LAS MUJERES DE CONAN EL BÁRBARO
LOS CUATRO ELEMENTOS
José Francisco Sastre García
La obra de Robet Ervin Howard es muy
amplia, aunque la parte que ha pasado a la historia es más escueta: por citar
sólo algunos, diremos que lo más conocido y granado de su historial
bibliográfico son las series de Conan el Bárbaro, el Rey Kull, Solomon Kane el
puritano, el rey picto Bran Mak Morn, el pirata Cormac Mac Art, el cruzado
Cormac Fitz Geoffrey…
De entre todos estos, el que más ha
brillado con luz propia, aunque en palabras del propio escritor no fuera su
mejor personaje, ha sido el cimmerio de negra melena, el joven bárbaro que un
buen día descendió de las brumosas colinas de su tierra para hollar con sus
sandalias las tierras civilizadas del mundo hyborio, convirtiéndose en ladrón,
pirata, mercenario… Hasta devenir en el rey de la nación más poderosa de su
tiempo, Aquilonia, y convertirla en la joya de occidente.
Sobre Conan se han vertido ríos y
ríos de tinta, se ha escrito en torno a muchos de sus aspectos y se han
expuesto otros con mayor o menor criterio, dando vueltas a multitud de
cuestiones, una de las cuales voy a retomar, aunque desde un punto de vista
ligeramente distinto.
El amor en la serie de Conan el
Bárbaro está tratado de diversas maneras, ofreciendo a los lectores una visión
de las diferentes mujeres que calaron hondo en el corazón del cimmerio, aunque
creo que en ese artículo hay un detalle que tal vez se pasó por alto, y es una
idea extrapolada de la manera de amar que tiene cada una de ellas.
Debería quedarme sólo en los
relatos, pero para poder completar la idea que ha surgido en mi mente he de
tomar una figura que sólo está en los cómics, pero que complementa a la
perfección la cuestión que voy a plantear, así que empezaré por ella.
Red Sonja
Como ya he dicho, no pertenece al
mundo de los relatos de Conan: en realidad pertenece a una historia suelta de
tipo histórico, La Sombra del Buitre, en la que aparece junto al protagonista
como Sonia de Rogatino, una mujer guerrera capaz de rivalizar con los hombres
en el combate y en las juergas. Ferozmente independiente, llega al cómic de
Conan manteniendo esa parte de su personalidad y ampliándola hasta un punto que
roza la obsesión: es una mujer entregada a una diosa que le otorgó los dones
para ser imbatible siempre y cuando se mantuviera fiel a su juramento, que no
es otro que el de no entregarse jamás a un hombre que no la haya vencido en
combate.
Este juramento hace que se debata
entre el deseo que siente por algunos de los personajes que conoce, Conan
incluido, pero sin poder cumplirlo. La representación que se me viene a la
mente en este sentido es el hielo, la imposibilidad de conceder un amor que le
gustaría entregar, la imposibilidad de aceptar un amor que no podría
corresponder a causa de su juramento. ¿Podría romperlo y así ser libre para
hacer lo que desee con su vida? Por supuesto, pero eso le supondría, por
decirlo de alguna manera, llegar a un punto en el que podría acabar por
depender de un hombre para seguir adelante, algo que no está dispuesta a
aceptar en su feroz independencia. En consecuencia, he aquí el primero de los
elementales: el amor lejano, imposible, el HIELO.
Belit
El romance que Conan mantiene con
Belit, la reina de la Costa Negra en el relato del mismo nombre, es tan breve
como tempestuoso. Es la capitana de los corsarios negros, una banda de piratas
procedentes del lejano sur, que se dedican a saquear las costas del continente
negro hasta Estigia y todos los barcos que pueden pillar en las aguas que
bordean Hyboria por occidente.
Belit es la pasión, la fuerza
arrolladora del deseo, de la lujuria… Es a su vez el exotismo, la mujer que
descubre al amor de su vida y que se entrega a él con toda la fuerza que su
alma le brinda. Narrado con la maestría de Howard, esto se trasluce con total
claridad a pesar de que no se describa nada, ni se aduce al erotismo, sólo a
una sensualidad no explícita pero sí notoria.
Conan también caerá prendido en las
redes de este romance, pues Belit fue su primer amor y, probablemente, el más
intenso y verdadero de su vida, aunque a posteriori asentara la cabeza con una
mujer que le aportaría un equilibrio.
En este romance se percibe con total
claridad otro de los elementales de los que hablo, el que genera la pasión, el
deseo, la lujuria, casi el frenesí por la carnalidad, por permanecer toda la
vida yaciendo juntos… En una palabra, el elemental que define a esta mujer no
es otro que el FUEGO.
Valeria
Será otra mujer efímera en la vida
aventurera del cimmerio: Valeria, la mujer pirata aquilonia, de la Hermandad de
los piratas barachanos, otra mujer independiente que se gana la vida con la
punta de su espada. Efímera tal vez, pero no anodina, ya que también marcará un
punto en el devenir de la existencia de Conan.
Aparece únicamente en el relato
Clavos Rojos, en el que ambos se unirán para sobrevivir a las asechanzas de los
peligros de Xuchotl, la ciudad protegida por un dragón (estegosaurio), y que
guarda en su seno el secreto de dos grupos enfrentados entre sí hasta su
extinción por causa de una mujer que, si no es un demonio disfrazado, al menos
se le parece a juzgar por sus ansias de muerte y destrucción.
Puesto que Valeria es más liberal
que Red Sonja, no tiene reparo alguno en acostarse con quien a ella le
apetezca; cierto es que no acepta a cualquiera, y que jamás permite que se la
toque sin su permiso, pero al menos se entrega; y después, si te he visto no me
acuerdo, no busca una relación estable, no busca un hogar, sino el mero
disfrute del momento. Ningún hombre la satisface para una relación duradera,
sobre todo porque su carácter es fuerte y tiene madera de “jefa”, lo que hace
que sea más complicado mantener algo estable con ella sin que salten chispas
por cualquier nadería.
Con Conan es más de lo mismo: no se
lo pone fácil, aunque el bárbaro trata de acercarse a ella desde el principio,
no se lo permite, le va poniendo coto; al final hay un momento en que cede, y
se establece una relación que será tan corta como la aventura: ambos partirán
en direcciones distintas, conscientes de que si permanecieran juntos su
personalidad, su carácter de intentar imponerse, harían que acabaran por
matarse entre sí.
¿Qué vemos en este caso? Algo
etéreo, una relación que no hay intención de mantener, que se lleva el viento
por diferentes motivos, siendo uno de ellos el que Valeria no esté dispuesta a
ningún compromiso serio. Y con ello, el tercero de los elementales a los que
estamos aludiendo a lo largo de este artículo: AIRE.
Zenobia
Y llegamos a la última de las
mujeres más importantes de la vida de Conan: Zenobia, la mujer con la que se casa
y que le da hijos para heredar el trono de Aquilonia, un trono que ha
conseguido a sangre y fuego, arrebatándoselo a un tirano loco que había perdido
el juicio creyéndose divinidad.
Zenobia… La hogareña, la mujer que
busca una estabilidad, alguien que le aporte algo más serio que una simple
noche de placer, y a quien entregarle un amor sereno, de confianza y respeto,
un punto de equilibrio sobre una vida llena de inestabilidad.
La historia de Zenobia con Conan
comienza en los calabozos de Belverus, la capital nemedia, donde ha sido
arrojado tras ser derrotado en una batalla (La Hora del Dragón, en España
traducido como Conan el Conquistador). Le proporciona el escape y un arma
adecuada para sobrevivir a la huida. Posteriormente, Conan regresará a Belverus
en su busca para llevarla a Tarantia y convertirla en su esposa.
Aquí vemos a un bárbaro más
centrado, menos dado a la pasión. Ha madurado y está tratando de convertirse en
un rey adecuado para los aquilonios, algo nada fácil cuando las traiciones, los
celos y las envidias andan pululando como moscas alrededor de un pastel… De
principio la sensación que da es la de agradecimiento a la mujer que le ha
salvado la vida, aunque luego ese agradecimiento deviene, evidentemente, en
algo más emotivo, más cercano, que dará lugar a que reconozca a la nemedia como
la mujer que le dará descendencia para mantener a su dinastía en el trono, la
que le ofrecerá un punto de sentido común y estabilidad en medio de la vorágine
que supone gobernar un reino para alguien que ha pasado toda su vida manejando
su destino a golpe de espada…Es éste un amor más sereno, más completo, que
podemos definir como más aferrado a la realidad. Y esta relación, como no podía
ser menos, se puede definir con el elemental que nos falta. Tenemos Hielo
(Agua), Fuego, Aire… Sólo nos falta TIERRA.
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