CAPITÁN AMÉRICA: CIVIL WAR
José Francisco Sastre García
Que
nadie se llame a engaño: aunque me gustan ciertos personajes de los cómics de
Marvel, no soy ni un mitómano de superhéroes ni tampoco me llaman demasiado la
atención este tipo de películas, máxime teniendo en cuenta la tendencia actual
en el cine comercial y de acción.
He
ido a ver esta película sin haber visto las dos previas, así que algunos
detalles me han pillado de sorpresa, unos para bien, y otros para no tan bien.
Veamos:
para ser sinceros, he visto lo que esperaba ver: una sucesión de escenas de
peleas espectaculares, explosiones, hazañas imposibles… Algo perfectamente
natural en un film de estas características.
A
mi juicio es una película sin demasiadas aspiraciones, un vehículo de
entretenimiento sin más (cosa de agradecer, por otra parte, en un momento de
crispación como el que vivimos), acción a raudales, que busca sacar tajada del
tirón que tuvieron las dos primeras, prolongando las situaciones, buscando la
manera de ir enlazando para continuar con las aventuras de unos superhéroes que
pretenden situar como más humanos, con sus luces y sombras.
Todo
gira en torno a la diferencia de ideas entre Steve Rogers, el Capitán América,
y Tony Stark, Iron Man, y las desavenencias que surgen ante el planteamiento de
la exigencia de responsabilidades tras los sucesivos enfrentamientos con las
fuerzas de archivillanos, que siempre dejan detrás una amplia estela de caos,
destrucción y muertes de civiles inocentes.
La
consecuencia es un choque inevitable entre superhéroes, en el que cada cual se
decanta por un bando u otro, todo ello provocado por incidentes narrados en
anteriores películas y un atentado terrorista aparentemente provocado por un
antiguo conocido del Capitán América, su primer compañero Bucky, que ha sufrido
un severo lavado de cerebro acompañado de unas complejas órdenes posthipnóticas
que lo convierten en una máquina de matar implacable e imparable.
Como
ya digo, todo esto no tiene una trascendencia excesiva, salvo la del ocio puro
y duro, excepto por el trasfondo de la polémica que se plantea: los
superhéroes, ¿pueden ser definidos como tales, o en realidad no son más que
meros justicieros que se toman la justicia por su mano saltándose la ley? ¿No
deberían estar sujetos a control por un órgano que sepa en todo momento qué
están haciendo y por qué, e incluso decidir en qué situaciones pueden
intervenir y en cuáles no? Por supuesto, este control se llevaría desde las
altas esferas políticas, ¡cómo no! Este tema, en el fondo, no deja de tener un
aspecto sugerente que incita a un debate de interés.
Hay
determinadas cosas que me han llamado la atención:
- · El aspecto de Wanda, la Bruja Escarlata, muy lejos de la imagen de los cómics de Marvel, aunque sí mantiene esa idea entre inocente y de remordimiento, de amargura.
- · Los poderes de la Visión proceden, por lo que dice él mismo, de una Piedra de Poder asgardiana, arrebatada a Loki.
- · Los diálogos han huido de la pomposidad inherente a este tipo de historias, buscando algo un poco más irónico, descargando tensión, jugando entre la seriedad de Steve Rogers y el ego socarrón de Tony Stark, sin mencionar la actitud de Ojo de Halcón.
- · La introducción de Spiderman me resulta un tanto… fuera de contexto, aunque no deja de agradecerse hasta cierto punto, ya que es otro de los personajes que le dan un toque más ligero a una narración cargada de tensión.
Mi sugerencia para ver esta cinta es ir sin prejuicio alguno, olvidándonos de que estamos ante el universo Marvel, porque lo mismo algún marvelita podría llevarse las manos a la cabeza pensando que se han hecho auténticas atrocidades con los argumentos de los cómics…
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