Erre.- Ti, ti, tiriri... Ti riri tiriri... En el día de hoy, sábado 19 de
Diciembre del año de Nuestro Señor de 1998, su Excelentísima Serenidad Don
Eugenio Fraile, presidente del CIO y augusto adalid del Círculo de Lhork, ha
inaugurado la tradicional comida de Hermandad con la que habitualmente se
solazan los miembros de tan notoria asociación, y en la que se ensalzan los
valores más tradicionales y rancios de nuestra excelsa sociedad.
Ante los comensales de tan magno acontecimiento, don Eugenio ha
desplegado su magnífica capacidad oratoria, ofreciendo un emotivo discurso
lleno de intensidad, sensibilidad, que ha llegado a todo el mundo al alma. Sus
palabras, desde el fondo del corazón, han sido tan emocionantes que han de ser
reproducidas de forma íntegra: “Queda inaugurada esta exposición”.
Al gran evento han acudido las más ilustres personalidades de ese foco
de Cultura que es el Círculo de Lhork, entre las que cabe destacar la presencia
del hermanísimo de nuestro caudillo, don David Fraile.
Hemos podido ver, entre otros, a Monseñor Javierix, a quien no se le
ha permitido tocar una gota del vino LhorkRioja, que ha corrido abundantemente
a lo largo de toda la comida, debido al desgraciado accidente que en su infancia
sufrió; a Don JoJavi Que Ve Doble, quien, tras la comida, ha de plantearse de
nuevo un cambio de nombre (por ejemplo, JoJavi Que Ve en Dolby Surround); al
Capitán General de Nuestras Fuerzas Armadas, don Trueno de Thule, quien hubo de
acudir solo, ya que su mujer, Sigrid, se halla muy ocupada en estos momentos
siendo raptada por uno de tantos malvados habituales en estos menesteres; al
muy ilustre Profesor Sartorius, del que sólo se sabe que está como un auténtico
cencerro; a Doña Red Sara, de la patria de la inigualable Santa Agustina de
Aragón, quien se dejó el uniforme en casa para no dar demasiado la nota ni
escandalizar a los reunidos; al Ilustre Profesor Osuya, decano de las aventuras
de Conan en cómic; y a tantos otros que, aunque no nombrados, honran esta
opípara comida con su grata e imponente presencia...
Al ágape ha asistido un nuevo
miembro, un hijo de las gloriosas tierras del Cid, quien, al ver a quien tenía
enfrente, se ha santiguado. Que Dios le pille confesado, y que Crom se apiade
de su alma.
Faltó, entre otros, al excelso
acontecimiento, un personaje de la talla del Venerable Ninja Mululu, a quien
más le valió no haber aparecido, pues parece haber ciertas discrepancias entre
él y la cúpula del CIO en lo que respecta a ciertos asuntos del fanzine que
esta organización publica.
Tras el banquete, los miembros
del Círculo presentes han brindado por los ausentes y, en un claro gesto de
conciliación de todas las partes que demuestra su natural bondad y
majestuosidad, su Ilustrísima don Eugenio Fraile ha querido desear unas Felices Navidades y un
Próspero Año Nuevo a todo el mundo, a lo que se ha acompañado con el excelso
himno de la organización: “Quince hombres sobre el cofre del muerto, Lhork,
Lhork, Lhork, la botella de Lhork.
La bebida
y el diablo se llevaron al resto, Lhork, Lhork, Lhork, la botella de Lhork.”
El Excelentísimo tuvo a bien
repartir entre los miembros del Círculo, tal es su generosidad, una serie de
libros y fanzines por él recibidos en diversos momentos.
Durante el ágape, los invitados se
han dedicado a charlar animadamente acerca de temas de gran trascendencia, como
la posible publicación de un nuevo fanzine de erotic fantasy, o acerca de las
posibilidades de los telones para representar diversas cosas, e incluso se han permitido
el lujo de contar chistes de todo tipo y pelaje, procurando, por supuesto, que
las normas del decoro inherentes a tan magno acontecimiento no se vulneren y
don Eugenio no deba verse obligado a sancionar a ninguno de los presentes con
la pena sumarísima: la expulsión de la organización, a la que el profesor
Sartorius ha estado a punto de verse sometido, debido a sus ideas
revolucionarias acerca de cambios en la cúpula de poder, golpes de estado y
dislates similares; su reacción, ante tan temible castigo, ha sido la de gritar
de alegría, diciendo que “por fin, en lugar de dimitir, me despiden. Ahora
tendrán que pagarme la antigüedad”.
Finalizado el ágape, y tras los
brindis tradicionales con cava (A despecho del francés, aquí no se ha tomado
champagne, sino espumoso de nuestra madre patria), se ha procedido a las
tradicionales fotografías de los asistentes al acto, quienes, después de la
ingestión prolongada de LhorkRioja no están precisamente para fotos. Tras tal
evento, se ha procedido a una selección de bailes tradicionales, durante los
que hemos podido ver a Red Sara entreteniéndonos con la Danza de las Siete
Servilletas, al nuevo miembro (que, por cierto, ha congeniado bastante con el
carácter del Profesor Sartorius) y al citado Profesor en un mano a mano de
jotas castellanas. Después, Don Trueno de Thule nos ha deleitado con un
emocionante espectáculo de lanzamiento de cuchillos chuleteros, que ha
terminado con un desgraciado accidente en la persona de Javierix, que ha
perdido unos pocos de los kilos que le sobraban.
Hemos podido comprobar como su
Excelentísima Serenidad ha acompañado a los asistentes a un centro de Cultura,
donde han tenido la ocasión de fortalecer su sabiduría y su conocimiento
comprando una gran variedad de libros que, sin duda, enriquecerán sus ya vastas
bibliotecas, centros de saber desde los que irradia la luz del Círculo a todo
el mundo. Tras este evento, don Eugenio, acompañado por los miembros restantes,
pues algunos se habían retirado ya, ha decidido dar un paseo por la Plaza Mayor de la sin
par Villa de Madrid, observando los escaparates de las tiendas allí asentadas,
con motivo de las tradicionales festividades navideñas.
A continuación, ha llegado la
despedida: como fin de una tarde memorable, don Eugenio ha tenido a bien
invitar a los presentes a una copa en un centro de bebidas tradicional, desde
donde cada uno ha partido hacia su respectivo centro de origen.
Hemos recibido una serie de imágenes
en las que se puede observar al Excelentísimo y al Hermanísimo intercambiando
diplomáticos cumplidos con diversos personajes de la alta nobleza de otros
países, demostrando así que la luz de la Madre Patria brilla
allá donde llega la mano de Don Eugenio.
Hemos sido informados también de los
grandes esfuerzos que su Ilustrísima está realizando para recuperar los Santos
Lugares de las garras de los infieles que nos los arrebataron, para glorificar
desde ellos la magnificencia de Nuestro Señor San Lhork de Arenjún. Esperamos
que su tesón y su diplomacia puedan, dentro de poco, darnos la alegría de la
peregrinación hacia el Santo Sepulcro, tal vez no en Las Rozas, sino en
Leganés.
Jose Francisco
Sastre García
Nota de
la redacción: Lamentamos tener que informarles que este número se está
publicando desde la madrileña Puerta de Alcalá. Debido a un lamentable suceso
relacionado con el Sr. Sastre, nos hemos quedado sin el edificio desde el que
solemos lanzar nuestro fanzine.
Todo comenzó hace unos días, cuando
los vigilantes de la redacción descubrieron, durante la noche, a nuestro
articulista aporreando las teclas de un ordenador. Hasta ahora, esa situación
sólo nos había costado comprar equipos nuevos, o arreglar un boquete en el
techo o, simplemente, desinfectar y echar desodorante por todo el edificio.
Pero esa noche fue distinto: tras ser descubierto, el hombre echó a correr no
hacia la puerta principal, como había hecho hasta ahora, sino hacia la
cafetería, donde cogió una fregona y se enfrentó al guardia. Ambos lucharon
durante unos momentos, hasta que, con un terrible golpe que nuestro vigilante
esquivó afortunadamente, el mango de la fregona se partió sobre una tubería del
gas, la cual, a su vez, se agrietó, dejándolo escapar audiblemente. Ante
semejante emergencia, nuestro empleado salió corriendo apresuradamente, tratando
de llegar a un teléfono para avisar de lo que podía ocurrir. Al mirar hacia
atrás, vio que nuestro antiguo articulista, con una sonrisa demoníaca en el
rostro, había sacado de su bolsillo dos piedras y las estaba haciendo
entrechocar entre sí, tratando de conseguir una chispa, mientras gritaba
exultante: “¡Por fin, cuánto tiempo he estado esperando esto! ¡Por Crom, que
por fin acabaré con vosotros!”.
La explosión borró todo el edificio
de la redacción. Ahora, mientras se reconstruye, y tras el funeral por el Sr.
Sastre, estamos casi seguros que nuestra pesadilla ha acabado.
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