneos, pero juramos por Crom que dijo estas y otras
barbaridades) Pero como era una planta baja...
Ahora, parece que está encerrado en un psiquiátrico
de alta seguridad. Esperamos que no vuelva a escaparse. Y, por supuesto, se le
ha retirado la acreditación de periodista, cesándosele en el acto.
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