ARTHUR MACHEN
José Francisco
Sastre García
Clásico entre los
clásicos, Arthur Machen recogió las tradiciones británicas sobre el pequeño
pueblo y las reconvirtió en historias en las que el horror se mantiene por
encima de cualquier otra consideración: criaturas que viven en otras
dimensiones, que hacen incursiones en nuestro mundo, que en ocasiones deciden
echar una mano y en otras hacer travesuras o maldades que trascienden más allá
de cualquier cuestión.
Relatos
como "El Gran Dios Pan", "N", "El Pueblo Blanco" o "Los Niños de la Charca", dan fe de
este tipo de mitologías que se mantienen vivas en las islas británicas, donde
la creencia en seres como duendes, leprechauns, hadas, trasgos, y similares,
tiene una raigambre muy antigua. Y como ya he escrito, no siempre se trata de
seres benévolos: en ocasiones intercambian sus recién nacidos con los humanos,
con objetivos que en el mejor de los casos son oscuros, sombríos, y que
desencadenan acontecimientos que acaban por aterrar a quienes los viven, pues
los hijos del Pequeño Pueblo no son precisamente normales, poseen algunas
características, sobre todo psíquicas, que los diferencian de manera muy
notable de nosotros.
Se ve
mucho más claramente esta diferenciación entre la especie humana y la raza que
convive en paralelo con nosotros en la novela "La Pirámide Brillante" (o "La
Pirámide de Fuego", según la traducción): desapariciones de personas en un área
muy concreta, que al final se revelan como piezas de lo que podría llamarse
venganza o ritual por parte de estos seres contra la humanidad, a la que
sacrifican en una inmensa pira en uno de esos misteriosos círculos de hadas que
aparecen por la geografía británica.
Esta
sensación de terror, de impotencia, se transmite a lo largo y ancho de todas
sus narraciones, dotándolas de un ambiente agobiante, claustrofóbico en
ocasiones, que unido a la maestría del autor a la hora de relatar las
historias, ofrece unos textos de gran calidad en la literatura del terror,
hasta el punto de que H. P. Lovecraft, el maestro del horror cósmico, en su
ensayo "El Horror en la Literatura", lo analiza como uno de los grandes.
Así,
cuando leemos "El Terror", nos enfrentamos a algo intangible, incognoscible, que
podría definirse como cósmico, aunque en realidad está más apegado a la tierra,
a lo que se podría definir como la venganza de la naturaleza contra los
excesos; nada hay definido, tan sólo la sensación de miedo, de pavor, que flota
a lo largo de toda la novela hasta que se muestra el verdadero origen de ese
terror, que llega a ser incluso más pavoroso de lo que se había definido hasta
el momento…
Todas
estas características, toda esta pesadilla, se manifiesta a lo largo de sus
relatos, que pueden ser leídos de forma independiente o, tal y como hizo con
algunos de ellos, incorporados a una trama base inicial que los enlaza en el
compendio "Los Tres Impostores", en el que una investigación irá desgranando
secretos oscuros, malsanos, a través de historias que van aumentando el grado
de misterio hasta llegar a un punto de locura aterradora. Historias como El "Recluso de Bayswater", publicada también como "Vinum Sabbati" o "La Novela de los
Polvos Blancos", en las que el protagonista comprueba hasta qué punto el trato
con conocimientos más allá de lo prohibido o lo oculto dan lugar a una
conclusión absolutamente devastadora…
En el
estilo de Arthur Machen se conjugan un ritmo lento calculado a la perfección
para generar el escenario adecuado, una prosa muy cuidada y elaborada con, en
ocasiones, ciertos toques líricos que le dan un carácter especial. El conjunto,
en general, ofrece una percepción, una fuerza a las historias, que hace que una
vez comenzada cualquiera de ellas, resulte muy difícil dejar de leerla hasta el
final…
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