Erre que erre.– De
nuevo, este sufrido articulista, víctima inocente de crueles ataques por parte
de esa banda de fanzinerosos que se hacen llamar el Círculo de Lhork, toma la
pluma para narrar las vicisitudes de semejante caterva de ganapanes durante su
tradicional Comida de Hermandad pre-Navidad.
Escondido
tras una enorme planta del restaurante (Ahora que caigo, juraría que en ese
lugar no había planta alguna. Entonces, ¿detrás de qué he estado escondido?),
heme aquí para narrar cómo ese grupo de inefables “artistas” de bolígrafo
gordo, dieron por reunirse, como ya es costumbre en ellos, el sábado antes de
Navidad, a cogerse una buena indigestión y una tajada aún mayor, y charlar de
sus delirios habituales, a saber: brindis continuados por cualquier cosa que se
les ocurra, trasiego de LhorkRioja por aquí y por allá,
A tan
magno acontecimiento diez mil moscas acudieron, que por golosas... ¡Vaya
hombre, vaya día más tonto que llevo! ¡Qué barbaridad, entre el canal KKWC y el
XYZQWS, no hacen más que cruzarse y no me entero de nada! Bueno, sí, a lo que
íbamos: acudieron diez más uno, y ese uno era el que suscribe, convenientemente
disfrazado de pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo y cara de
malo para no dar el cante y pasar desapercibido. Creo que lo conseguí, aunque
más de una vez me pareció notar sobre mi humilde persona miradas de extrañeza y
murmullos sospechosamente bajos.
Dio
comienzo el fastuoso ágape con una emotiva y extensa alocución del
Presidentísimo, tan profunda que nos hizo saltar a todos las lágrimas: “Queda
inaugurada... ¡esta exposición!”. A renglón seguido, se nombró a los presentes
y ausentes, brindando por todos aquellos que quisieron estar y no pudieron, con
un exquisito LhorkRioja que corrió como agua por todas las gargantas.
Asistieron el profesor Sartorius, el profesor Anscarius, Jojavi que... Bueno, a
estas alturas ya no sabemos ni cómo ve con tanto LhorkRioja, así que omitiremos
el apellido y que sea lo que Lhork quiera; Morgana de Lhork, Luigi el
Condottiero, el profesor Osuya y su inseparable legionario espacial, Paconan el
Bestia y la Mujercísima
del Presi, alias la
Primera Dama , alias la Hilaria.
Aludiendo
a excusas tales como hechizos y contrahechizos supuestamente lanzados contra
ella por la pobre Morgana, que ya bastante tenía con dar un buen tono y sabor a
la poción mágica que había llevado a la comida para dar un hambre mágico a los
comensales y que se tragaran todo lo que les echaran, algunos, como Red Sara,
que aportó una sospechosa fotografía en la que aparecía con una escayola en la
pierna, se disculparon por su ausencia; en el caso de la susodicha, tras
analizar la citada imagen, se pudo comprobar claramente que había cogido un rotulador
blanco y había pintado la pierna de la fotografía, por lo que hemos de suponer
que el motivo real fue, seguramente, escaquearse de la tan anunciada batalla
entre ella y Morgana, en la que aún se cruzan apuestas cada vez más altas a
favor de una o de otra.
A lo
largo de toda la comida, el profesor Sartorius, pesado y machacón como él solo,
intentó que el personal secundara una moción de censura contra el Presi, por el
simple motivo de pretender poseer a título póstumo el grado supremo de Rex
Imperator. Aludió para ello poseer un título nobiliario propio, con escudo y
todo, en el que se podía leer el lema “¿Rex Imperator? Non, Gratia”, pero no le
sirvió de lo más mínimo: ninguno de los miembros tuvo a bien dignarse apoyarle
en su insensata postura, seguramente por temor al impuesto revolucionario y las
represalias del magno Jefe del Círculo, por lo que hubo de tragarse sus
palabras y dedicarse a preparar un nuevo golpe de Estado, refunfuñando por lo
bajo, como ya es habitual en él. Al mismo tiempo que sucedían estos lamentables
hechos hubo otra larga serie de propuestas, entre las que se apoyaron, sobre
todo, la de la
República Independiente de Lhork y la del V Reich, con el
Presi como ReichsFührer y nuestro emblemático legionario espacial como Kommadantur
SS. A consecuencia de tales desvaríos y desatinos, surgidos básicamente del
continuado, abusivo e indecente trasiego de LhorkRioja, las ideas aportadas
fueron de mal en peor, las lenguas se trabucaron cada vez más, con lo que un
grupo de Profundos infiltrados, muy molestos con el Círculo por el tratamiento
que se les había dado hasta aquel momento, intentaron tomar el poder por la
fuerza de ni se sabe qué.
Durante
todo este tiempo, e incluso después de sofocar la rebelión de los acólitos de
Cthulhu el Desheredado, algunos de los presentes demostraron un excelente nivel
artístico, en concreto musical, deleitándonos con alegres e irreverentes
canciones de los pretéritos tiempos de la República , con los que surgieron a su vez
cachondeos varios e ideas habituales en este tipo de eventos, como la clásica
de solicitar al respetable la publicación paralela de un fanzine de erotic
fantasy, sugerencia que recibió, por parte del Excelentísimo, un sospechoso
apoyo que más pareció el sí de los locos que otra cosa.
Tras
toda esta fastuosa comida, que satisfizo la glotonería de todos los presentes
(personalmente, creo que los mejillones zapateros con merluza con gabardina en
salsa rojinegra se parecían peligrosamente a comida envenenada para deshacerse
de los elementos subversivos del Círculo), se pasó al segundo punto de la orden
del día, a saber: la marcha a un bar en el que tuvimos ocasión de degustar todo
tipo de líquidos más o menos exóticos, desde el agua del manantial hasta el
Tequila achampañado, y el momento más terrible del día: la hora del Censor. El
Presidentísimo se dedicó a poner a todo el mundo firme, más tiesos que cirios,
desde el primero al último. Y el motivo, el más simple de todos: los dislates
que hasta el momento se habían escrito sobre el mundo de Lhork, un mapa
imaginario de las tierras que los circuleros habitan cuando no están de
vacaciones, creado para deleite de despendole de sus miembros; y para que
conste, y acabar de una vez por todas con los feos rumores que han estado
surgiendo una y otra vez desde la noche de los tiempos contra este grupo, el
ilustre fundador y Presidente Vitalicio (Habrá que despojarle de la calidad de
aforado, porque si no no habrá manera de juzgarle) aclaró con voz firme que ni
el Círculo era una secta, ni el mundo de Lhork un juego de rol. ¡Acabáramos!
Entre medias de esta furibunda diatriba, algún desaprensivo aprovechó el
momento de despiste general para pasar al Presi un tocho de 75 páginas, para
agobiarlo un poco más de lo que ya está y ver si se jubila de una dichosa vez y
cede el testigo a los demás que quieren chupar del bote.
La
inolvidable jornada acabó, como ya suele ser habitual, en la librería “El
Aventurero”, en busca de material con que solazarse. Después de un intenso
rastreo, que acabó con más de la mitad del local vacío a causa de las ansias
consumistas de la peña, cada cual se recogió hacia su propio cuartel,
acabándose la reunión sin más dilaciones por parte de nadie y sin ceremonia de
clausura ni pamemas similares.
The Pucelan
Brothers.
Nota de
la redacción: En fin, qué le vamos a hacer. El pobrecillo está tan entregado a
su tarea de acabar con nosotros, que ya no sabe si escribe a favor o en contra:
me temo que su salud mental va de mal en peor, si es que tal cosa es posible en
una persona con semejante torrija neuronal.
En esta ocasión nos ha hecho
llegar el documento que acaban de leer por correo normal, aunque... Bien
pensado, no debe haber sido muy normal, porque lleva un sello un tanto
sorprendente: pone “Villabotijos de Tiraparriba”, y el valor marcado es de
ciento veintisiete pesetas y cuarenta y dos céntimos: el matasellos de Correos
viene, al parecer, de “Cañaseca de la Bodeguilla Coja ”.
También es cierto que el cartero
resultaba un tanto sospechoso: vestido de rojo fosforito, como los butaneros,
se acercó al edificio de la redacción y exigió hablar con el jefe, porque,
según sus palabras, tenía que entregar aquella carta en mano; cuando nuestro
vigilante le dio el alto y le advirtió que aquello era imposible, el susodicho
individuo montó en repentina e inusitada cólera y, sacándose de un bolsillo
trasero una bolsa de magdalenas, intentó sobornarlo para que lo dejara pasar.
En vista de que sus esfuerzos eran inútiles, utilizó la citada bolsa para
agredir a nuestro empleado, abriéndole una brecha en la frente. ¿De cuándo eran
esas magdalenas?
Lucharon durante unos instantes, hasta que el vigilante
consiguió arrebatar al interfecto, de quien ahora no dudamos era el Sr. Sastre,
tanto la carta como la bolsa. A causa de ello, nuestro antiguo articulista
salió huyendo como alma que lleva el diablo, gritando cosas como que se lo iba
a contar a Conan, y jurando por Crom, Mitra e Isthar. Esperamos sinceramente
que aún no haya parado de correr.
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