Erre.– Durante los
entrañables días de las fiestas navideñas, plenos de alegría, paz, felicidad y
buenos sentimientos entre los españoles de esta noble y gloriosa nación, se ha
celebrado en la muy noble villa de Madrid la tradicional Comida de Hermandad
entre los miembros del Círculo de Lhork.
La
reunión tuvo lugar, como ya viene siendo habitual en este notable y solemne
evento de la cultura popular patria, en la boca de metro de Carabanchel, y fue
iluminada con la asistencia de las mentes más preclaras de dicha sociedad, una
excelsa pléyade de personajes que nos honraron con su visita: entre otros, se
personaron en el lugar los ilustres profesores Sartorius y Anscarius,
acompañados de la más reciente incorporación al Círculo, doña Morgana de Lhork,
así como don Javierix, don Luigi Borgia, don JoJavi que... Bueno, ni se sabe ya
qué ve, o qué no ve...
Una de
las más notables ausencias se produjo en la persona de doña Red Sara, quien se
disculpó por no poder acudir al acto y, por ende, dejar en el aire la
conclusión del duelo que ya se había concertado entre ella y doña Morgana desde
hacía ya varios meses.
Otra
de las desgraciadas ausencias fue la de don Juan Carlos García Herranz, quien, desgraciadamente,
no pudo acudir debido al súbito requerimiento, por parte de las más altas
instancias, para acudir al Walhalla de Lhork: al igual que durante la comida se
encendió una vela para reflejar su presencia entre nosotros, que aunque no
fuera física sí lo era espiritual, sirvan estas líneas como homenaje a un
amigo.
Como
ya viene siendo habitual, nuestro excelentísimo Presidente, don Eugenio, nos
deleitó, no al comienzo de la comida, sino más bien a los postres, con un largo
y emotivo discurso anotado en un rollo entero de papel higiénico, lo que nos
recordó a los farragosos parlamentos de cierto dictador de cierta isla, y que
nos hizo saltar las lágrimas de emoción ante su hermoso contenido: “Queda
inaugurada esta exposición”. Al mismo tiempo, se felicitaron las Pascuas y se
desearon unas felices Navidades y un próspero Año Nuevo, que no siglo ni
milenio, entre los miembros presentes y para los ausentes siempre recordados.
Entre
brindis y bocado, se habló de los temas más variados, trascendentales y
profundos: fútbol, informática, efecto 2000 (para el que nuestros expertos, por
cierto, encontraron la solución salomónica), la genealogía de Conan el
Cimmerio,...
Uno de
los invitados de honor, Don Tarzán de los Monos, llegado recientemente después
de terminar el rodaje de su película, recibió un castigo ejemplar a su
inveterada curiosidad: poco acostumbrado a estos eventos, se empeñó en
averiguar qué había debajo de la túnica de doña Morgana, lo que le reportó una
desagradable descarga eléctrica que le dejó patitieso y con una banana a medio
comer en la boca.
En
este intervalo se produjo un conato de rebelión armada, secundada por los
caballeros Jedi presentes (Lhork Skywalker, JoJavi Que no Ve, JoJavi Que Ve
Doble, JoJavi Que Ve Triple, JoJavi que Ve en Dolby Surround, y JoJavi Que Ve
en TFT), que fue cortado de raíz por la oportuna intervención de don Lhork
Maul, que había conseguido rastrear a los susodichos caballeros merced al olor
a vino LhorkRioja que han ido dejando por todas partes.
Don
Lhork Skywalker, ciego de LhorkRioja, mientras luchaba con Lhork Maul, dejó
caer accidentalmente su sable láser y se agujereó el pie, lo que dio lugar a
una serie de aullidos y lamentos que retumbaron por todo el salón.
Durante
la rebelión, el cabo primero Trueno se alistó en el bando imperial, proclamando
a los cuatro vientos el cargo vitalicio de nuestro excelentísimo Presidente, y
repartiendo mandobles al grito de “¡Eugenio y cierra el Círculo!”.
También
se mencionó la posibilidad de publicar, de forma paralela al fanzine “Weird
Tales de Lhork”, un especial de Erotic Fantasy, idea secundada por la gran
mayoría, y a la que, al final, después de muchos ruegos y súplicas, accedió
nuestro Presidentísimo aunque con ciertas reticencias.
Hubo
unos momentos de emotividad y lágrimas de alegría y contento cuando la reunión
se puso trascendental y empezaron a sucederse las muestras de compañerismo y
amistad: en primer lugar, se concedió el Dragón de Lhork, como premio a su
colaboración y esfuerzo para con el Círculo, al profesor Sartorius, quien se
quedó de piedra al recibir semejante honor, e, incluso, llegó casi a dejar
escapar alguna furtiva lágrima de emoción por este hecho; a continuación, don
Paco entonó una emotiva loa a favor de don Javierix, quien, a su vez, hizo otro
tanto y ensalzó la labor realizada por el Hermanísimo, don David; también éste
cedió a la tentación, y dedicó unas hermosas palabras a la labor del grupo,
entre los que se contaba con la presencia de don David II, magnífico ilustrador
del fanzine que edita este colectivo. Finalmente, dejándose arrastrar por el
caudal de emociones que surgían imparables de los corazones, don Sartorius
anunció que, para estar a la altura del honor que se le había concedido al
hacerle entrega del Dragón de Lhork, iba a intentar realizar méritos acabando
un relato de Nuestro Señor Howard, “La Sombra del Huno”.
Tras
el tradicional himno del Círculo, se cantaron unos villancicos populares de los
cuales reproducimos uno a continuación:
A la puerta’l presidente
Dos pirados han llamado,
Y con
tal de hincar el diente
De rondón se le han colado.
Ande, ande, ande, mira que tragones,
Ande, ande, ande, vaya comilones.
Don Sartorius se ha pillado
Una colosal tajada,
LhorkRioja se ha cascado
Hasta no ver na’ de nada.
Ande, ande, ande, vaya borrachera,
Al llegar a casa ¡ay! La que le espera.
Red Sara contra Morgana,
Esto sí es un buen combate,
Si no la convierte en rana
Aquí puede haber tomate.
Ande, ande, ande, mira que batalla,
Morgana, Red Sara y su cota de malla.
Como
es lógico suponer, este villancico fue compuesto antes de conocerse la ausencia
de doña Red Sara, puesto que el combate entre ésta y doña Morgana había sido
objeto de una gran publicidad, decidiéndose todo el mundo a lanzarse al pecador
mundo de las apuestas ilegales, dirigidas personalmente por el Presidentísimo,
que también cedió a tamaña tentación: al principio se habían decantado en un 11 a 1 por doña Red Sara, pero
poco a poco, a golpe de hechizos y conjuros, la cosa se fue igualando hasta un 12 a 9.
Cuando
acabó el suculento ágape, don Eugenio se dedicó a repartir y recoger material
referente al Círculo para, a continuación, ejercer su labor de Corregidor
Oficial del Reino sobre una narración presentada, ya en dos ocasiones, por don
Luigi Borgia, quien, poco a poco, va demostrándonos su valía y ciertas
similitudes con el profesor Sartorius en lo tocante al estado de salud mental.
Tras
estos preliminares, y como viene siendo habitual en este evento anual, la
comitiva se desplazó en formación de a ni se sabe hacia la librería “El
Aventurero”, donde, tras unos momentos de duda e indecisión, se procedió a la
rapiña del lugar de forma salvaje e incontrolada, llegando algunos a tener que
devolver parte del material que habían intentado comprar por carecer de fondos
suficientes y de tarjeta de crédito.
Posteriormente,
el grupo comenzó a disolverse paulatinamente entre nuevos y reiterados deseos
de felicidad, quedándose algunos a pasear por la Plaza Mayor , entre los
stands navideños, hasta que se produjo la clausura oficial del acto de Reunión
Anual del Círculo de Lhork.
The Pucelan
Brothers.
Nota de
la redacción: antes de comentar la llegada a nuestras instalaciones de este
documento, hemos de hacer una pequeña rectificación que nos ha hecho ver
Morgana de Lhork: no tuvo nada que ver en la redacción y entrega del anterior
boletín del New Lhork Herald Tribune, puesto que se encontraba en un Congreso
de Hechicería en el Bosque de Broceliande, por lo que le pedimos disculpas
públicamente. En consecuencia, hemos de llegar a la conclusión de que hay otra
hechicera por ahí, aliada con el Pucelano Loco y haciendo de las suyas.
En esta
ocasión, la entrega del documento fue efectuada de forma un poco más
tradicional: mientras estábamos trabajando, por las ventanas abiertas entró una
paloma mensajera dando bandazos de un lado a otro, como si estuviese borracha,
con estos papeles colgados del cuello: cuando uno de nuestros empleados iba a
cogerla, comenzó a hablar milagrosamente: “¡Ni se te ocurra! –dijo, mostrando
unos afilados dientes que habían salido de no se sabe dónde-. ¡A mí no me toca
ni Crom! Coge esas hojas, y entrégalas a quién tú ya sabes. Vaya un incordio
tener que volar con esto colgando” –refunfuñó, mientras levantaba el vuelo.
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