Erre que erre.– Por
fin, tras superar el peligroso trauma del doble cambio de siglo y milenio (hay
que ver a qué velocidad corren últimamente los tiempos... Un siglo entero y un
milenio transcurridos en un suspiro, y nosotros aquí, vivitos y coleando,
después de mil años), y después del esperpéntico y bochornoso espectáculo de
ver a esos inefables Circuleros, supuestamente salvadores de la patria
fanzinera, poniéndose en tiempos navideños y entrañables hasta el último pelo
de comida y bebida, no me resta más remedio que poner manos a la obra y
denunciarlos de nuevo ante el pueblo soberano por su insistente persistencia en
conseguir el dominio del mundo a través de la santa palabra de Trados el
Conquistador y su profeta San Lhork de Arenjun, que en santo barril de
LhorkRioja descanse. ¡Por favor, que alguien los detenga!
Una
vez más, al amparo de las sombras y de la oscuridad de la noche (en realidad
fue al mediodía, pero, ¿a que así resulta más efectivo?), deslizándose por los
lóbregos callejones de Dridma para llegar a su oculto destino, se reunieron los
conspiradores para celebrar una nueva comida veraniega, bajo la amenaza del mal
tiempo que el maldito Aryhusek intentaba provocar para estropear el feliz
picnic. No faltaron las chanzas contra éste y sus lupinos wulfrers, empeñados a
toda costa en fastidiar el evento.
Aunque
no se ignoraba que este festejo iba a ser especial, pues el insigne Presi iba a
hacer un importante anuncio, resultó, cuando menos chocante, verle aparecer con
un cochecito en el que yacía, feliz y contento, el más joven miembro del
Círculo de Lhork: Rodrigo I el... Bueno, sólo ronda el mes, así que aún hay
tiempo para determinar si es el Magnánimo, el Justo, el Hechizado, o vaya usted
a saber qué...
Parece
un hecho evidente que este tierno infante tiene ya asumida su herencia, ya que,
a lo largo de toda la comida,a pesar de
las voces estentóreas y las tonterías varias, no dijo ni una sola palabra, ni
rompió a llorar: ¡vive Dios que es recio este Rodrigo I!
Se
brindó, como viene ya siendo habitual, por los presentes y los ausentes, que,
en esta ocasión, resultaron ser piezas inestimables del engranaje de la
fanzinera organización: Red Sara (de nuevo, la gran batalla del principio de
milenio queda postergada: ¿percibo acaso algún tipo de conjuro por parte de
Morgana para evitar el duelo, o quizás algún miedo oculto por parte de la feroz
guerrera maña?), Luigi el Condottiero (a cuyos dedos de ametralladora habría
que ponerles un candado a juramento del Presi, a quien entre todos tienen
abrasado a relatos y artículos), y el profesor Osuya (ilustre y preclaro
exponente de la rama más comiquera del grupo reunido bajo el estandarte del
Círculo de Lhork). No faltó el recuerdo hacia el estimado Juan Carlos que,
seguramente, agradeció desde su castillo allá, en el Walhalla.
Debido
a la aparición del heredero a la corona de Dridma, Rodrigo I el ?, se desataron
los rumores acerca de su destino: se rumoreó acerca de la conveniencia de asignarle
unos consejeros adecuados, por ejemplo Morgana y el profesor Sartorius, que le
dieran una educación exquisita y una visión, digamos, más acorde con los
tiempos que corren que la que le daría su excelso progenitor.
Ante
las veladas amenazas que los grupos Ultralhork, mayoría en esta ocasión frente
a las fuerzas imperiales, dejaban entrever para fundar el Reino Independentista
de Castilla Lhork con una sucursal bancaria en la República Secesionista
de Pucelhork y, en última instancia, el Reino Libertario de Lhork o, aún más
grave, el Estado Anárquico de Lhork, el austero Rex Imperator (Non, gratia)
decidió tomar las armas y pasar al contraataque, amenazando a su vez con formar
una brutal guardia pretoriana con el grupo más demodé y casposo de todos los
tiempos: Tamara la Nueva
y Margarita la Vieja ,
Leonardo Dantesco, Tonino Genil (¿Y por qué no Guadiana?), Loli Álvarez y
Arlequín Tin Tin. Ante tal decisión, la rendición fue unánime e incondicional.
A
continuación, a medida que iban cayendo los litros de LhorkRioja, comenzaron a
surgir las nuevas ideas para un radical cambio de rumbo en la marcha del
Círculo de Lhork, a saber: la inevitable insistencia con el especial Erotic
Fantasy; otra sugerencia acerca de un especial JoJavi que Ve lo que Puede, debido
a su luminaria e inventiva en lo que a chistes, chascarrillos y otras chanzas
se refiere; la celebración del concurso “El Gran Lhorkiano”, una novedosa forma
de entender este tipo de programas; la apertura de un parque temático de Lhork,
en el que se pueda visitar ese mundo onírico-delirante en el que se dan cita
las criaturas más extrañas con personajes aún más estrambóticos, de nombres tan
enrevesados que son casi impronunciables; la creación de la tarjeta Visa Lhork,
para poder pagar cualquier cosa en cualquier lugar, y que además sigas teniendo
el mismo saldo en la cuenta que tenías; la puesta en marcha de un ejército
profesional, bajo el lema “¡Trados te necesita!”, escrito en la parte inferior
de un cartel en el que aparecería el insigne Rex Imperator señalando al frente
con mirada ceñuda; la puesta en circulación del Lhorker Bra, un revolucionario
invento para hacer que las mujeres estén más bellas; y, por último, la creación
de la Red de
Redes, el Gran Hermano de Orwell, InterLhork.
A todo
esto, entre medias de estos desvaríos y la comida, ésta fue amenizada por las
bromas de Javierix, al que se le había ido la mano, como viene siendo
costumbre, con el LhorkRioja, y de nuestro inefable Legionario Estelar, que nos
hicieron pasar un buen rato.
Al
final de la comida, hubo regalos para todos por parte del Presidentísimo, y a
su vez para Rodrigo I el ?, cosa que llenó de orgullo a su real progenitor.
Después, para escarnio de los presentes, se procedió al rutinario reparto de
pescozones y broncas varias debido a los desatinos cometidos en la creación de
los personajes del mundo de Lhork. Nadie se libró de tal andanada, lo que hizo
suponer a este que suscribe que podía tocarle en breve, así que empezó a tomar
en serio la posibilidad de poner pies en polvorosa para poder relatar las
detestables intrigas de esta pandilla de conspiranoicos circuleros; mas, por
suerte, nadie se fijó en mí, tal vez porque me había camuflado previamente,
confundiéndome con la pared y “levantando” lo que buenamente podía para no morirme
de hambre, por lo que pude seguirles, cuaderno de notas en mano, hasta una
cafetería en la que se tomaron unos refrescos antes de dispersarse como hojas
al viento en una tarde en la que hacía bastante calor a pesar de no hacer un
sol de justicia.
Y así,
desvelando los sucios manejos de estas gentes que se las dan de normales ante
el resto del mundo, se muestra su verdadero rostro, el de enviados de Aryhusek
que pretenden poblar la tierra de wulfrers y otras temibles criaturas. Y sólo
yo me alzo, como impenetrable barrera, entre ellos y sus víctimas; sólo yo,
Conan el Bárbaro. ¡Por Crom, Mitra, Asura e Ishtar que no han de salirse con la
suya!
The Pucelan
Brothers.
Nota de
la redacción: ¡Que sí, que terminaremos cazando a ese bandarra que se hace
pasar por articulista! ¡Les ruego por favor que no envíen más cartas a esta
redacción pidiendo la cabeza, la oreja, ni ninguna otra parte del cuerpo del
interfecto!
Ya tenemos tras su pista a los más
insignes investigadores y rastreadores de la historia, lo más mejores, los más
increíbles, los... Bueno, Sherlhork Holmes, Indiana Lhorkes, Lara Lhorkt,
Caballo Lhorko, y el mejor de todos ellos con diferencia: ¡ShreckLhork!
De todas maneras, hay que
reconocerle ingenio al chico: esta vez, para enviarnos el artículo que han
tenido ocasión de leer se ha servido de un sistema tan antiguo como eficaz: las
señales de humo. No contento con contaminar el aire que respiramos, además se
las ingenió para formar en el aire todas y cada una de las letras y caracteres
del texto, lo cual, como pueden suponer, le tuvo que llevar mucho esfuerzo y,
sobre todo, mucho tiempo. Seguros de que buscando el origen de las señales
conseguiríamos localizarle, nos pusimos en marcha para llegar hasta un
descampado árido y yermo, en cuyo centro, humeando más que la pipa de un indio
o el tubo de escape de un coche de hace cien años, localizamos una extraña
máquina que aún hoy día estamos intentando desentrañar: compuesta por una serie
de tubos de plástico, una larga manguera conectada a Lhork sabe dónde, un
recipiente dónde parecía formarse el humo, y una enorme parrilla donde,
laboriosamente, había conformado todo el alfabeto cristiano, el cirílico, el
sánscrito, el rúnico, el árabe, el chino y el japonés.
Apoyada contra la máquina reposaba
una piedra grande y lisa, donde, a golpe de cincel, nuestro antiguo articulista
había grabado el siguiente texto: “¡Ja ja ja! ¿Creíais que ibaís a pillarme tan
fácilmente? Mientras vosotros estáis aquí perdiendo el tiempo, yo me estoy
infiltrando sibilinamente en la redacción y dedicándome a robaros todos los
números de Weird Tales de Lhork que pueda encontrar. Ah, y de paso, si se
tercia, el carnet de algún miembro del CIO. Suyo afectísimo,
Jack
el... (Esto habían intentado borrarlo, pero aún se podía leer). D’Articulan el
Mosquitero”.
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