sábado, 7 de octubre de 2017

LAS MUJERES DE CONAN

LAS MUJERES DE CONAN EL BÁRBARO
LOS CUATRO ELEMENTOS

José Francisco Sastre García

            La obra de Robet Ervin Howard es muy amplia, aunque la parte que ha pasado a la historia es más escueta: por citar sólo algunos, diremos que lo más conocido y granado de su historial bibliográfico son las series de Conan el Bárbaro, el Rey Kull, Solomon Kane el puritano, el rey picto Bran Mak Morn, el pirata Cormac Mac Art, el cruzado Cormac Fitz Geoffrey…
            De entre todos estos, el que más ha brillado con luz propia, aunque en palabras del propio escritor no fuera su mejor personaje, ha sido el cimmerio de negra melena, el joven bárbaro que un buen día descendió de las brumosas colinas de su tierra para hollar con sus sandalias las tierras civilizadas del mundo hyborio, convirtiéndose en ladrón, pirata, mercenario… Hasta devenir en el rey de la nación más poderosa de su tiempo, Aquilonia, y convertirla en la joya de occidente.
            Sobre Conan se han vertido ríos y ríos de tinta, se ha escrito en torno a muchos de sus aspectos y se han expuesto otros con mayor o menor criterio, dando vueltas a multitud de cuestiones, una de las cuales voy a retomar, aunque desde un punto de vista ligeramente distinto.
            El amor en la serie de Conan el Bárbaro está tratado de diversas maneras, ofreciendo a los lectores una visión de las diferentes mujeres que calaron hondo en el corazón del cimmerio, aunque creo que en ese artículo hay un detalle que tal vez se pasó por alto, y es una idea extrapolada de la manera de amar que tiene cada una de ellas.
            Debería quedarme sólo en los relatos, pero para poder completar la idea que ha surgido en mi mente he de tomar una figura que sólo está en los cómics, pero que complementa a la perfección la cuestión que voy a plantear, así que empezaré por ella.

Red Sonja

            Como ya he dicho, no pertenece al mundo de los relatos de Conan: en realidad pertenece a una historia suelta de tipo histórico, La Sombra del Buitre, en la que aparece junto al protagonista como Sonia de Rogatino, una mujer guerrera capaz de rivalizar con los hombres en el combate y en las juergas. Ferozmente independiente, llega al cómic de Conan manteniendo esa parte de su personalidad y ampliándola hasta un punto que roza la obsesión: es una mujer entregada a una diosa que le otorgó los dones para ser imbatible siempre y cuando se mantuviera fiel a su juramento, que no es otro que el de no entregarse jamás a un hombre que no la haya vencido en combate.
            Este juramento hace que se debata entre el deseo que siente por algunos de los personajes que conoce, Conan incluido, pero sin poder cumplirlo. La representación que se me viene a la mente en este sentido es el hielo, la imposibilidad de conceder un amor que le gustaría entregar, la imposibilidad de aceptar un amor que no podría corresponder a causa de su juramento. ¿Podría romperlo y así ser libre para hacer lo que desee con su vida? Por supuesto, pero eso le supondría, por decirlo de alguna manera, llegar a un punto en el que podría acabar por depender de un hombre para seguir adelante, algo que no está dispuesta a aceptar en su feroz independencia. En consecuencia, he aquí el primero de los elementales: el amor lejano, imposible, el HIELO.

Belit

            El romance que Conan mantiene con Belit, la reina de la Costa Negra en el relato del mismo nombre, es tan breve como tempestuoso. Es la capitana de los corsarios negros, una banda de piratas procedentes del lejano sur, que se dedican a saquear las costas del continente negro hasta Estigia y todos los barcos que pueden pillar en las aguas que bordean Hyboria por occidente.
            Belit es la pasión, la fuerza arrolladora del deseo, de la lujuria… Es a su vez el exotismo, la mujer que descubre al amor de su vida y que se entrega a él con toda la fuerza que su alma le brinda. Narrado con la maestría de Howard, esto se trasluce con total claridad a pesar de que no se describa nada, ni se aduce al erotismo, sólo a una sensualidad no explícita pero sí notoria.
            Conan también caerá prendido en las redes de este romance, pues Belit fue su primer amor y, probablemente, el más intenso y verdadero de su vida, aunque a posteriori asentara la cabeza con una mujer que le aportaría un equilibrio.
            En este romance se percibe con total claridad otro de los elementales de los que hablo, el que genera la pasión, el deseo, la lujuria, casi el frenesí por la carnalidad, por permanecer toda la vida yaciendo juntos… En una palabra, el elemental que define a esta mujer no es otro que el FUEGO.

Valeria

            Será otra mujer efímera en la vida aventurera del cimmerio: Valeria, la mujer pirata aquilonia, de la Hermandad de los piratas barachanos, otra mujer independiente que se gana la vida con la punta de su espada. Efímera tal vez, pero no anodina, ya que también marcará un punto en el devenir de la existencia de Conan.
            Aparece únicamente en el relato Clavos Rojos, en el que ambos se unirán para sobrevivir a las asechanzas de los peligros de Xuchotl, la ciudad protegida por un dragón (estegosaurio), y que guarda en su seno el secreto de dos grupos enfrentados entre sí hasta su extinción por causa de una mujer que, si no es un demonio disfrazado, al menos se le parece a juzgar por sus ansias de muerte y destrucción.
            Puesto que Valeria es más liberal que Red Sonja, no tiene reparo alguno en acostarse con quien a ella le apetezca; cierto es que no acepta a cualquiera, y que jamás permite que se la toque sin su permiso, pero al menos se entrega; y después, si te he visto no me acuerdo, no busca una relación estable, no busca un hogar, sino el mero disfrute del momento. Ningún hombre la satisface para una relación duradera, sobre todo porque su carácter es fuerte y tiene madera de “jefa”, lo que hace que sea más complicado mantener algo estable con ella sin que salten chispas por cualquier nadería.
            Con Conan es más de lo mismo: no se lo pone fácil, aunque el bárbaro trata de acercarse a ella desde el principio, no se lo permite, le va poniendo coto; al final hay un momento en que cede, y se establece una relación que será tan corta como la aventura: ambos partirán en direcciones distintas, conscientes de que si permanecieran juntos su personalidad, su carácter de intentar imponerse, harían que acabaran por matarse entre sí.
            ¿Qué vemos en este caso? Algo etéreo, una relación que no hay intención de mantener, que se lleva el viento por diferentes motivos, siendo uno de ellos el que Valeria no esté dispuesta a ningún compromiso serio. Y con ello, el tercero de los elementales a los que estamos aludiendo a lo largo de este artículo: AIRE.

Zenobia

            Y llegamos a la última de las mujeres más importantes de la vida de Conan: Zenobia, la mujer con la que se casa y que le da hijos para heredar el trono de Aquilonia, un trono que ha conseguido a sangre y fuego, arrebatándoselo a un tirano loco que había perdido el juicio creyéndose divinidad.
            Zenobia… La hogareña, la mujer que busca una estabilidad, alguien que le aporte algo más serio que una simple noche de placer, y a quien entregarle un amor sereno, de confianza y respeto, un punto de equilibrio sobre una vida llena de inestabilidad.
            La historia de Zenobia con Conan comienza en los calabozos de Belverus, la capital nemedia, donde ha sido arrojado tras ser derrotado en una batalla (La Hora del Dragón, en España traducido como Conan el Conquistador). Le proporciona el escape y un arma adecuada para sobrevivir a la huida. Posteriormente, Conan regresará a Belverus en su busca para llevarla a Tarantia y convertirla en su esposa.

            Aquí vemos a un bárbaro más centrado, menos dado a la pasión. Ha madurado y está tratando de convertirse en un rey adecuado para los aquilonios, algo nada fácil cuando las traiciones, los celos y las envidias andan pululando como moscas alrededor de un pastel… De principio la sensación que da es la de agradecimiento a la mujer que le ha salvado la vida, aunque luego ese agradecimiento deviene, evidentemente, en algo más emotivo, más cercano, que dará lugar a que reconozca a la nemedia como la mujer que le dará descendencia para mantener a su dinastía en el trono, la que le ofrecerá un punto de sentido común y estabilidad en medio de la vorágine que supone gobernar un reino para alguien que ha pasado toda su vida manejando su destino a golpe de espada…Es éste un amor más sereno, más completo, que podemos definir como más aferrado a la realidad. Y esta relación, como no podía ser menos, se puede definir con el elemental que nos falta. Tenemos Hielo (Agua), Fuego, Aire… Sólo nos falta TIERRA.

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